Harley-Davidson Street 750
La “pequeña” Harley-Davidson es una moto racional en todo sentido. Es liviana, amena, económica (respecto de sus hermanas) y fácil de conducir. Y aunque no por esto deja de lado prestaciones suficientes para salir a la ruta, es un modelo desarrollado para conquistar otro tipo de público.
Cuando la Street 750 apareció en las góndolas hacía casi 15 años que Harley-Davidson no lanzaba al mercado una moto totalmente nueva. Pero casi 40 desde la última aparición de un modelo de características urbanas (la anterior había sido la Sprint). Fue en el Salón de Milán de 2013 cuando este nuevo producto se develó al público por primera vez, para salir a conquistar las calles al año siguiente. ¿Si le fue bien a la firma de Milwaukee con este modelo? La respuesta está en la vigencia que la mantiene sin grandes modificaciones desde que el público pudo comenzar a adquirir sus servicios.
Es cierto que la gama Street también ofrece una versión de 500 cm3, pero en nuestro país esta 750 es la más pequeña que se comercializa. Se trata de una motocicleta desarrollada con el objetivo de captar a una clientela joven. Sencillez, bajo peso y precio contenido son sus claves. Con solo recorrer su silueta se advierte que se trata de una custom de corte netamente urbano, algo que también marca a las claras que es diferente a las Harley conocidas.
De iniciación
La marca norteamericana pensó esta e moto con un objetivo je claro: impulsar sus ventas en todo el mundo y penetrar en mercados m emergentes te (que desde hace tiempo ti son vitales para la economía de lasa grandes marcas). Obvio, O también pretendía dí atraer a un nuevo público pú para bajar el promedio pr etario de sus su usuarios y ‒quizás‒ garantizar el futuro de la compañía.
El corazón de esta 750 se denomina Revolution X. Se trata de un motor de dos cilindros en V a 60 grados, dotado de refrigeración líquida y cuatro válvulas por cilindro, con un árbol de levas a la cabeza. Su sonido es bastante ronco y se lo siente vibrador (aunque la rumorosidad mecánica es muy baja). Podríamos decir que mantiene cierta “autenticidad” y va en concordancia con el carácter de la moto. A nivel estético ‒aunque es más pequeño y liviano‒ recuerda al que utilizan las V-Rod, ¿no?
Este impulsor se asocia a una efectiva y agradable caja de cambios de seis velocidades. Su principal característica es que ‒más allá del recorrido algo extenso de la palanca‒ las primeras relaciones están bien “cerquita” y la sexta es mucho más larga, ideal para bajar las revoluciones y rodar mansamente por autopista o rutas abiertas. La transmisión, por correa, tiene una suavidad que realmente se destaca.
Pensando en conductores que no son demasiado exigentes, la
Street 750 permite una conducción sencilla y sin complicaciones. Debido a esto, entre otras cuestiones, la respuesta al acelerador es rápida pero lejos de ser contundente. El motor sube de vueltas hasta casi las 8.000 rpm, lo que le otorga una personalidad algo alejada de lo que tradicionalmente se experimenta a los mandos de una custom. ¿Más deportiva? Puede ser. De todas maneras hay que tener en cuenta que la horquilla no brinda todo el aplomo necesario para enroscar el puño derecho sin compasión. Incluso la altura libre de los estribos es escasa y el roce de los avisadores con el asfalto indica que es momento de pilotearla con algo más de calma. Para detenerla con energía hace falta implementar ambos frenos. No frena mal, pero podría ser más efectiva. De todas formas la aparición del ABS soluciona cualquier inconveniente que se pueda llegar a tener.
Estrategia
Para cautivar a un público más joven de lo habitual, Harley-Davidson tuvo que ajustar bien finita su estrategia. Es una moto sencilla, sí. Con componentes y piezas un escaloncito por debajo de los cánones tradicionales de la marca, también. ¿Pero es una moto que merece exhibir el logo de H-D? Sin dudas. Su concepción es más que satisfactoria y, tal como lo plantearon sus desarrolladores, la idea era sumar nuevos usuarios y hacer hincapié en un precio que pueda pagarse. Quizás algunos detalles como el cableado a la vista y la tornillería, por citar algunos ejemplos, no sea a lo que está acostumbrado un usuario de la marca, pero lo dicho: a ese claramente no apunta esta 750.
La cúpula de formas redondas, el diseño de las llantas con palos rectos, el colín y también la estructura de los colectores de escape tienen su razón de ser: todo está inspirado en la XLCR 1000 Café Racer de fines de los ‘70. Y para hacer foco aún más en el estilo “dark custom” de H-D la ausencia de detalles cromados es casi absoluta. Tampoco abundan las piezas de plástico.
El tablero posee un velocímetro analógico y un pequeño panel digital cuya única función es la de contabilizar los kilómetros. Podemos reclamarle algunos indicadores más.
Se puede decir que no hace falta esforzarse para ponerse a sus mandos. El depósito de combustible en forma de lágrima recibe cómodamente las piernas y la escasa altura al suelo del asiento invitan a conducirla de forma muy relajada. En este aspecto contribuyen los estribos retrasados y un manillar que permite adaptarse a las necesidades ‒o gustos‒ de cada usuario. Ergonómicamente está muy bien resulta.
Puede ser que en un primer momento esta moto no haya sido del todo bien vista por los incondicionales de HarleyDavidson. Pero lo cierto es que logró sumar adeptos ‒y por ende usuarios a la marca‒ en varios mercados alrededor del planeta. Es una moto práctica y agradable para un uso urbano, pero que se puede disfrutar y mucho en la ruta. Sí, además puede ser elegida por diferentes tipos de usuarios más allá de su edad, talla, género, experiencia y, por qué no, apariencia. ○