Todos los ganadores de la muestra.
Una vez más, la muestra de clásicos más importante de Sudamérica fue centro de elogios. A pesar de las condiciones climáticas, una multitud disfrutó de aquellos modelos que no acusan recibo del paso del tiempo.
Del 11 al 14 de octubre, y con la asistencia de alrededor de 32.000 personas, se llevó a cabo la tradicional muestra de clásicos que organiza el C.A.C. en el Hipódromo de San Isidro.
Este año, el clima no fue un aliado; debido a un temporal el segundo día la muestra debió suspenderse pero reabriró sus puertas el domingo y el lunes.
Este año se celebraron los centenarios de las marcas Citroën y Bentley, los 50 años del Chevy y los cien años de la carrocera Zagato.
Una vez más, este evento propuso un recorrido por la historia a través de diversos tipos de unidades: autos, vehículos militares,
maquinaria agrícola, a, motos y utilitarios que ya forman parte de nuestro pasado. Pero hubo lugar también tanto para los superautos (los futuros clásicos) como para los más antiguos, con más de un siglo de vida, pasando por los clásicos modernos que tienen “apenas” treinta años. A ellos se sumó un sector de arte automotriz, autos a escala y dos espacios que no paran de crecer: el autojumble y las motos.
El broche de oro de esta muestra de nivel internacional fue la premiación, donde se destacó el “Best of Show”, un exquisito Delage D8 con carrocería Henri Chapron de 1932 y, en la categoría motos una impecable
BMW R17 de 1936.
Por otra parte, el Premio Germán Sopeña, elegido por los periodistas especializados, fue para una Ferrari Testarossa de 1987, y el Premio José Ricardo Larguía correspondió a la moto Honda CB750 Four de 1969.
Como todos los años, esta edición de Autoclásica cubrió las expectativas de un público que busca encontrase con modelos que, a pesar del paso del tiempo, nunca dejan de brillar.