Nuevas tecnologías
Pinturas especiales
Causa fascinación en los automovilistas el color de sus vehículos. Desde el lustroso negro a los fluorescentes, pasando por una amplia paleta, representa un factor decisivo en muchas personas al elegir el modelo. También es interesante la composición de la pintura y su aplicación en las carrocerías. Y aparece la nanotecnología.
El dibujo da forma a los seres: el color es quien les da vida. Ese es el soplo divino que los anima”. Así definió el escritor, filósofo y enciclopedista francés Denis Diderot (1713-1784) a la magia del color. La pintura que protege a la carrocería del automóvil contra los efectos de la corrosión también es un importante elemento de la belleza del vehículo, hasta tal punto que sus colores son un factor decisivo a la hora de la compra. El proceso de pintado en la fábrica es muy complejo en la actualidad y las pinturas modernas son muy resistentes a los ataques atmosféricos y de otra naturaleza, aunque siempre es necesario prestarles el adecuado cuidado para mantenerlas siempre a nuevo y con tersura y brillo originales. En las enciclopedias técnicas se define a la pintura como al revestimiento de una superficie con una materia colorante, la que se compone de materias sólidas, finamente pulverizadas, en suspensión en una preparación líquida que normalmente contiene un
disolvente.
A principios del siglo XX, el pintado de los automóviles se realizaba a mano con el tradicional pincel, según los métodos empleados por los fabricantes de coches de caballos. Cada capa de pintura al aceite se había se secar al aire, tras lo cual se pulía con ceras y abrasivos. Posteriormente se aplicaba la mano de terminación, que, evidentemente, se secaba al aire. Esta sucesión de operaciones requería por lo menos una semana. Cuando Henry Ford introdujo la cadena de montaje, tuvo que hacer frente a los graves problemas de la sección de pintado, que no conseguía seguir el nuevo ritmo de producción del modelo T, como consecuencia de la realización manual de dicha operación y de su lento secado. Para reducir el tiempo necesario para el pintado, se recurrió a diversas soluciones, aplicando capas de pintura más delgadas con el fin de obtener un secado más rápido y acelerando los trabajos de terminación, pero se obtuvieron unos resultados desastrosos: al cabo de pocos días la pintura se pelaba y cambiaba
de color.
Hasta 1923, con la introducción de las pinturas celulósicas (“al Duco”), dicho problema no halló una solución válida. Para aprovechar al máximo las características de esas pinturas (secado casi instantáneo y posibilidad de modificar su viscosidad) se ideó años más tarde el sistema de pintado por pulverización mediante pistolas de aire comprimido (sopletes). La pintura, en lugar de ser aplicada a mano con el tradicional pincel, se pulverizaba finamente mediante un aerógrafo. Estas innovaciones eliminaron los graves inconvenientes de acumulación al final de la cadena de montaje, señalando así una etapa fundamental en la historia de la fabricación de automóviles en serie. En la actualidad, el proceso de pintado de un automóvil es una labor altamente sofisticada y casi enteramente automatizada que requiere inversiones muchas veces millonarias en materia de instalaciones y herramientas específicas, como los famosos robots de pintado y el horno de secado, además de las cubas para la protección por electroforesis de la chapa de acero de la carrocería. También son así protegidas las carrocerías de aluminio.
Pinturas ecológicas
Los fabricantes de automóviles y la industria química se esfuerzan, a nivel mundial, en reducir la utilización de disolventes orgánicos (que son sustancias contaminantes) al aplicar las diferentes capas de pintura sobre las carrocerías. Tal objetivo intentan conseguirlo de tres maneras. La primera, desarrollando pinturas con menos disolventes y una proporción mayor de sólidos. Tales pinturas, ampliamente conocidas por su denominación inglesa de “High Solids”, ofrecen la ventaja de poderse aplicar mediante las tecnologías usuales y de permitir llegar hasta el límite de las posibilidades técnicas si se aumenta progresivamente la proporción de sólidos (y se reduce, a la inversa, la de disolventes). La segunda posibilidad la brindan las pinturas en polvo, que carecen en absoluto de disolventes. Tales
pinturas se proyectan electrostáticamente sobre el objeto, y posteriormente se secan por la acción del calor. Sin embargo, para que se impongan todavía es necesaria mucha labor de desarrollo por parte de químicos especializados en resinas, formuladores de pinturas y fabricantes de instalaciones. La tercera posibilidad la proporcionan, por último, las pinturas de base acuosa, que se han desarrollado durante años, en las que los disolventes se sustituyen por agua en porcentajes más o menos altos. Es la pintura de los automóviles actuales.
Estructura complicada
La pintura de un automóvil consta de varias capas, cada una de las cuales tienen una misión concreta. La primera operación que se lleva a cabo antes de aplicarlas, es fosfatar por proyección o por inmersión de la carrocería, previamente desengrasada (imprimación). La capa de fosfato de cinc, cuyo grosor es de solo unos micrómetros, protege a ésta de la corrosión y proporciona adherencia a la siguiente capa, que se aplica por cataforesis en inmersión. Sobre esta capa se aplica el apresto (imprimación), cuya función estriba en compensar las irregularidades y brindar una protección adicional frente a las proyecciones de piedras. La última capa, o pintura final, tiene un carácter fundamentalmente decorativo. Existen dos tipos de pinturas finales: el primero, es el de las pinturas metalizadas de dos capas ( bicapa), que constan de lo que se ha dado en llamar pintura de base, conteniendo pigmentos metálicos de aluminio combinados con pigmentos colorantes orgánicos, y el barniz incoloro no pigmentado, que se aplica adicionalmente para que proteja de los efectos de la intemperie. La otra alternativa que se utiliza son las pinturas monocromáticas finales de una capa, pigmentadas en la masa. Ahora bien, en las pinturas convencionales cada capa desprende disolvente. Este inconveniente ha determinado que se desarrollasen resinas sintéticas diluibles en medio acuoso y, por consiguiente, sistemas alternativos mucho menos contaminantes.
El espesor total de la pintura que recubre la carrocería en los automóviles modernos es de tan solo una décima de milímetro. Y con ello basta a los fines de protección, durabilidad y brillo.
Nanotecnología
Para muchos conductores, lavar el auto es algo parecido a un ritual, un gusto de los domingos, pero para muchos otros, simplemente es una molestia. Ni hablar de los rayones, ya que los del primer grupo seguramente desarrollan una percepción capaz de descubrir la más mínima alteración en la pintura. Los investigadores que están trabajando con nanopartículas (un nanómetro equivale a la mil millonésima parte de un metro) tienen una buena noticia para ambos, ya que se ha dado un paso más en la creación de una pintura autolimpiante y autorreparable. Esta pintura cuenta con una disposición de nanopartículas en forma de tallo que actúan como la piel humana. Al dañarse la capa superficial, dichas partículas liberan con la ayuda del sol sustancias químicas capaces de reparar los daños causados, siempre y cuando no sean demasiado profundos, claro está. A su vez, gracias a su complexión, evitan que la suciedad se adhiera, permitiendo una total limpieza con una lluvia ligera. En un principio, las pinturas con estas capacidades contaban con el inconveniente de ser útiles en una sola oportunidad, además de ser poco tolerantes a los climas fríos. La fábrica Nissan de Japón asegura que solucionó todos los problemas con las nuevas y espectaculares pinturas, y sus ingenieros señalaron que ya piensan en una aplicación global a corto plazo para la mayoría de sus modelos.