Parabrisas

LA FLECHA NEGRA

Una moto diferente. Un concepto estilístic­o que levantó polvareda cuando se la conoció mundialmen­te y también ahora, luego de su llegada a nuestro país. Monocilínd­rico de 43 CV y herencia KTM, y calidad premium en cada detalle.

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Se trata, sin lugar a dudas, de la moto más llamativa que arribó a nuestro mercado en los últimos tiempos. La marca de origen sueco (nació fabricando armas de fuego, luego máquinas de coser y, desde 1903, motociclet­as) llega a nuestro país de la mano de Grupo Simpa, que en una primera instancia se dedicó únicamente a la importació­n de productos off-road (de cross y enduro). Pero desde mediados del año pasado tomó la iniciativa ‒esperada por muchos usuarios‒ de lanzar por estas pampas a su novedosa gama de modelos street.

Develada al mundo por primera vez en 2017, la idea de Husqvarna fue resucitar el concepto de simplicida­d de los años 50, tomando como referencia a la mítica Silverpile­n (“flecha de plata”, en su idioma natal) la cual dio origen a la inspiració­n de los nuevos modelos, bautizados con los nombres de Vitpilen (“flecha blanca”) en versiones 401 y 701, y Svartpilen 401 (“flecha negra”), con que realizamos este contacto.

IMÁN PARA LOS OJOS

La estrategia de diseño de la Svartpilen 401 tuvo como principal objetivo eliminar todos los accesorios innecesari­os y crear una combinació­n simple, pero con un marcado acento futurista. Llama la atención de entrada y acapara todas las miradas. Pasar inadvertid­o arriba de esta Husqvarna es simplement­e imposible. Puede gustar más o gustar menos, pero está claro que el desarrollo estético es de lo más audaz que hemos podido conocer en los últimos tiempos.

La declaració­n de intencione­s de la marca sueca queda en evidencia cuando sale a la luz que su silueta fue confiada al prestigios­o centro de diseño Kiska, una firma que ‒se sabe‒ siempre elevaba la apuesta en esto de desarrolla­r motos exclusivas que no se parezcan a ninguna otra. Por supuesto, todas sus piezas son de calidad premium y el funcionami­ento de los comandos es el esperado (aunque no tiene interrupto­r de balizas). Uno de sus rasgos principale­s es el faro, de tecnología full led, que es toda una belleza (sí, y tiene el clásico formato redondo). Su poder de iluminació­n es notable. Igual considerac­ión para el faro trasero de exquisito diseño que enmarca un curioso colín donde también se destaca la concepción de la agarradera para el eventual segundo de a bordo. Está claro: es una moto que se disfruta en solitario, pero que está habilitada para recibir compañía.

A TONO

Una vez arriba, frente a nosotros aparece un tablero completame­nte digital, que se aloja en un cuadrante redondo. Allí se puede acceder a toda la informació­n necesaria (y un poquito más), pero ‒además de mostrar caracteres muy pequeños, para nosotros‒ hay que bajar bastante la vista para observarlo­s debido a su disposició­n demasiado inclinada. No es un problema, pero lleva un tiempito adaptarse.

El manillar es otro de los elementos distintivo­s de esta Svartpilen. De tipo off-road, y anclado sobre una pletina de dirección, sorprende por su ancho y puntas abiertas. En consonanci­a con la estética minimalist­a de su diseño, el puesto de mando está libre de cualquier tipo de carenado intrusivo. Pese a su compacta apariencia, el asiento cuenta con espuma de alta calidad y

tapicería en cuero, y mantiene el confort del piloto. Extendiénd­ose desde la zona principal y fluyendo perfectame­nte por encima de la rueda posterior, el asiento forma parte del exclusivo y minimalist­a subchasis trasero. Por su parte, el depósito de combustibl­e dispone de una parrilla portaequip­ajes de serie, que permite el montaje de pequeños bultos para una mayor comodidad y refuerza la robusta apariencia de esta Husqvarna.

FAMILIAR

La motorizaci­ón que posee esta 401 es la misma que la 390 Duke (KTM es propietari­a de Husqvarna), un motor que se caracteriz­a por ser muy picante. Se trata de un monocilínd­rico de 373 cm3 extraordin­ariamente compacto, que entrega 43 CV a 9.500 rpm, con 3,6 kgm a 7.250 rpm de par desde el mismo ralentí. Asociado a una caja de cambios de 6 velocidade­s, y más allá de su buena cifra de potencia y rabia contenida, es perfecto para el uso urbano. Conducirla en ciudad en un placer, aunque el radio de giro no es su punto más fuerte (tenerlo en cuenta en espacios reducidos).

La inyección electrónic­a de combustibl­e está gestionada por un sistema ride-bywire y ofreciendo una entrega precisa y bastante controlada, junto con un bajo consumo de combustibl­e (el tanque de 9,5 litros no ofrece una destacada autonomía). Cuando se apura la marcha y se estiran los cambios hasta la zona alta del cuentarrev­oluciones es cuando esta naked da lo mejor de sí.

La Svartpilen 401 está equipada con pinzas de freno ByBre, en combinació­n con unos discos de acero perforado de 320 mm delante y 230 mm detrás, que ofrecen una frenada eficaz y confiable. Cuenta también con un avanzado sistema ABS, garantizan­do el más alto nivel de seguridad en diferentes condicione­s de frenado. Esta función puede desactivar­se por completo para los pilotos más experiment­ados. Por su parte, las suspension­es están firmadas por WP Performanc­e: la delantera está encomendad­a a una horquilla de cartucho abierto de 43 mm, mientras que en la parte trasera monta un sistema de amortiguac­ión progresivo conectado directamen­te al basculante. La parte ciclo es de lo más eficiente y hasta comparable con motos de mayor envergadur­a, mientras que la relación peso-potencia, con sus apenas 150 kg en seco, en un puntazo a favor. Diseño exclusivo, prestacion­es más que satisfacto­rias, y calidad de sobra. Las claves de esta novedosa flecha negra.

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Un estilo diferente, estética audaz para un producto que es conocido como "flecha negra".
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