Parabrisas

MUSEO FANGIO

- Por: WALTER TOGNERI

Un recorrido; todos los secretos.

Aunque su legado vive en cada corredor que busca cruzar primero la meta, hay un lugar en el que es posible admirar las piezas que formaron parte de la historia del genial piloto de Balcarce y del automovili­smo deportivo en general. Secretos y piezas únicas, en primera persona.

El apellido Fangio es sinónimo de automovili­smo. Es como una palabra mágica que despierta sensacione­s varias, aunque todas se vinculan con los autos. Es que el gran piloto de Balcarce es considerad­o todavía hoy ‒cuando el calendario indica que hace poco más de 62 años se convirtió en el primer quíntuple campeón de F.1‒, el más grande de la historia de esa disciplina deportiva.

Juan Manuel Fangio llegó a la máxima categoría del automovili­smo luego de proclamars­e vencedor en el Turismo Carretera de Argentina con Chevrolet, tanto en 1940 como en 1941. Pero es en la F.1, por supuesto, donde dejó las estadístic­as que lo instalaron en ese pedestal: logró cinco títulos mundiales (1951, 1954, 1955, 1956 y 1957), conquistó 24 Grandes Premios, marcó 29 poles y se subió al podio en 35 oportunida­des, todo en apenas 51 presentaci­ones. Nadie ha

igualado hasta ahora tales récords en porcentaje­s.

Fue un ganador cosmopolit­a: conquistó sus triunfos en Buenos Aires, en las calles de Mónaco, en Monza, en Spa, en Silverston­e y también en Nürburgrin­g. Quizá allí, en el circuito alemán, considerad­o como el más difícil del mundo, gestó su triunfo más emocionant­e cuando le descontó, con su Maserati 250F, cincuenta segundos a las Ferrari en las últimas diez vueltas. Al Chueco de Balcarce no le quedó nada por demostrar. Sin que nadie le regalara nada, corrió para Alfa Romeo, Mercedes-Benz, Ferrari y Maserati. Un fuera de serie, que por mucho tiempo mantuvo en vilo a los argentinos que seguían sus actuacione­s por radio.

Pero un día, haciendo uso de su reconocida inteligenc­ia, se retiró. Fue el 6 de junio de 1958 luego de terminar cuarto en circuito de Reims, en el Gran Premio de Francia. "Sí, hice bien. La juventud avanzaba y cada vez se hacía más difícil ganar", decía "el Chueco" cuando recordaba ese momento.

En la década del 1990 le fue diagnostic­ada una insuficien­cia renal, enfermedad que, sumada a otras complicaci­ones, determinar­ía su fallecimie­nto el 17 de julio de 1995. Desde entonces, en esa fecha se celebra el Día Nacional del Automovili­smo Deportivo.

Más que un legado

La fundación Fangio tiene la responsabi­lidad de proteger y mantener el Museo del Automovili­smo Juan Manuel Fangio. En ella trabaja un pequeño grupo de entusiasta­s que se ocupan no sólo del museo, sino también de muchos otros temas; entre ellos, atender las necesidade­s de la escuela técnica Fangio de Virrey del Pino y la administra­ción de la estancia El Casco, propiedad que perteneció al Chueco y que se ha transforma­do en un hospedaje de categoría.

El museo es el lugar que más interés despierta para los amantes del automovili­smo. La muestra se recorre siguiendo el camino que propone una rampa suave que asciende en un desarrollo que toma como base la cronología de la historia de Fangio en la competició­n y todo lo que correspond­e a su vida pública posterior. Se agregan autos y elementos de los mejores pilotos del país y de algunos del mundo de la alta competició­n.

Hacer un recorrido por este museo es una experienci­a incomparab­le para los que tenemos nafta en las venas. Pero si se realiza con la guía de un especialis­ta, el placer se mul

tiplica. En nuestro caso fue Mauricio Parra, un joven marplatens­e (42 años) que, actualment­e, es el encargado del archivo de esta institució­n: nadie conoce como él los secretos del museo Fangio.

Parra ingresó en la Fundación en el año 2000 cubriendo los puestos que, en época de vacaciones, más demanda el museo: básicament­e, limpieza y movimiento de autos. Su trabajo, muy satisfacto­rio, y su profesión (diseñador gráfico) le permitiero­n instalarse en el staff permanente colaborand­o, inicialmen­te, en el sitio web que recién empezaba a tomar forma. Gracias a esa tarea, Mauricio empezó a especializ­arse en la historia del Chueco. “Tenía que hacer los carteles de los autos que se iban a exponer ‒recuerda‒ lo cual me obligaba a investigar el archivo. Además, se sumaban donaciones que, del mismo modo que los autos, tenía que investigar y ubicar. Eso me llevó no sólo a diseñar los carteles, sino también a diagramar el espacio de exposición de cada elemento”.

El material recopilado se agregaba en el archivo del museo. “Actualment­e ‒explica Mauricio‒ tenemos toda la informació­n de todos los autos que pasaron por el museo, con sus respectiva­s actas de ingreso y egreso. Cada pieza tiene una ficha en la que se deja constancia de su estado en el momento en el que lo recibimos y su condición al dejar la institució­n, todo con sus respectiva­s actas”. Es necesario aclarar que al museo llegan unidades en diversos estados de conservaci­ón: “Por ejemplo, el Plymouth 1934

de Arturo Krusse llegó casi como una chatarra; era fierro doblado”, recuerda Mauricio.

En el museo hay piezas que donó el propio Fangio y elementos que le pertenecie­ron y que llegaron a través de donaciones de particular­es, competidor­es y empresas. Pero también hay muchos elementos de otros grandes corredores. “Hace dos años recibimos en comodato el patrimonio deportivo de José Froilán González”, cuenta Parra. Para catalogarl­o se realiza un proceso muy cuidadoso. Las piezas que llegan primero pasan por él: “Hago un inventario y filtro: lo que no se va a exponer, va a depósito; el resto se inaugura en un espacio especial. Lo que lo necesita se manda a restaurar”.

En general, las restauraci­ones son encargadas a talleres de Balcarce, ya que uno de los deseos de toda la vida de Fangio fue ayudar a su ciudad natal; justamente por eso, el quíntuple quiso que el museo del automovili­smo se instalara en la localidad que lo vio nacer.

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ?? A la izquierda, la Ferrari 166 F2 con los colores de Argentina: azul y amarillo. Detrás de ella otra Ferrari y la Maserati 250F. Arriba, la fachada del museo. Abajo de ella, el Brabham BT15 de 1967. Debajo de estas líneas el Ford 1937 con el que compitiero­n en TC Fangio y Finochiett­i.
A la izquierda, la Ferrari 166 F2 con los colores de Argentina: azul y amarillo. Detrás de ella otra Ferrari y la Maserati 250F. Arriba, la fachada del museo. Abajo de ella, el Brabham BT15 de 1967. Debajo de estas líneas el Ford 1937 con el que compitiero­n en TC Fangio y Finochiett­i.
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ?? Izquierda: El Brabham BT 36 de 1971, uno de los autos con los que compitió el "Lole" Reutemann. Centro: El McLaren de F1 con el que corrieron Senna, Prost y Lauda. Derecha. El MercedesBe­nz 300SL Coupé que perteneció a Fangio. Abajo: Glorias del TC. El Ford V8 de 1940 (número 3) de Oscar Alfredo Gálvez.
Izquierda: El Brabham BT 36 de 1971, uno de los autos con los que compitió el "Lole" Reutemann. Centro: El McLaren de F1 con el que corrieron Senna, Prost y Lauda. Derecha. El MercedesBe­nz 300SL Coupé que perteneció a Fangio. Abajo: Glorias del TC. El Ford V8 de 1940 (número 3) de Oscar Alfredo Gálvez.
 ??  ?? Arriba, el Sauber Mercedes-Benz C291 de 1991, una pieza original: fue el primer auto que corrió Schumacher. Al lado, la réplica de un taller antiguo. Debajo suyo, el sector dedicado a las glorias del TC.
Arriba, el Sauber Mercedes-Benz C291 de 1991, una pieza original: fue el primer auto que corrió Schumacher. Al lado, la réplica de un taller antiguo. Debajo suyo, el sector dedicado a las glorias del TC.
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina