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Potencia, calidad, diseño. La nueva generación de esta naked intermedia surge como una moto superior a su antecesora en todo sentido. Una de las motos más divertidas de nuestro mercado.
KTM 390 Duke
Más atractiva, agresiva y eficaz. ¿Es una moto ideal para el día a día? Sí, claro. Pero también se erige como un modelo idóneo para entrar de lleno en el mundo de las sensaciones deportivas. Esta “tres-noventa” integra el selecto grupo de las naked de media cilindrada que tanta falta hacían en nuestro mercado. Entre todas las presentes a la fecha es, claramente, la más poderosa de todas. En calidad compite “palo a palo” con la Yamaha MT-03, pero la japonesa tiene otro perfil: es una bicilíndrica progresiva, suave, confortable... mientras que esta KTM saca a relucir lo mejor de sí cuando se enrosca el puño derecho y el “mono” empieza a empujar.
Lógicamente, lo primero que se advierte al contemplar la silueta de esta Duke es su lograda imagen. Encanta. Y se roba todas las miradas. Está claro que los ingenieros del departamento de diseño y desarrollo de la planta de Mattighofen lograron un trabajo fenomenal: si hay un segmento en la industria de la moto en el que es difícil innovar en cuestiones estéticas, ese es de las naked. Pero esta austríaca sorprende a primera vista con un look frontal compuesto por una óptica de novedoso diseño de líneas afiladas y tecnología led. Y un tanque de combustible de acero más ergonómico, que permite mejores puntos de contacto con las rodillas y aporta con una mayor autonomía (aumentó su capacidad de 11 a 13,4 litros).
Equilibrada
“Es una moto de cualidades dinámicas sobresalientes, tanto en lo referente a la parte ciclo como al motor”, manifestaron los directivos de la marca durante su presentación mundial. Y la verdad eso se comprueba a los mandos inmediatamente. Lo liviana que se siente, la rapidez con que permite realizar cambios de dirección, y la estabilidad y seguridad que transmite a alta velocidad, son algunos de los aspectos más destacados de este nuevo modelo.
El hecho de que las nuevas suspensiones no sean regulables ‒costos de fabricación, claro‒ podría suponer un comportamiento mixto no muy equilibrado. Error: el nuevo equipo WP (con pistón independiente atrás y cartuchos abiertos adelante) ofrece un compromiso notable, ya que junto a la disminución de los recorridos el equilibrio entre ciudad y ruta a buen ritmo es absoluto. Ergo, la suspensión no se percibe dura en el ámbito citadino, por lo que no se sienten tanto las irregularidades del asfalto, ni es blanda en vías rápidas, permitiendo atacar las curvas con mucha confianza.
La caja de cambios está perfectamente escalonada y ofrece un tacto muy agradable. Una vez engranada la primera, el monocilíndrico empuja de forma lineal, pero con mucha contundencia. Casi no hay vibraciones (¡puntazo a favor por tratarse de un “mono”!). Y la lanza hacia delante mostrando todo su poder. Ojo: no es una moto que intimide, pero hay
que respetarla. El motor de 373,2 cm3 (adaptado a la norma Euro4) cuenta ahora con sistema de acelerador electrónico ride-by-wire, que garantiza respuesta inmediata. Los 44 CV y los apenas 149 kg en seco son responsables de su sorprendente relación de peso/potencia.
Tecnología
La 390 Duke también es la primera de su categoría en incorporar un panel
de instrumentos con tecnología TFT (siempre reservado a las motos de mayor cilindrada). Moderna, de intuitiva lectura y muy completa, la pantalla se adapta automáticamente a los cambios en la luz ambiente ofreciendo una visibilidad óptima en todo momento. Además, puede combinarse con el agregado del sistema de conectividad My Ride que ‒Bluetooth mediante‒ permite emparejar cualquier smartphone compatible.
Si bien se redefinió la posición de conducción, también es nuevo el asiento. Ahora es de dos piezas y brinda un confort muy superior ‒mayor mullido‒ a ambos ocupantes a la hora de emprender largos recorridos. Tanto piloto como el eventual segundo de a bordo, agradecidos. Además, las palancas de embrague y de freno ahora se pueden ajustar según las preferencias del conductor.
De yapa, y combinado con el ABS de dos canales ‒desconectable‒ ahora el disco de freno delantero es más grande (320 mm), y garantiza un poder de detención más eficaz, con distancias de frenado más cortas. En este momento, esta pequeña “streetfigther” austríaca es una de las motos más divertidas en nuestro mercado y, por ende, un producto ideal para empezar a contagiarse con las sensaciones deportivas.