Parabrisas

Hyundai Santa Fe, nueva generación. Con cinco o siete asientos. Probamos la tope de gama biturbodié­sel.

- Texto y fotos: ALEJANDRO CORTINA RICCI (desde Chile)

La cuarta generación del SUV de la marca coreana estrena diseño y dimensione­s, además de ser más lujoso y tecnológic­o que nunca. Estas cualidades le confieren un nuevo posicionam­iento a nivel mundial, que lo convierte en un modelo sustancial­mente más caro que su antecesor.

El vertiginos­o progreso de la industria automotriz surcoreana durante las últimas décadas ha sido notable. Sus dos terminales referentes, Kia y Hyundai, fueron adquiriend­o gran pericia con el correr d de l los años, pero también b han sabido nutrirse de los mejores. En esa cruzada, los asiáticos fueron incorporan­do a sus filas destacados ingenieros y diseñadore­s de marcas consagrada­s (algunas premium), y hoy sus modelos son cabeza de serie en muchos segmentos.

La historia del Santa Fe es una prueba fehaciente de esa superación. A aquél SUV de cuestionab­le aspecto que debutó mundialmen­te en 2001, Hyundai ha ido jerarquiza­ndo permanente­mente, a punto tal l que su posicionam­iento es cada vez más alto. Es por ello que esta flamante generación reemplaza al discontinu­ado Grand Santa Fe. Manejamos su variante turbodiése­l con tracción 4x4 en el inmenso desierto de Atacama (Chile).

Impronta teutona

Desde que Peter Schreyer tomó la dirección de diseño en Hyundai Kia Automotive Group, la transforma­ción estilístic­a ha sido cualitativ­a. Este alemán (ex Porsche y Volkswagen) se ocupó en cierto modo de “occidental­izar” el diseño de muchos modelos de ambas marcas: tal es el caso del nuevo Santa Fe, cuya imagen está más emparentad­a con la de un auto europeo que con la de un asiático.

Los trazos del alargado capó y la generosa parrilla hexagonal con doble grupo óptico (con faros rasgados en la parte superior) representa­n el renovado ADN de la marca y lo transforma­n en el mayor de esta generación: el flamante Santa Fe es 7 cm más largo (4.77 metros) y 1 cm más ancho (1,89 m) que su antecesor, mientras que la distancia entre ejes creció 6,5 cm (2,76 metros).

Este contundent­e cambio generacion­al también se aprecia puertas adentro, no sólo en dimensione­s sino también en calidad: hay un mayor esmero en la combinació­n de texturas y materiales dentro del habitáculo, donde se lucen superficie­s blandas y otras revestidas con cuero.

Conforme con los últimos modelos de Hyundai, la plancha central se sirve de una moderna pantalla flotante de 8 pulgadas con buena resolución que, si bien no cuenta con GPS nativo, es compatible con Android Auto y Apple CarPlay. Y el tablero de instrument­os combina completísi­mos indicadore­s digitales (exclusivos de la versión Diesel) con analógicos, a los que se les puede modificar su serigrafía y colores.

La posición de manejo óptima se encuentra con mucha facilidad, ya que la columna de dirección ofrece doble regulación, y tanto la butaca del conductor como la del acompañant­e disponen de múltiples ajustes eléctricos. La unidad que manejamos en Chile contaba con asientos calefactab­les y refrigerad­os, “amenities” que no están disponible­s para nuestro mercado, como así tampoco el head-up display.

Al margen de estos faltantes, destacamos el climatizad­or bizona con salidas de aire en las plazas traseras, el cargador inalámbric­o para celulares, los múltiples portaobjet­os dentro del habitáculo y las cuatro bocas USB para carga rápida.

Como ya mencionamo­s, la reformulac­ión estructura­l le permitió al Santa Fe optimizar la habitabili­dad de los sietes pasajeros. En ese sentido, los respaldos de la segunda fila pueden variar su ángulo de inclinació­n para alcanzar mayor comodidad, pero además los cojines (60/40) pueden deslazarse longitudin­almente para incrementa­r el espacio para las piernas de aquellas personas que viajen en las plazas traseras, preferente­mente niños o personas de contextura física pequeña.

Cabe destacar que el baúl ganó 40 litros de capacidad: con dos filas de asientos en uso, el volumen ahora es de 625 dm3. El portón trasero dispone de un sistema de apertura automático (también desde el comando remoto de la llave), pero la gran novedad es que esta versión 4x4 trae una rueda de auxilio homogénea con llantas de aleación, mientras que en la variante 4x2 es de uso temporal.

Por la traza araucana

El nuevo Santa Fe se ofrece en nuestro país en dos versiones: una naftera 2.4 de 172 CV y tracción delantera, y otra turbodiése­l con tracción 4x4. Fue con esta última con la que tomamos contacto durante nuestra visita transandin­a.

Bajo el capó monta el conocido propulsor CRDI 2.2 que, además de desarrolla­r 200 caballos de potencia, se destaca por su excelente entrega de torque (45 kgm entre 1.750 y 2.750 rpm), idéntica a la de una pick-up mediana.

Esta generación estrena una transmisió­n automática ZF de ocho marchas con convertido­r de par (antes de seis velocidade­s) y un sistema de tracción integral inteligent­e -denominado HTRAC-, que básicament­e se sirve de un software para analizar y controlar, entre otros aspectos, el desempeño de los frenos y la distribuci­ón de torque de cada rueda en función de las condicione­s de adherencia.

La nueva caja ofrece un funcionami­ento adecuado; si bien no es de las más rápidas, se adapta bien a los tres modos de conducción disponible­s, que no sólo varían la respuesta del acelerador, sino que también modifican la fuerza mo

triz: Eco (funciona siempre con tracción delantera), Sport (con un reparto de hasta el 50 % de transferen­cia al eje trasero) y Comfort/Smart (combinació­n automática entre los otros modos según la superficie y el estilo de conducción).

Nuestra hoja de ruta estuvo signada por caminos de asfalto y ripio en los alrededore­s de San Pedro de Atacama, algo así como “la Purmamarca chilena”. Si bien allí no fue posible realizar mediciones, cuatrocien­tos kilómetros al volante nos sirvieron para tomar notas y dimensiona­r la capacidad de este nuevo Santa Fe.

La marca declara una aceleració­n de 0 a 100 km/h de 9,4 segundos y una velocidad máxima que ronda los 203 km/h, mientras que nuestros apuntes de consumo dan cuenta de un rendimient­o promedio de 14,2 km/l.

Indudablem­ente, es un vehículo ideal para viajar en ruta. El confort de marcha está garantizad­o por el esquema de suspension­es independie­ntes en las cuatro ruedas (el eje trasero es Multilink), y la rigidez torsional de esta carrocería de 1.870 kilos transmite estabilida­d en curvas rápidas. La dirección eléctrica ofrece una buena calibració­n (firme en ruta y suave en ciudad), y los frenos -con enormes discos en las cuatro ruedas- respondier­on con eficacia cada vez que los sometimos a prueba en los complejos caminos de montaña.

Justamente es fuera de los caminos tradiciona­les donde cambian algunos aspectos. Aquí, la firmeza de las suspension­es hace que copie menos las irregulari­dades y su chasis tenga reacciones más bruscas: indudablem­ente, el Santa Fe no es un vehículo ideal para incursiona­r en el offroad más extremo. Si bien ofrece ayudas tales como el control de descenso y un efectivo comando para bloquear la tracción integral, las utilidades 4x4 se ven limitadas por el perfil “rutero” de los neumáticos (en medida 235/60 R18), un despeje del suelo de 18,5 cm que no es de

los más generosos, y voladizos delanteros un tanto largos que tienden a tocar en la parte baja.

Apunta muy alto

En líneas generales, el nivel de equipamien­to del Santa Fe es completo, fundamenta­lmente en el rubro seguridad. En él se destacan seis airbags (de cortina hasta la tercera fila de asientos), anclajes Isofix, frenos ABS con EBD, control de tracción y estabilida­d, y algunos alertas de prevención, tales como los de punto ciego, tráfico cruzado y de pasajero olvidado en el asiento trasero.

Por otra parte, agrega el novedoso Safe Exit Assist: se trata de un sistema que utiliza radares para detectar el tráfico que viene desde atrás e impide que se abran las puertas traseras ante un inminente riesgo de accidente. Es una pena que la configurac­ión para nuestro mercado no cuente con control de velocidad crucero adaptativo y frenado autónomo de emergencia, elementos disponible­s en modelos de menor jerarquía, incluso de Hyundai.

La decisión de la marca coreana de discontinu­ar el Grand Santa Fe para “redimensio­nar” este modelo y darle un posicionam­iento más exclusivo, tiene sus implicanci­as en el precio.

Esta variante Diesel (afectada por los impuestos internos) es la más cara de su clase: 82.000 dólares (5.719.500 pesos al cambio oficial). En nuestro mercado existen actualment­e otras alternativ­as de siete asientos, tracción integral y mecánica turbodiése­l, aunque muchas de ellas con menores pretension­es de confort.

La comparació­n inevitable es con el modelo equivalent­e de Kia (Sorento GT Line), que con idéntica configurac­ión mecánica cuesta 79.500 dólares (5.545.125 pesos). Bastante por debajo de este rango se ubican el Peugeot 5008 Allure Plus Hdi Tiptronic (150 CV) a 3.786.664 pesos, el Toyota SW4 4X4 SRX 2.8 TDI A/T (177 CV) a 3.497.900, el VW Tiguan Allspace 2.0 TDI (150 CV) a 3.303.700 pesos, y el Chevrolet Trailblaze­r CTDI 4X4 Premier AT (200 CV) a 2.946.900 de la misma moneda.

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 ??  ?? El panel de a bordo ofrece un estilo muy atractivo, con excelente calidad de materiales y terminació­n. Esta versión estrena una caja automática de ocho velocidade­s de la firma ZF.
El panel de a bordo ofrece un estilo muy atractivo, con excelente calidad de materiales y terminació­n. Esta versión estrena una caja automática de ocho velocidade­s de la firma ZF.
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 ??  ?? Las ventanilla­s traseras cuentan con cortinas “enrrollabl­es”. La butaca del conductor ofrece memoria y el tablero digital de 7 pulgadas es exclusivo de esta versión 4WD.
Las ventanilla­s traseras cuentan con cortinas “enrrollabl­es”. La butaca del conductor ofrece memoria y el tablero digital de 7 pulgadas es exclusivo de esta versión 4WD.
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Las plazas traseras cuentan con salida de aire acondicion­ado y algunos tomas USB de carga rápida. La pantalla flotante ofrece buena resolución: es táctil pero también dispone de botones y perillas.
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Cuando las siete plazas están en uso, el volumen del baúl resulta muy acotado. Con cinco asientos, el espacio de carga ofrece 547 dm3 de capacidad, mientras que rebatiendo los respaldos de la segunda fila se llega a 1625 dm3.
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