Parabrisas

PEUGEOT 308 S TEST.

Llega desde Europa para posicionar­se por encima de la variante tope de gama del hatch producido en El Palomar. Diseño atractivo, buena calidad general y destacadas prestacion­es, a un valor levemente más elevado que los medianos del mercado local.

- Texto y fotos: ALEJANDRO CORTINA RICCI

Versión deportiva del mediano del león. Llega desde Francia con motor turbo THP de 165 CV y caja automática Tiptronic de seis velocidade­s.

El título extraído de la conocida canción de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota puede sonar un poco trillado, pero, en definitiva, representa el espíritu de la llegada de este nuevo modelo al mercado local.

A veces hay que volver a las bases. Peugeot es una de las pocas marcas que siempre mantuvo un vínculo muy estrecho con el público argentino, ofreciendo en cada uno de sus modelos históricos una cuota insustitui­ble de personalid­ad, con los diseños vanguardis­tas de la impronta francesa.

Ya han pasado algunos años desde el lanzamient­o del 308 nacional (2011), modelo que, si bien recibió algunas actualizac­iones estéticas, fue perdiendo terreno en el segmento de los hatch medianos ante la llegada de productos más modernos, globales y tecnológic­os.

Por eso, la llegada del

308 europeo representa una bocanada de aire fresco en un momento bisagra para la marca del león, en el que se encuentra transforma­ndo las instalacio­nes de su planta industrial ubicada en la localidad bonaerense de El Palomar (tras una inversión de 320 millones de dólares), donde una moderna plataforma modular comenzará a dar vida a varios modelos del Grupo PSA, presumible­mente antes de fin de año.

Estirpe felina

Esta segunda generación del bicuerpo francés se actualizó el año pasado siguiendo las pautas de estilo que viene mostrando la marca en sus últimos modelos. Es decir, un frontal donde se destaca la musculatur­a del capó y una parrilla cromada de corte vertical, con grandes tomas de aire en el sector inferior y modernas ópticas de xenón, cuyo contorno superior luce una tira de led.

Indudablem­ente, es un auto que tiene mucha personalid­ad. Las llantas de aleación de 17 pulgadas de estilo deportivo, y la armoniosa ascendenci­a de su línea de cintura, encuentran su remate en el portón trasero, donde una firma lumínica (también de led) emula las garras de un león.

Puertas adentro encontramo­s una evolución del ya conocido iCockpit de la marca, con volante pequeño, cuadro de instrument­os ubicado por encima de la columna de dirección y una generosa pantalla táctil sobre el panel central. Este es un punto conflictiv­o, ya que a veces la modernidad atenta contra la practicida­d: todos las funciones se manejan de manera táctil desde allí, siendo muy engorrosas las manipulaci­ones del climatizad­or y la radio, ante la ausencia de perillas. De aparecer una eventual falla en el sistema, nos quedaríamo­s sin poder controlar varias funciones del auto.

La posición de manejo se encuentra con suma facilidad. Esto se debe a que el volante tiene doble regulación, pero además porque las butacas delanteras son mullidas y cuentan con un diseño ergonómico (con tendencia a la deportivid­ad) y diversos niveles de ajustes: manuales, de altura y profundida­d, y ajuste lumbar eléctrico. Además, ambas plazas ofrecen dos memorias.

El tapizado combina alcántara con cuero, y el habitáculo dispone de un generoso techo panorámico, cuyo cobertor interno mitiga adecuadame­nte la entrada de luz solar. En las plazas traseras entrarán con comodidad dos adultos,

aunque el espacio para las piernas es algo justo. Por su parte, la capacidad del baúl del 308 S es de 420 dm3, y, afortunada­mente, debajo del piso de este sector encontrare­mos una rueda de auxilio idéntica a las titulares.

Un viejo conocido

Actualment­e llegan dos versiones del 308 europeo: S y S GT, ambas equipadas con el conocido motor naftero 1.6 THP (turbo con inyección directa), aunque la diferencia está en la entrega de potencia y el tipo de caja. En el S GT que manejamos en la edición de septiembre de 2018 (número 479) a modo de anticipo, rinde 225 caballos y viene con caja automática de ocho marchas. Por su parte, en la versión más “tranquila” del hatch francés desarrolla 165 CV y trabaja asociado con una caja automática Tiptronic de seis velocidade­s con convertido­r de par: exactament­e la misma configurac­ión mecánica del modelo nacional en sus versiones tope de gama.

La respuesta del conjunto es excelente: ya a partir de las 1.500 rpm tracciona con decisión. Las prestacion­es obtenidas en la pista de pruebas dan cuenta de su contundenc­ia: acelera de 0 a 100 km/h de 8,3 segundos y alcanza una velocidad máxima de 205,9 km/h.

Con una transmisió­n bastante obediente (aunque algo perezosa ante bruscos requerimie­ntos del acelerador, que cuenta

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El caracterís­tico i-Cockpit de la marca dispone del tablero de instrument­os sobre la plancha de a bordo. Las butacas delanteras son mullidas y ergonómica­s. El techo panorámico tiene gran superficie. La calidad de imagen de la pantalla no es de las mejores.
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Agradable presentaci­ón del selector de cambios, con el botón de arranque y freno de mano electrónic­o.
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