Toyota Innova
Gracias a la capacidad para ocho pasajeros, este cómodo monovolumen amplía las posibilidades en cuanto a trasladar grupos, familias numerosas o realizar viajes con amigos. Algo de esto último nos facilitó la logística para hacer esta nota.
Puede haber varios motivos para necesitar un vehículo de más de cinco plazas. El primero que se nos ocurre es cuando un matrimonio supera los tres hijos. Pero también puede ser útil para una familia con hijos deportistas dispuestos a llevar a varios de sus compañeros a partidos de fútbol, hockey, rugby o de lo que sea…
La alternativa que nunca se nos había ocurrido es la que surgió poco antes de encarar esta producción: que te presten una casa en un lugar de veraneo (donde los paisajes siempre hacen lucir a nuestro fotógrafo), con la “condición” de llevar a parte de la otra familia amiga, con quienes íbamos a compartir los días que durara la actividad con el Innova. De esta manera, así quedó compuesta la tripulación de este nuevo vehículo, que por su plataforma derivada de la Hilux y el SW4 podría llegar a producirse en la planta de Zárate: redactor, fotógrafo, la mamá con sus cuatro hijos y un colado, que es el primo de los jóvenes anfitriones.
Rumbo oeste
Una vez acomodados los bolsos con la ropa que se utilizarían durante aproximadamente una semana (llevando lo justo y necesario entró todo en los 264 litros
disponibles de baúl), los ocho salimos desde Buenos Aires rumbo a la localidad cordobesa de Villa del Dique por la autopista de la RN9 hasta Oncativo. Hasta allí todo transcurrió con total normalidad y, con la tercera fila destinada a los tres de menor estatura, disfrutando todos de la comodidad del vehículo, cada quien con su respectivo cinturón de seguridad de tres puntos y apoyacabezas. Sumaron confort sus múltiples salidas de aire mientras que, gracias al Bluetooth y al buen sonido del audio, pudimos disfrutar del “playlist” que había elaborado previamente Justina, la mayor de las niñas, aunque debemos reconocer que pasado un rato configuramos el audio para que el sonido se reprodujera solamente por los parlantes traseros.
Calculadora en mano
Además de disfrutar del con- fort de marcha y de la buena insonorización del habitáculo, los largos tramos de autopista nos sirvieron para evaluar el rendimiento del motor naftero 2.7 de 166 CV asociado a la caja automática de seis velocidades. Con una respuesta a las órdenes del acelerador -que logramos mayormente llevando el
motor a altas revoluciones-, y teniendo en cuenta el porte y el peso del vehículo cargado, más una buena dosis de viento en contra, la computadora promediaba los 9,8 km/l a 120 km/h reales. Es decir que para cubrir los 300 km que separan Buenos Aires de Rosario, más otro tanto hasta Oncativo, utilizamos unos 62 litros de combustible, o sea casi un tanque (65 l) para cubrir los 600 kilómetros. A eso hay que sumarle los 110 kilómetros (ya un poco más trabados, porque hay que atravesar cuatro o cinco localidades), que restaban para llegar a nuestro destino. Este último recorrido también puso a prueba los neumáticos y las suspensiones, ya que varios tramos de la RP 29 se encuentran en reparación. El gentil perfil (205/65) en llantas de 16 pulgadas, inflados con 40 libras de presión, contribuyó
a sortear todos los pozos sin que nadie de la tripulación se enterara, salvo por un ruido de chapa que venía de atrás y que resultó ser la placa de la patente, que está sostenida solamente por dos tornillos ubicados en la parte superior.
Descansados
Ya arribados a destino, casi como si hubiéramos recorrido apenas unos kilómetros, comenzamos a buscar lugares para sacar fo- ttos, al mismo tiempo que nos preparábamos para evaluar el vehículo en situaciones diferentes, como caminos muy sinuosos o trepadas, paso por cunetas profundas y alguna que otra lomada. Estas últimas pusieron a prueba la robustez del chasis, al tiempo que evidenciaba el buen d despeje, a pesar de tratarse de un monovolumen o minivan. Por otro lado, las marcadas curvas d del camino que une La Cruz con Río de los Sauces, al sur
de Embalse Río Tercero Tercero, sacaron a la luz una tenida razonable para un familiar, siempre con el control de estabilidad dispuesto a dar una mano, aunque nunca se llegó a ese extremo, a pesar de exagerar los movimientos para las imágenes que nosotros llamamos “de acción”.
Culminado el trabajo “duro”, comenzamos a emprender el regreso, ya con menos pasajeros, porque varios decidieron seguir disfrutando de las vacaciones. Tras salir después del medi mediodía, gran parte del retorno lo hicimos de noche, situación que nos permitió ponderar la buena iluminación de los modernos proyectores LED y la agradable ambientación que, con la misma tecnología, ilumina el habitáculo en un tono azul y con la posibilidad de ajustar su intensidad.
Único en su especie
Tal como dijimos en el test que realizamos en la edición anterior
de Parabrisas, el valor del Innova va de los 709.900 pesos para la versión de entrada SR, hasta los 744.300 pesos para la SRV que utilizamos para esta nota. Es difícil encontrar en el mercado un vehículo con tanta amplitud, con semejante robustez, y, como si fuera poco, que no se dispare en los precios. Al mismo tiempo, el Innova tiene el respaldo de una marca, con una fama bien ganada, tanto en confiabilidad como en el servicio de posventa. Dicho combo, sumado a las virtudes propias del vehículo, propone al comprador un panorama más amplio del que puede imaginar, tal como nos sucedió al momento de realizar esta prueba tan especial.