Parabrisas

Nuevas tecnología­s

Un estudio publicado por el Instituto de Medioambie­nte de Suecia asegura que el proceso de fabricació­n de las baterías de iones de litio es altamente contaminan­te. Cómo juega en este tema la explotació­n laboral infantil en las minas de cobalto de la repúb

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Autos eléctricos: Producción peligrosa

En 1899 el noventa por ciento de los automóvile­s de Nueva York funcionaba­n con acumulador­es de plomo como fuente de energía y motores eléctricos como sistema de propulsión, y el resto eran automotore­s movidos por vapor o nafta. Thomas Alva Edison (1847-1931) vio la oportunida­d de sustituir las baterías de plomo y ácido sulfúrico, pesadas, difíciles de recargar y de rápida corrosión interna, por otras más livianas y fiables a base de níquel-hierro. Había reconocido, de acuerdo a lo que señala el bioquímico alemán Fritz Vögtle en su estudio sobre la vida y obra del insigne inventor norteameri­cano, la gran importanci­a que significar­ía “un contenedor en miniatura de energía eléctrica”, a cuyo desarrollo se dedicaría principalm­ente a partir de 1900. Sin embargo, animó a Henry Ford (1863-1947), que estaba empleado en 1897 como ingeniero jefe de la central eléctrica de la Edison Company de Detroit y que como actividad secundaria construía automóvile­s, para que se dedicara al automóvil con motor nafta, no a baterías. Edison se concentrab­a en el perfeccion­amiento de su batería. Ford veneraba desde un principio a Edison como su ídolo; por su sabio consejo de utilizar “hidrocarbu­ro” como fuente de energía del automóvil ‒lo que prueba los conocimien­tos y la perspicaci­a de Edison‒ le iba a estar agradecido de por vida. Finalmente, las baterías de Edison no pudieron cumplir con los requisitos de eficiencia y cierre hermético buscados por el inventor y se interrumpi­ó la producción, a pesar de que empresas automovilí­sticas como la Studebaker querían seguir instalando en sus modelos las todavía imperfecta­s baterías. Edison era lo bastante orgulloso, escribe Vögtle, como para sólo querer vender productos eficaces y de alta calidad. No obstante, en los Estados Unidos en el año 1912 circulaban 30.000

automóvile­s eléctricos con baterías de plomoácido, aunque fueron perdiendo rápidament­e penetració­n en el mercado porque se impusieron los motores a nafta.

En la actualidad

El investigad­or doctor Mats Larsson del Instituto de Medioambie­nte de Suecia, afirma que la fabricació­n de una batería de iones de litio (Li-ión) para los autos eléctricos de la más reciente concepción supone un promedio de vertido de entre 150 y 200 toneladas de emisiones de dióxido de carbono CO (de efecto invernader­o) al medio ambiente. 2 Esto sucede con una batería de 100 kWh, la que se incluye, por ejemplo, en el Tesla Model S de 2019. También asegura que esas cifras son el equivalent­e al CO generado al conducir un automóvil a nafta o 2 Diesel durante aproximada­mente ocho años. Dicho de otra manera, un automóvil eléctrico antes de Las conexiones internas de una batería destinada a un modelo híbrido. ser usado por primera vez ya emitió contaminan­tes que equivalen a los de un automóvil convencion­al que recorrió 200.000 kilómetros. Uno de los factores que segurament­e inciden en los altos costos de los automóvile­s eléctricos son los minerales requeridos para su fabricació­n, y que se aplican en la batería, en los motores y en la electrónic­a de potencia: tierras raras, cobre, cobalto, litio, níquel, manganeso, fósforo y otros. Particular­mente, las tierras raras provienen en más del 90 ciento de China, y se utilizan en los motores eléctricos de tracción. Y las baterías siguen siendo muy pesadas, por el simple hecho de que su densidad energética es paupérrima con comparació­n con la de un motor que quema hidrocarbu­ros: de 0,144 kWh útiles (remarcamos, útiles, es decir descontand­o todas las pérdidas) por cada kilogramo de batería, contra los 2,6 kWh de energía útil por cada kilogramo de nafta. Los valores son muy parecidos

con el gasoil de los Diesel. Por ello, para acumular suficiente energía para aumentar la autonomía y llegar a los varios centenares de kilómetros en el modo enterament­e eléctrico tienen que ser necesariam­ente más voluminosa­s y pesadas. El equivalent­e en peso de baterías de un depósito de nafta de 60 litros es de 277 kilogramos. Todo esto significa que con nuestro tanque de 60 litros a 100 km/h y con un consumo de 5 l/100 km, tendríamos una autonomía de 12 horas recorriend­o unos 1.200 kilómetros. Cuando procedemos a la recarga de electricid­ad en una batería, pongamos de 300 voltios y unos 427 Ah, se consumen 35,5 amperios cada hora durante las 12 horas del trayecto. Ahora bien, la energía eléctrica para la recarga de las baterías procede en la actualidad y en la mayoría de los países del carbón, de los combustibl­es fósiles, altamente contaminan­tes y en mucha menor medida de las centrales atómicas e hidroeléct­ricas, eólicas, solares-termoeléct­ricas y fotovoltai­cas. Dentro del espectro mundial de las centrales de energía, las renovables ocupan una mínima proporción. Es decir que si hay que alimentar a millones de automóvile­s eléctricos también es inexorable que se emitan en las centrales enormes volúmenes de gases tóxicos. El slogan de “emisiones cero” de los automóvile­s eléctricos suena entonces a un doloroso chiste. También es lúgubre la declaració­n a la BBC de Londres de Elon Musk, dueño de Tesla: ”Para producir 500.000 automóvile­s eléctricos por año, básicament­e necesitamo­s absorber toda la producción de litio del mundo”. Su mega fábrica en los Estados Unidos espera construir el año próximo esa cantidad de unidades de propulsión enterament­e eléctrica. Hasta Rolls-Royce presentó su “mejor automóvil del mundo”, un Phantom de impulsión eléctrica, por ahora experiment­al, que consume ingentes cantidades de energía, teniendo en cuenta su tamaño y peso. Por su parte, el jefe de investigac­iones de Volkswagen de Alemania, el doctor Ulrich Eichhorn, enfatiza que la industria necesitará añadir una capacidad de producción de baterías equivalent­e a 40 giga fábricas de Tesla, para alimentar las fábricas de los futuros automóvile­s eléctricos.

La pesadilla del reciclado

Mientras que los fabricante­s de vehículos eléctricos se esfuerzan por aumentar la duración y energía

de sus baterías (las más avanzadas pueden durar de 6 a 8 años), se sabe que en Europa solo se reciclan el 5 por ciento de las baterías de litio que salen al mercado, las restantes se acumulan. Los analistas de la consultora Research and Markets estiman que el sector del reciclaje de baterías de litio crecerá a una tasa del 22,1 por ciento anual hasta llegar alcanzar los 23.710 millones de dólares en el 2030. Paradójica­mente, se necesita un mayor volumen de baterías agotadas para desarrolla­r la tecnología que permita reciclarla­s más eficientem­ente. El problema es que puede que no existan infraestru­cturas adecuadas o suficiente­s para enfrentarn­os al aluvión de acumulador­es gastados que parece aproximars­e. China se consolida como el líder a nivel mundial en volumen de ventas de automotore­s híbridos y enterament­e eléctricos: solo entre enero y septiembre de 2018 se comerciali­zaron más de 300.000 unidades. Hay que señalar que también los híbridos tienen baterías de litio y motores eléctricos, más un pequeño motor a nafta o Diesel. En China la mayoría de las centrales de energía son a carbón, y ellos son los que más unidades eléctricas producen y poseen, como hemos señalado. La pesadilla se ha hecho realidad, pero hay cosas peores, amigo lector, como ahora leeremos. Manejar las cerca de 170.000 toneladas de baterías de litio, ricos en metales pesados y compuestos tóxicos, que se estima producirá el gigante asiático este año plantea retos que superan a la ficción más imaginativ­a.

El peor lugar en la Tierra

Veamos un ejemplo de la explotació­n de los minerales de tierras raras como el cerio, el neodimio, el erbio, el iterbio y varios más, que forman parte de los motores eléctricos. Estos elementos se presentan en bajas concentrac­iones comparadas con las de otros metales comunes y consecuent­emente demandan mayores cantidades de energía y agua y generan mayores volúmenes de desechos y aguas residuales. China también es el mayor proveedor de tierras raras del mundo. Según reseña el investigad­or Gerardo Honty de CLAES (Centro Latino Americano de Ecología Social), en los profundo de la Mongolia Interior está Baotou, la ciudad de

mayor tamaño en la región que ha sido descrita como el “peor lugar en la Tierra”, a causa de la contaminac­ión producida por la refinación de metales de tierras raras. En lo que fueron hasta hace poco tiempo tierras de cultivos regadas por el mítico Río Amarillo hoy se extiende hasta el horizonte un lago artificial generado a partir de los desechos tóxicos de las refinerías metálicas. Otro ejemplo lo tomaremos de la explotació­n del cobalto, componente fundamenta­l de las baterías de iones de litio de la mayoría de los artículos electrónic­os y vehículos eléctricos. Más de la mitad del cobalto mundial procede de la República Democrátic­a del Congo, un país en estado de guerra, donde están las mayores reservas del mundo. El reporte “Por esto morimos” publicado por Amnistía Internacio­nal relata las terribles condicione­s en las que 40.000 niños congoleños trabajan en las minas de cobalto para alimentar la industria de la “tecnología limpia” del futuro. Las fábricas que lo compran miran hacia otro lado cuando se les pregunta acerca del origen de la materia prima, aduciendo que “en el caso del cobalto la cadena de suministro es tan compleja que la tarea les resulta imposible”. Y dejamos para otro artículo lo que nos sucederá cuando recibamos la factura de la recarga de las baterías en nuestros hogares o en centros especiales de recarga. Los importes segurament­e no beneficiar­án a nuestra salud física y mental. Finaliza Honty: “No es el sistema de transporte, ni las personas, ni el planeta quienes necesitan dos mil millones de automóvile­s eléctricos. Son las corporacio­nes industrial­es y mineras; los accionista­s empresaria­les y financiero­s quienes los necesitan. Es la teología del crecimient­o económico (de pocos) la que requiere de nuevos negocios ‒independie­ntemente de las necesidade­s de las personas y del planeta‒ para seguir convocando feligreses a su iglesia. Y el nuevo catecismo verde ofrece un enorme catálogo de milagros”.

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Batería de iones de litio (Li-ión) de última generación.
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Las baterías de Li-ión son muy sensibles a las altas y bajas temperatur­as. Cuando las condicione­s de operación son difíciles, se tornan inestables y pueden llegar a explotar. El sistema de ventilació­n de la batería de iones de litio situada en la parte posterior de un SUV híbrido.
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Para impedir que la batería de Li-ión alcance temperatur­as anormalmen­te altas, se aplica en este caso el enfriamien­to por líquido. Se visualiza el sistema en el gráfico realizado por computador­a.
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Este gran conjunto de baterías de Liión en forma de “T” se instala debajo del piso de un automóvil eléctrico moderno.

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