Jorge Omar Del Rio
Las fuertes lluvias que suelen azotar a muchas regiones de nuestro país nos obligan a insistir en el cuidado que debemos tener al circular por rutas mojadas. Además, a la pérdida de adherencia, se le suma la mala visibilidad y, en algunos casos, el mal estado de los caminos.
Lamentablemente hay situaciones de mucha lluvia que complican el estado del asfalto provocando graves accidentes. Los charcos que se forman en el asfalto suelen ser una trampa para los conductores, que hasta que no comprueban lo que sucede con el auto, piensan que tienen todo bajo control.
Por el piso
Mirando el tema con atención es posible comprobar que, en algunos casos, las características de los caminos no colaboran para que los conductores mantengan el control normal de los vehículos cuando llueve. Es que, a veces, al momento de construir las calle o rutas, o repararlas, no se tienen en cuenta los declives necesarios para facilitar el escurrimiento del agua de lluvia. Esto produce zonas donde queda acumulada una capa de agua de algunos milímetros de espesor, que produce un efecto muy sorpresivo de “aquaplanning”, cuando los vehículos transitan sobre ella.
Otro aspecto que también influye en poder mantener el control de los vehículos es el material que se utiliza para realizar la última capa del camino, ya que es posible comprobar notables diferencias en la capacidad de adherencia que ofrecen.
Por muchos de estos motivos, en la Escuela de Manejo Avanzado trabajamos con frecuencia en el tratamiento de las situaciones que se producen cuando, por cualquier motivo, es necesario circular en condiciones de baja adherencia.
Hacemos mucho hincapié en la importancia de la tarea del conductor para conseguir la mayor seguridad posible en todos los casos, y ponemos especial énfasis en cómo resolver las situaciones que se producen cuando las condiciones climáticas son adversas.
Cuando se trata el tema con mayor detalle, notamos que, en los días de lluvia, se suman circunstancias que complican la circulación, como la disminución de la visibilidad y la menor adherencia del camino, en general, lo cual se ve agravado, en varios casos, por problemas de infraestructura que no deberían ser realidad.
Hay responsabilidad
Mientras esas situaciones no se modifiquen, conviene que los conductores afronten esos momentos con una actitud de manejo especial para la circunstancia, prestando especial atención a sus maniobras conductivas para que mantengan el control sobre su vehículo.
En este sentido, y especialmente en invierno, hay que comprender la importancia que tiene el hecho de conseguir la mejor visibilidad posible. Todavía se observan muchos vehículos que circulan con los vidrios muy empañados, especialmente cuando van con varios pasajeros. Esto no debe permitirse, porque es fácil comprender el riesgo que significa la falta de visibilidad, tanto hacia adelante como hacia atrás, pero también a los costados, para conocer la ubicación de otros vehículos con relación al propio.
Es fundamental que el conductor tome la actitud de tratar de anticipar las condiciones del camino porque, si pue
de ver a la distancia un “charco” o algun brillo en el piso, tendrá la posibilidad de reaccionar bajando la velocidad de circulación para evitar problemas.
Basta que se forme una pequena película de agua de pocos milímetros para que las cubiertas se monten sobre ella y el rodado comience a “flotar” sin adherencia al camino, situación que implica que se pierde casi por completo el control.
Es una de las peores cosas que pueden ocurrir. Hay que tener en cuenta que para mantener control sobre un vehículo, el conductor necesita que las ruedas se “agarren” al camino para que respondan a sus maniobras. Por eso es necesario aminorar antes de llegar al lugar anegado para que los neumáticos, a través del peso del vehículo, corten la película de agua que tienen que atravesar, logren apoyarse sobre el camino, y así recuperen la adherencia. También hay que considerar que, cuando el camino está mojado, disminuye mucho la adherencia disponible entre los neumáticos y el piso sobre el que se transita, por lo que toda la conducción debe adaptarse en función de esto. Serán necesarios mayores espacios para frenar y la velocidad en una curva deberá ser menor para evitar encontrarse con la sorpresa de que el auto empieza a “patinar”.
Si se permite llegar a esa instancia, se corre el riesgo de perder el control del vehículo, y eso puede ser realmente muy peligroso, según la velocidad de circulación.
Hay que tener en cuenta que la mayoría de los conductores no se ha capacitado para controlar los posibles deslizamientos y, por lo general, generan maniobras instintivas que en muchos casos agravan la situación. También es bueno reconocer la realidad de la adherencia que se tiene disponible según el tipo de camino, las características del vehículo, y el tipo y estado de las cubiertas con que está equipado. Actualmente hay una gran diversidad en ese sentido y, a velocidad de ruta, pueden crearse serios problemas, si se trata de “copiar” la velocidad de circulación del que va adelante.
Por eso es fundamental que el conductor trate de percibir las sensaciones de adherencia que recibe mientras circula por un camino mojado. A través de esas sensaciones podrá decidir sus maniobras tratando de no llegar nunca al extremo de que las ruedas comiencen a resbalar. Esto es especialmente importante durante las maniobras de frenado porque, aun a baja velocidad, las sorpresas suelen derivar en accidentes.
Ya hay muchos vehículos equipados con sistemas de ABS que procuran evitar el bloqueo, pero los conductores no deben dejar de considerar la realidad de la inercia que tiene un objeto de más de mil kilos avanzando a la velocidad del tránsito.
Baldazo de frente
En otro aspecto, y de acuerdo con las inquietudes que nos transmiten los alumnos, solemos mencionar las circunstancias que se presentan en las rutas de doble circulación, cuando se pierde la visión por el parabrisas, debido al agua que arroja un vehículo que circula por la mano contraria. En estos casos es importante mantener la calma, tal vez, aliviar un poco la presión sobre el acelerador, pero no frenar ni hacer una maniobra brusca, ya que un instante después se podrá recuperar la visión y seguir la marcha sin modificaciones.
Como idea general, entonces, es bueno entender que siempre es el conductor el que puede asumir una actitud preventiva que le haga comenzar sus maniobras con más tiempo y espacio para realizarlas con suavidad, y elegir una velocidad de circulación que le permita tener la certeza de estar dominando la situación sin ninguna duda.