Luces intermitentes
Vitales para la seguridad, estas luces tienen múltiples aplicaciones, además de indicar hacia donde giramos. Funcionan también como de emergencia y antirrobo.
Cuando se inventaron los automóviles, hace bastante más de cien años, éstos sólo podían transitar de día, puesto que carecían de luces y eran considerados todo un peligro cuando caía la noche. Sin embargo, la necesidad del vehículo se extendió tan rápidamente que desde 1895 se comenzaron a implementar formas de transitar con luces de lamparines (pequeños faros a mecha alimentados con aceite) o similares. En 1904, un auto Peugeot fue el primero en aventurarse a transitar de noche, haciendo uso de dos lámparas colgantes de acetileno, dando inicio a la necesidad de ir mejorando estos sistemas de iluminación, tanto para la seguridad del conductor como de los acompañantes. Recién en el año 1912 se pudieron usar focos eléctricos por vez primera. Con la ayuda de una batería y un generador eléctrico que ayudaron a producir corriente, un automóvil Cadillac pudo transitar por las noches de la ciudad y del campo con luces propias. Esto mantuvo al automóvil como un elemento más seguro durante varios años, hasta la década de 1930, en que se le agregaron un nuevo par de luces bajas que ampliaron enormemente el área de iluminación. Y gracias a que fueron una enorme contribución en días de lluvia y de neblina, se decidió por aquéllos tiempos llamarlas luces neblineras. Años más adelante, en 1951, por primera vez un auto Ford Taunus, usó luces intermitentes ubicadas cerca de los conjuntos de luces delanteros y traseros. Pero debemos aclarar que algunos años antes, al finalizar la década de 1940, ya había automóviles con señales de giro a ambos lados de la unidad y tomando la forma de pequeños brazos o palanquitas (“manitos”) que, mediante un sistema electromagnético emergían del poste central de la carrocería, un poco más abajo del techo del vehículo, y que estaban iluminados por una lamparita eléctrica con vidrio de color rojo primero, y naranja después. Estos elementos eran comunes, por ejemplo, en los Volkswagen Escarabajo, algunos modelos de Mercedes-Benz y de Auto Unión, todos importados de Alemania. Si prestamos atención, todavía circulan por nuestras calles autos clásicos equipados con tales dispositivos, que resultaban muy prácticos, por cierto, y que luego de algún tiempo fueron reemplazados definitivamente por las luces intermitentes integradas a los bloques de faros o bien instaladas en guardabarros y otras partes de la carrocería. Ahora podemos ver luces de giro en muchos de los espejos de puertas, de color naranja o ámbar y formadas por hileras de diodos luminosos LED, y que completan con las restantes que posee el vehículo. Se obtiene así un margen de seguridad adicional. Todo es de control electrónico. Si apretamos un botón rojo situado en el panel de instrumentos, y aunque el encendido no esté conectado, las luces de giro se convertirán en luces de emergencia destellando en los cuatro costados, y también destallarán combinándose con el sonido de la alarma si alguna persona amiga de lo ajeno pretende robarnos nuestro automóvil o los accesorios u objetos que pudiera haber en su interior, por ejemplo, el equipo de sonido.