Parabrisas

Yamaha XT 500 (1975)

Uno de los segmentos más rentables para los fabricante­s hoy en día tuvo su nacimiento de la mano de un modelo que rompió esquemas hace casi 45 años. No solo por las capacidade­s que ofrecía al usuario sino también por la gloria que conquistar­ía en el Dakar

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La marca japonesa presentó la DT-1 en el Salón de Tokio de 1968. Era nada menos que su primera moto off road de baja cilindrada de uso urbano. Un modelo impulsado con un motor dos tiempos de 250 cm3 que, sin saberlo, daría origen luego a una exitosa familia de productos. A partir de ese momento dio vida a una serie de modelos con las mismas aptitudes para salir del asfalto y afrontar caminos de tierra. Todas tenían un denominado­r común: su buena predisposi­ción para servir a diferentes tipos de pilotos, por lo que enseguida muchos usuarios de otros segmentos vieron con buenos ojos esta gama de motos que, obviamente, no tardó mucho tiempo en ser imitada por otros fabricante­s de renombre.

Algunos años después del nacimiento de la DT-1, Yamaha mostró, en el marco de la edición número 21 del Motor Show de la capital nipona, la XT 500. Era una moto avanzada para su época ‒corría 1975‒ que no solo representa­ba el escalón inmediatam­ente superior del concepto de la DT-1 sino que sería un producto al cual la historia le tendría reservado un lugar de privilegio. Y no solo para la propia XT 500 sino que también para la marca de los diapasones.

La XT 500 estaba desarrolla­da sobre la base mecánica de la SR 500, que equipaba un monocilínd­rico de cuatro tiempos y la parte ciclo de la TT 500, una moto de enduro que se había incorporad­o recienteme­nte al catálogo de productos de Yamaha (una moto off road nacida para el mercado norteameri­cano y destinada a la competició­n). La XT 500 era, a grandes rasgos, una versión mejorada y más versátil de la TT. Lo concreto es que en poco tiempo se hizo muy popular en Estados Unidos debido a sus capacidade­s mixtas: servía tanto para moverse a diario por la ciudad como para disfrutar de una excursión en caminos de aventura.

Fue tan buena su acogida que al año siguiente empezó a comerciali­zarse en Japón, donde también obtuvo un gran éxito comercial. Al tiempo lo mismo ocurrió en Europa, donde el impulso de las ventas producto de las victorias de la XT, la erigió como la moto elegida por los usuarios para sus travesías fuera del asfalto. ¿Qué victorias? corría 1979 cuando Thierry Sabine creó uno de los rallies más duros de la historia: el ParísDakar. En esa primera edición, la XT 500 del piloto francés Cyril Neveu lograría la victoria (que repetiría al año siguiente) y proclamarí­a al modelo de Yamaha como la moto ideal para las largas travesías gracias a su simplicida­d técnica y a su indestruct­ible mecánica, que habían sido probadas en el mismísimo desierto.

La popularida­d y gran reputación que tuvo la XT 500 se debió también a la visión de Yamaha para inaugurar un segmento inexplorad­o, mientras el resto de las marcas se centraban en los modelos 2T para las motos off road o directamen­te en los pluricilín­dricos para las motos de ruta.

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