Recorrido por Buenos Aires
Celebrando 22 años de producción nacional, la marca japonesa organizó una caravana con la camioneta más vendida de la Argentina por caminos poco transitados de la llanura bonaerense, su ámbito propicio para cosechar el liderazgo.
El título de esta nota no sólo alude a que la Hilux se fabrica desde hace más de dos décadas en la Argentina, sino también a uno de los comerciales que Toyota realizó allá por el año 2002. Por entonces este modelo empezaba a conocer el liderazgo, y en la marca optaron por una receta bien argentina: un film en el que su camioneta se lucía sobre caminos de campo, con mucho barro y música de Soledad Pastorutti.
Siempre es bueno probar un vehículo en su ámbito laboral y bajo circunstancias reales. Para nosotros es algo habitual -a la hora de buscar una foto ideal para las producciones- atravesar caminos poco transitados, principalmente de la extensa provincia de Buenos Aires. Esta vez, a Toyota le pareció oportuno realizar una travesía de este tipo, en los que enlazamos alrededor de cuatrocientos kilómetros, muchos de ellos en tramos sin asfaltar. La excusa, perfecta: celebrar el vigesimosegundo aniversario de la producción local de la pick-up líder en su segmento durante trece años consecutivos, posicionada además durante el último tiempo como el modelo más vendido de nuestro mercado.
Con un grupo de periodistas colegas compartimos camionetas y un par de días de pura
tranquilidad durante los que visitamos San Antonio de Areco, Azcuénaga y Junín, además de atravesar diversos paisajes poco transitados. La caravana estaba integrada por tres Hilux GR-Sport y similar cantidad de SRX, diseminadas con transmisión manual y automática.
La GR-Sport es una edición limitada de 500 unidades para el mercado argentino, que ya probamos en el número anterior frente a la Ford Ranger Black Edition. Y a la SRX nos subimos al inicio de la primavera 2018, momento en el que presentó ligeros cambios de diseño.
Si hablamos del conjunto, debemos decir que la solidez estructural de la Hilux continúa siendo uno de sus puntos favorables. Dialogando por casualidad con un usuario poseedor de una reciente DX doble cabina, lo consultamos acerca de si no tuvo otra
opción de modelo. Su respuesta fue: “Es que no me alcanzaba para una más equipada; por eso elegí la DX”. Le aclaramos que nos referíamos a una pick-up de otra marca. Fue contundente: “Ni loco. La Hilux no se rompe nunca”.
Estos comentarios suelen ser habituales, más teniendo en cuenta que los usuarios del interior del país suelen ser más conservadores. Es que en este sentido, la pick-up producida en Zárate no los defrauda, como tampoco la marca, con un servicio de posventa que hoy por hoy se considera como uno de los mejores, sino el
mejor dentro del territorio.
Volviendo a la travesía, en caminos alternativos de este tipo no se puede pedir ni confort ni señalización adecuada. Y menos que menos seguridad, por lo que la camioneta tiene que suplir estas faltas. Quizás la Hilux no sea la más confortable de su segmento, pero logra reunir las mayores aptitudes a la hora de combinar comodidad y seguridad con la rudeza en el trabajo.
En un tramo de tierra cerrado al tránsito nos ofrecieron probar las diferencias de funcionamiento entre la SRX y la GR. Lo hicimos a velocidad elevada, tal una etapa del Dakar (para principiantes). Y si bien percibimos que ambas transmiten sensaciones de manejo similares, las diferencias de la GR se establecen en una mayor firmeza del volante en terreno desparejo, algo evidentemente provisto por los amortiguadores, de mayor firmeza. Por otra parte, como notamos en la prueba del mes pasado, al doblar exigidos el rolido de la carrocería es mucho menor que el de una Hilux convencional. Por el resto, las diferencias son mínimas, aunque no tanto en el plano estético.
En cualquier caso, sea sobre el terreno que fuere, hay algo que es innegable: la Hilux se ganó al cliente de campo, tanto como en otra época lo hizo la Ford F-100. Un logro merecido tras veintidós años de producción ininterrumpida.