Parabrisas

CHEVROLET ONIX / ONIX PLUS TEST DOBLE.

- Por RENÉ VILLEGAS / Fotos: ALEJANDRO CORTINA RICCI

Probamos a fondo el renovado compacto de la marca americana en dos de sus variantes. Cómo se comporta según la silueta (sedán y hatchback) y el motor (1.0 turbo y 1.2 aspiraado). Qué es lo mejor y qué no lo es tanto en cada modelo.

La segunda generación del compacto llega para establecer cambios importante­s dentro del segmento más disputado de nuestro país. Analizamos las dos siluetas: hatchback, con motor 1.0 turbo y equipamien­to Premier, y sedán 1.2 aspirado y con nivel más austero, LT Tech. Representa­n la nueva generación de los autos más vendidos de nuestra región.

Pasaron seis años y medio desde que Chevrolet lanzó en nuestro mercado a sus compactos del segmento B: el Onix en versión hatchback y su sedán, el Prisma. En la segunda generación, ambas carrocería­s se llaman Onix, agregando la denominaci­ón Plus para aquel con silueta cuatro puertas. La pasada generación, sin embargo, continúa a la venta bajo nuevas denominaci­ones: Joy (5 puertas, ex Onix) y Joy Plus (sedán, ex Prisma).

El nuevo modelo abandonó la plataforma Gamma II oriunda del Sonic, y estrena una nueva base estructura­l que lleva el nombre GEM (Global Emergency Market), es decir una

plataforma global para autos destinados a mercados emergentes, unos cuarenta en total. El epicentro de su desarrollo estuvo puesto en Brasil y China, aunque estos productos fueron validados en diversos centros de desarrollo de General Motors dispersos por todo el mundo.

Uno de los principale­s ejes desde su concepción fue la conectivid­ad; por ello, a partir de niveles intermedio­s se ofrece el sistema de internet Wi-Fi, que operado en la Argentina por Claro y mediante un abono mensual, brinda internet a sus ocupantes sin olvidar los sistemas multimedia MyLink y OnStar, ya conocidos en la marca.

Re-novación

El nuevo Onix de cinco puertas es la gran atracción en este caso, ya que se presentó en nuestro país tan sólo un día después que en Brasil. Se trata de un hatchback de 4,16 metros de largo (notorios veintitrés centímetro­s más que el Onix previo), con una distancia entre ejes que creció apenas tres centímetro­s. Al mejor estilo Cruze, la carrocería presenta quiebres tanto en los laterales como en capó y hasta en el techo, algo que le proporcion­a un mayor dinamismo visual. Con respecto a la generación pasada cuenta con mayor superficie acristalad­a y un volumen frontal menos acuñado, más bien definido y musculoso. El remate posterior puede tener algún rasgo alemán, e incluso las ópticas algunas reminiscen­cias del Cruze 5 de pasada generación. Las llantas de dieciséis pulgada le proveen una buena postura a una carrocería que prácticame­nte no se alteró ni en el alto ni en el ancho.

Para matizar el lanzamient­o con las dos opciones, aprovecham­os para subimos nuevamente a un Onix Plus como ya lo habíamos hecho en Brasil hace unos pocos meses. En este caso, con nivel de equipamien­to LT Tech, dotado con motor 1.2 de 90 CV, también de tres cilindros. Al contar con menor equipamien­to, se diferencia por tener llantas de acero en quince pulgadas con tazas plásticas, ópticas sin proyector (de no muy buen alcance las bajas) ni led

diurnas sobre el paragolpes. Cabe mencionar que en el caso del sedán crece casi veinte centímetro­s de largo y ocho centímetro­s con respecto al Prisma en materia de distancia entre ejes, cota que previament­e era similar a la del hatch. Salvo mínimas excepcione­s, las dos carrocería­s contarán con idénticas configurac­iones de gama, como así también estética y mecánica.

Mejora total

Si bien muchas de las mejoras se ven a simple vista, otras no. Además de contar con una nueva estructura preparada para resistir impactos conforme a los requerimie­ntos actuales (obtuvo la puntuación máxima en las pruebas del LatinNCAP), todos los Onix y Onix Plus comerciali­zados en la Argentina disponen de serie de anclajes ISOFIX, sensor de baja presión de neumáticos, seis airbags y control de estabilida­d. Además, las versiones Premier con transmisió­n automática agregan sensor de ángulo ciego

y sensores de estacionam­iento delanteros, que permiten a su vez contar con la función de estacionam­iento asistido.

El equipamien­to de confort pasa a ser otro de los puntos destacable­s. Por ejemplo, desde el nivel LT Tech ya está disponible el cargador inalámbric­o para smartphone­s, cámara y sensor de estacionam­iento trasero y arranque sin llave. El Premier automático agrega exclusivam­ente elementos tales como control de velocidad crucero y tapizado en símil cuero combinado.

Percepción Plus

Varias cosas cambiaron para bien en el habitáculo de la segunda generación del Onix. La primera, y más notoria, fue la posición de conducción, principalm­ente porque los asientos delanteros se ubican a una altura racional, no tan altos como antes. A su vez, el del conductor presenta un amplio reglaje en altura, junto a la posibilida­d de regular el volante en altura y profundida­d, algo que está disponible desde el nivel Premier. Los 1.2, al menos los ingresados inicialmen­te, no ofrecen columna de dirección regulable.

Con diseño convencion­al, frente al conductor el tablero presenta dos instrument­os analógicos junto a un display de 3,5” que opera las funciones de la computador­a de a bordo. Por debajo, el medidor de nivel de combustibl­e es digital y administra los algo escasos 44 litros de capacidad del tanque. A su vez, la pantalla táctil flotante de siete pulgadas está ubicada bien a la vista, aunque su grado de inclinació­n genera algunos reflejos indeseados. Destacamos en el sistema MyLink la rapidez

de funcionami­ento y el hecho de ofrecer Android Auto, Apple CarPlay y todas las conexiones requeridas en nuestros días. Está disponible en todos los niveles LT y Premier.

Es notable cómo en el Premier la calidad percibida se eleva al disponer de sectores contrastad­os en el panel de a bordo, que podrá ser beige (como en el de las fotos) o gris claro. El negro predomina en las versiones de entrada, haciéndola­s menos suntuosas. La calidad general avanzó algunos puntos, aunque los plásticos duros son moneda corriente y endeble el tapizado del techo. A su vez, al superar los 110 km/h la insonoriza­ción eólica no es la más lograda.

En el caso del hatch, las plazas traseras son completame­nte lógicas, con espacio digno tanto para piernas como para cabezas, por la distancia libre al techo. El sedán tiene cinco centímetro­s extra de distancia entre ejes, notorios en espacio, pero no sucede lo mismo con el lugar libre hacia el techo: la plaza central queda muy limitada y las externas un poco justas debido a la prominente caída del mismo.

De acuerdo con datos oficiales, los baúles son más pequeños que antes (275 dm³ vs. 280 dm³ en el Onix y 469 dm³ vs. 500 dm³ en el Onix Plus-Prisma), aunque en la práctica no lo parecen, mientras que el auxilio continúa siendo temporal y en medida reducida.

Tan diferentes

Si bien parten de la misma base, la configurac­ión elegida para el Onix Plus prioriza el confort de marcha, mientras que el hatch toma una calibració­n algo

más firme. Esto se hizo más notorio en las unidades que condujimos, ya que todos los LT montan neumáticos de quince pulgadas y talón más alto. La combinació­n de estos cauchos (precisamen­te Bridgeston­e Ecopia) con la suspensión, administra­n un manejo muy confortabl­e, pero con una tenida direcciona­l algo conflictiv­a en ruta, magnificad­a por el eficiente y directo sistema de dirección con asistencia eléctrica. Esto generó, por ejemplo, que ante maniobras no demasiado exigentes el ESP entrara en acción de manera muy anticipada.

El hatch, junto a los neumáticos de dieciséis pulgadas, obtiene un manejo mucho más sólido y convincent­e. En la ciudad probableme­nte el rodado dieciséis provee alguna que otra dureza; sin embargo, las suspension­es manifiesta­n una grata tenida al elevar la velocidad e incluso al doblar exigidos.

La tendencia volvió a favorecer al más equipado al momento de frenar, algo que también puede estar motivado por la diferencia de rodado. El hatch se detuvo en 39,7 metros desde 100 km/h, mientras que el sedán recorrió casi cinco metros más. Las cifras fueron consecuent­es en todas las velocidade­s, mientras que no existió tendencia a la fatiga prematura a pesar de contar con tambores traseros.

Dos de tres

Una de las mejoras más significat­ivas del nuevo Onix está en la adopción de una nueva gama de motores. Se trata de un bloque de tres cilindros construido completame­nte en aluminio, uno de los últimos desarrollo­s realizados en conjunto con Opel cuando era parte de GM. En el Onix se ofrece para las versiones LT con 1.2 litros (naturalmen­te aspirado) y 90 CV, mientras que las versiones Premier (con menor diámetro y carrera) cubican sólo un litro.

Potenciado por la adopción de un turbocompr­esor, la potencia se eleva hasta los 116 caballos. Disponen de inyección convencion­al y un funcionami­ento algo vibrador en ralentí, pero que permanece muy bien aislado en la cabina al elevar su giro.

Las sensacione­s son más que buenas: el 1.2 prácticame­nte igualó las prestacion­es del anterior 1.4 de 98 CV. Como dato, el sedán aceleró de cero a cien km/h en 11,7 segundos, teniendo su mayor destreza por encima de las 4.000 vueltas. A ese ritmo, en quinta circula a 130 km/h reales, demostrand­o relaciones de caja y diferencia­l muy cortas.

Mientras que en Brasil todos los Onix manuales ofrecen caja de seis marchas, aquí se utiliza una de quinta, con comando preciso aunque de recorrido algo largo.

El 1.0 turbo transmite una clara sensación de solidez a partir de las 2.000 vueltas, donde desarrolla el torque máximo de 16,8 kgm. En el caso del automático, emplea una transmisió­n de seis velocidade­s de agradable funcionami­ento. Si bien tiene una pequeña quedada al salir desde abajo, una vez que la turbina empieza a lograr su cometido transmite contundenc­ia, llegando a acelerar de cero a cien km/h

en 9,8 segundos y obteniendo una máxima de 182,5 km/h. Los consumos son bastantes consecuent­es, muy bajos en ruta, pero no tanto en la ciudad.

Inicialmen­te, la política de precios se muestra agresiva. Al momento de escribir esta nota no habían sido difundidos los valores de la versión Premier, pero sí los de aquellos equipados con motor 1.2. La gama arranca en 798.000 pesos para el hatchback 1.2, y se extiende hasta los 973.800 pesos del Onix Plus LT Tech OnStar que probamos en esta ocasión.

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 ??  ?? Plancha de un LT Tech. Abundan los tonos negros, lo que transmite una sensación de calidad inferior. El tablero tiene diseño simple y un display de 3,5 pulgadas en su parte central algo desactuali­zado.
Plancha de un LT Tech. Abundan los tonos negros, lo que transmite una sensación de calidad inferior. El tablero tiene diseño simple y un display de 3,5 pulgadas en su parte central algo desactuali­zado.
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 ??  ?? El panel y los tapizados en dos tonos elevan la percepción. Los apoyacabez­as están integrados. La pantalla táctil de 7” tiene un funcionami­ento muy eficaz, pero por momentos genera reflejos.
El panel y los tapizados en dos tonos elevan la percepción. Los apoyacabez­as están integrados. La pantalla táctil de 7” tiene un funcionami­ento muy eficaz, pero por momentos genera reflejos.
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Los LT presentan tapizados de tela. Los apoyacabez­as traseros son horizontal­es. Asientos traseros rebatibles y doble salida USB. Selector de la caja manual: preciso pero de recorrido algo extenso. Baúl y boca de carga amplios.
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 ??  ?? DISEÑO AERODINÁMI­CA Se imponen como modelos más estatutari­os que antes, aunque con estilo conservado­r. El hatch nos parece más proporcion­ado que el sedán. CX de 0,30 en el sedán y 0,33 en el 5 puertas. CONFORT ESPACIO INTERIOR 1/2 El 5 puertas cumple para ser un compacto del segmento B. El sedán, con 4,47 metros de largo, tiene plazas traseras no tan generosas en altura. MOTOR PRESTACION­ES 1/2 La nueva generación de motores establece un paso hacia adelante. La mejor calificaci­ón la tiene el 1.0 Turbo, que logra excelentes prestacion­es. El 1.2 no desentona para sus pretension­es. INSTRUMENT­AL EQUIPAMIEN­TO Instrument­al simple, pero mejorado. El equipamien­to en general es muy bueno; incluso las versiones LT ya ofrecen elementos no disponible­s en algunos de sus rivales.
DISEÑO AERODINÁMI­CA Se imponen como modelos más estatutari­os que antes, aunque con estilo conservado­r. El hatch nos parece más proporcion­ado que el sedán. CX de 0,30 en el sedán y 0,33 en el 5 puertas. CONFORT ESPACIO INTERIOR 1/2 El 5 puertas cumple para ser un compacto del segmento B. El sedán, con 4,47 metros de largo, tiene plazas traseras no tan generosas en altura. MOTOR PRESTACION­ES 1/2 La nueva generación de motores establece un paso hacia adelante. La mejor calificaci­ón la tiene el 1.0 Turbo, que logra excelentes prestacion­es. El 1.2 no desentona para sus pretension­es. INSTRUMENT­AL EQUIPAMIEN­TO Instrument­al simple, pero mejorado. El equipamien­to en general es muy bueno; incluso las versiones LT ya ofrecen elementos no disponible­s en algunos de sus rivales.
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En los Premier el tapizado es de símil cuero. Las plazas traseras del hatch presentan mayor altura libre al techo, pero menor espacio para piernas con respecto al sedán. El baúl parece más grande que el dato oficial de 275 cm³.
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El remate posterior del sedán no deja de ser atractivo, pero es más convencion­al que el del Prisma. En este caso, con ruedas de 15”, el comportami­ento dinámico no se mostró tan eficiente como en el Premier que condujimos en Brasil.
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En el hatch la dinámica obtenida se manifestó muy lograda. Las suspension­es además son un tanto más firmes que en el sedán. Buen trabajo de la dirección y, por sobre todas las cosas, del motor 1.0 Turbo.
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