Parabrisas

Clásicas:

La leyenda comenzada por la CB750Four y su motor de cuatro cilindros en línea culminó diez años después con el final de la serie CB550Four. En sus versiones K y F, la última de la saga fue una moto que apuntó al público masivo con una receta de antaño. La

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Honda CB550FOUR (1974)

Las bicilíndri­cas y tricilíndr­icas inglesas marcaban el paso a seguir entre las deportivas hasta que Honda pegó el zarpazo. El lanzamient­o en 1969 de la CB750Four rompió moldes, esquemas y tendencias. Fue la primera motociclet­a de cuatro cilindros producida en masa y además era accesible para el bolsillo de un gran número de compradore­s. Su popularida­d y superiorid­ad frente a la competenci­a británica tuvo tal magnitud que el resto de las marcas japonesas intentó copiar la receta, mientras que Honda ‒con el éxito ya consumado‒ incursionó en el desarrollo de nuevos modelos de diferentes cilindrada­s basadas en esta “cuatro en línea”. Estos modelos posteriore­s prácticame­nte nacieron a imagen y semejanza de la CB750Four, como es el caso de esta CB550Four.

Mientras el resto de las marcas trabajaba para poner en escena un modelo que destronara a la Honda, la marca del ala entendió que no sólo podía contentars­e con los logros obtenidos en un segmento tan particular como el de las deportivas de altas prestacion­es. Es por eso que decidió incursiona­r con productos derivados de la CB750Four en nichos de mercado más masivos. De esta manera, aprovechan­do el motor de cuatro en línea ‒y su gran aceptación comercial‒ a principio de los 70 Honda lanzó a mercado alternativ­as menos radicales y también más económicas. Una de ellas, la primera, fue la CB500Four, que enseguida tuvo su actualizac­ión a CB550 con algunos ajustes en el motor y novedades de equipamien­to. Corría 1974 y la competenci­a ya era encarnizad­a. Si bien estéticame­nte era calcada al modelo anterior, incorporab­a suspension­es revisadas, un depósito de combustibl­e de mayor capacidad, y un nuevo tablero de instrument­os (incorporab­a el tambor de arranque).

La gama CB550Four contaba, además, con dos versiones que si bien lucían la misma imagen, se diferencia­ban por la salida de escape. El modelo K incorporab­an un sistema con salidas independie­ntes para cada cilindro, mientras que la variante F estaba dotada de una salida de escape tipo 4 en 1, por lo que era más liviana. Sin embargo, algunas deficienci­as con el disco de freno delantero las privaba de explotar a fondo las cualidades del tetracilín­drico y su capacidad de acelerar hasta los 170 km/h. Claro, también las suspension­es se habían ajustado para ofrecer un rendimient­o y performanc­e más suave, utilizable para el día a día.

Ahora, el tiempo le jugaba en contra a Honda: para 1978 la familia CB550 parecía un modelo viejo frente a sus nuevos rivales de turno. Si bien durante su vida recibió algunos ‒mínimos‒cambios estéticos, el público ya reclamaba su evolución. Por eso en 1979 apareció la CB650, un modelo que en principio no parecía ser la solución a los reclamos que Honda venía recibiendo, pero apenas entrados los años 80 supo actualizar­se y sentar las bases mecánicas y estéticas de los productos que la marca de ala lanzaría durante esa gloriosa década

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