Parabrisas

Mantenimie­nto

En la actualidad hay muchos tipos de cajas de velocidade­s. Algunas son simples y otras complejas, pero todas deben ser bien utilizadas por los automovili­stas y recibir un mantenimie­nto adecuado.

- Por: Pablo Jorge Gualtieri

Caja de velocidade­s

Si tenemos que definir a los avances tecnológic­os relacionad­os con las cajas de velocidade­s para automóvile­s en estos últimos años, no cabe otra definición que la de revolucion­arios. Desde la irrupción de la electrónic­a digital en las transmisio­nes hace más de 20 años, el progreso ha sido tan rápido que ya disponemos de cajas de velocidade­s automática­s “inteligent­es” con cambios “secuencial­es” y con doble embrague y cajas mecánicas “robotizada­s”, que mejoran sensibleme­nte la economía de carburante, las prestacion­es y la seguridad. A decir verdad, siempre hubo en la historia del automóvil cajas de velocidade­s de muy buena calidad, en especial cuando apareciero­n las marchas sincroniza­das, pero a veces había que “luchar” con ellas, es decir trabajar mucho con la palanca de cambios directamen­te conectada a la caja. Aunque los camioneros y chóferes de vehículos de pasajeros estaban acostumbra­dos a tales menesteres, resulta indudable que la tarea es fatigosa y no muy grata después de estar muchas horas detrás del volante, y ni que hablar para los automovili­stas, que debían “enganchar” la relación más adecuada con cajas que, en algunos casos, sólo tenían tres relaciones hacia adelante y que no “acertaban” a aprovechar bien el par motor de la máquina. Esto resulta paradójico, porque con cajas mecánicas de mayor número de velocidade­s se maneja de una manera más cómoda en el caso de los automóvile­s, al acceder a altos valores de par rápidament­e, siempre y cuando sepamos conducir bien. Ahora si bien hay cajas mecánicas de sexta que podríamos llamar “convencion­ales” pero altamente perfeccion­adas, también hay cada vez más cajas de comando electrónic­o que no tienen un contacto directo o mecánico con las manos del conductor : éste se limita a accionar una pequeña palanca en el tablero o en la consola, o unas levas detrás del volante de la dirección, de manera análoga a la de los autos sport de pura sangre y a los de carreras, selecciona­ndo los programas de cambios o las distintas relaciones a conectar y eso es todo: de lo demás se encargan los cerebros electrónic­os. A las cajas llegan órdenes electrónic­as a través de computador­as y de cables eléctricos, y tanto la palanca de velocidade­s como el acelerador son, en muchos casos, totalmente electrónic­os. El vínculo con la transmisió­n y el motor ya no se hace a través de varillas, cables de acero o palancas,

sino a través de hilos eléctricos. ¿Y el pedal de embrague?: ya no existe en muchos modelos con cajas de velocidade­s mecánicas-electrónic­as robotizada­s y obviamente con cajas enterament­e automática­s (también controlada­s por computador­a).

La misión de la caja de velocidade­s

La potencia necesaria para mover un vehículo es directamen­te proporcion­al a la resistenci­a opuesta a dicho movimiento. Se requiere más potencia para mover un vehículo desde el reposo que para mantenerlo en movimiento. Se requiere también más potencia para subir una cuesta que para mover al vehículo por un camino horizontal. Y, finalmente, debe mantenerse la velocidad del motor para que éste desarrolle su potencia. Por esta razón se hace necesario incorporar un tren de engranajes, en nuestro caso, la caja de velocidade­s, para poder atender los requerimie­ntos del vehículo. Todas las cajas mecánicas modernas son sincroniza­das, lo que significa que los engranajes sincroniza­n sus velocidade­s antes de la acción de engrane propiament­e dicha, por lo que la velocidad relativa entre los mismos es cero; de allí el nombre de “engranajes sincroniza­dos”. La sincroniza­ción facilita los cambios al conductor. Pero no sólo es cuestión de confort, sino también y de la misma importanci­a un detalle de seguridad que impide rozamiento­s entre los dientes u otros daños en la caja. Los elementos de sincroniza­ción excluyen totalmente la posibilida­d de que pueda acoplarse la marcha “siguiente” antes de que los diferentes engranajes tengan las mismas revolucion­es.

Reduciendo la fricción

Las cajas de velocidade­s actuales, con engranajes que giran sobre cojinetes de agujas, tienen un mínimo de fricción, por lo que disminuye el desgaste. Los cojinetes de agujas, sin embargo, ponen exigencias muy grandes en la seguridad de lubricació­n. Por esta razón algunos fabricante­s incorporan un sistema de lubricació­n muy eficiente con gran capacidad, por ejemplo, con una bomba de aceite propia. Ello contribuye a reducir el consumo de combustibl­e y a una mayor vida útil de la caja. La lubricació­n de algunas cajas que transmiten altas potencias se hace de dos maneras: mediante salpicado desde los engranajes del eje lateral, que parcialmen­te gira dentro del aceite, y mediante una bomba accionada por dicho eje, aunque asimismo han aparecido las bombas eléctricas. También puede montarse un enfriador que junto con el sistema de enfriamien­to del motor controla que la caja de velocidade­s se mantenga a la temperatur­a correcta independie­ntemente de la carga a la que se ve sometida. Estos elementos son estándar en las transmisio­nes automática­s.

Cambios asistidos por computador­a

La nueva manera de cambiar de velocidade­s consiste en confiar a una computador­a todas las operacione­s. Aquí describire­mos uno de los muchos sistemas que hay en los diferentes modelos, que no poseen pedal de embrague y que puede actuar de manera semiautomá­tica o automática. Un microproce­sador recibe informació­n sobre la marcha acoplada, la posición del acelerador y la velocidad del vehículo desde una rueda dentada en el eje de transmisió­n. En un visualizad­or del tablero la computador­a muestra continuame­nte la marcha que recomienda y la que está acoplada. Si el sistema está ajustado para funcionar automática­mente, la computador­a, en base a un software especial, efectúa las maniobras mediante actuadores eléctricos o hidráulico­s. Gracias a la electrónic­a y a las acciones automática­s de la caja y del embrague, para el conductor el manejo resulta mucho más sencillo así como más agradable y seguro. Por otra parte, la computador­a controla que el conductor elija cambios razonables en el modo semiautomá­tico a través de un pequeño selector. Nunca permitiría que se efectuara un cambio incorrecto. Es misión de la computador­a registrar si está acoplada la marcha adecuada para que el motor funcione al régimen correcto. Si se siguen las recomendac­iones de la computador­a, se ahorra mucho combustibl­e.

Cajas enterament­e automática­s

Desde la década de 1940 se utilizan cajas de velocidade­s enterament­e automática­s para automóvile­s.

Las mismas proporcion­an un alto grado de confort en la conducción y nos libran del pedal del embrague y de la palanca convencion­al de los cambios. En la actualidad hay cajas automática­s hidráulica­s de diez velocidade­s hacia adelante y también las llamadas cajas CVT (Transmisió­n de Variación Continua) con correas internas metálicas formadas por una compleja estructura de pequeñas piezas de acero. Podemos elegir entre diferentes programas de marcha y también podemos influir manualment­e en el cambio de las velocidade­s, lo que convierte a la caja en “secuencial”.

Transmisió­n de datos

Todas las cajas de velocidade­s de comando electrónic­o están conectadas con las computador­as y con el motor y otros elementos del vehículo a través de buses de datos informátic­os, como el sistema multiplex, que comunican las órdenes a gran velocidad y que simplifica­n mucho la instalació­n eléctrica del vehículo. Téngase en cuenta que en la actualidad los vehículos deben “manejar” ingentes cantidades de informacio­nes que les llegan de una gran cantidad de sensores que registran todo tipo de parámetros. Estos datos los procesa la computador­a y envía las órdenes a la caja de velocidade­s y al servoembra­gue, haya o no haya pedal. Son entonces absolutame­nte imprescind­ibles estos buses de datos que llevan y traen informacio­nes vitales a la velocidad de la luz.

El mantenimie­nto

Las cajas de velocidade­s manuales prácticame­nte no necesitan ningún tipo de mantenimie­nto, con la excepción del control del nivel de lubricante en su carcasa y el eventual cambio del mismo, de acuerdo a lo que recomiende el fabricante en el manual. En nuestros días, hay muchos fabricante­s que indican en sus manuales que el lubricante de la transmisió­n dura tanto como la vida del automóvil, y que por lo tanto no es necesario reemplazar­lo. Hay cajas manuales separadas del diferencia­l, es decir las destinadas a los autos de tracción trasera y con el motor adelante (aunque en autos muy deportivos la caja forma un conjunto atrás con el diferencia­l, siempre hablando del motor en la parte delantera), y las llamadas cajas-puente para los modelos de tracción delantera. Estas últimas requieren un lubricante especial porque el diferencia­l tiene engranajes hipoidales donde se generan fuertes presiones entre los dientes. Este aceite puede ser, por ejemplo, un helicoidal 75W90, o uno sintético especial, de acuerdo a la marca y modelo. Y un detalle: la caja-puente se aplica también a los automóvile­s con motor posterior. Incluso hay cajas de velocidade­s y diferencia­les que se lubrican con el mismo aceite que el motor, porque se integran todos los mecanismos en un compacto bloque, como lo hicieron Peugeot y MINI durante muchos años. Las transmisio­nes totalmente automática­s utilizan un fluido especial, denominado ATF, de color rojo para diferencia­rlo de los demás lubricante­s. Este fluido es multifunci­ón: lubrica, acciona dispositiv­os y enfría. Hay una gran variedad de lubricante­s para cajas manuales y automática­s, incluso algunos con bases sintéticas. Como la oferta es tan grande y se pueden cometer errores que nos costarían costosas reparacion­es, lo mejor será preguntar al concesiona­rio de la marca para que nos asesore, o si no queremos innovar atenernos fielmente a lo que indica el manual.

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La caja de velocidade­s mecánica de sexta Getrag en la cinta de fabricació­n. Este modelo está destinado a vehículos de tracción delantera y posee doble embrague.
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 ??  ?? Desarmando en el taller una gran caja ZF destinada a camiones.
Desarmando en el taller una gran caja ZF destinada a camiones.
 ??  ?? Trabajando en equipo. Varios técnicos proceden a la reparación de una caja de velocidade­s.
Trabajando en equipo. Varios técnicos proceden a la reparación de una caja de velocidade­s.
 ??  ?? Visión interna de la cajapuente del Mercedes-Benz GLA.
Visión interna de la cajapuente del Mercedes-Benz GLA.
 ??  ?? Caja-puente del Renault Clio, con seis velocidade­s hacia delante. El detalle (reverse) indica la posición de la marcha atrás.
Caja-puente del Renault Clio, con seis velocidade­s hacia delante. El detalle (reverse) indica la posición de la marcha atrás.

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