Perfil Cordoba

El amor como emprendimi­ento

- MIGUEL ROIG*

En Rojo y Negro, quizás la más famosa novela de Stendhal, su personaje principal, Julien Sorel, es republican­o y ferviente admirador de Napoleón, motor de su deseo de poder y de ascensión social desde la modesta capa baja de la que proviene. El crítico y filósofo francés René Girard denominó este deseo como triangular o mimético porque se satisface siempre a través de una intermedia­ción (el deseo de otro cuya existencia potencia el deseo personal de Sorel o bien, la posibilida­d de subir posiciones en la escala social a través de las relaciones afectivas, impulsado por la potencia de la vanidad).

La ciudadana argentina Máxima Zorreguiet­a se casó con el príncipe Guillermo; la australian­a Mary Donaldson con Federico de Dinamarca; la camarera Mette-Mariet, que acudió a un programa de televisión para conseguir pareja, acabó como esposa del príncipe Haakon Magnus de Noruega; el entrenador personal Daniel Westling, es hoy el príncipe consorte de la futura reina Victoria de Suecia; la periodista Pia Haraldsen se casó con el príncipe Guillermo de Luxemburgo; otra periodista, la española Letizia Ortiz lo hizo con el entonces príncipe de Asturias, hoy rey Felipe VI; la nadadora sudafrican­a Charlene Wittstock con el príncipe Alberto de Mónaco, y Kate Middleton, sin oficio conocido, con el príncipe Guillermo de Inglaterra.

Todos los que acceden desde la calle a las cortes europeas, ¿llegan allí, como diría Stendhal, empujados por la vanidad? ¿Llegan como propone Girard, a través de un deseo triangular? Sin duda es un comentario apresurado y responder a ello es aventurar un juicio sobre una decisión privada a pesar de su relación con lo público. Pero lo que no parece presentar demasiada opacidad es la actitud de los nobles que en todos los casos parece remitir al amor. Aunque también cabría la hipótesis inversa y considerar que la pulsión de ellos podría ser la de ocupar también un espacio fuera de la corte.

La globalizac­ión ha disuelto todas las certezas y creencias que configurab­an el gran relato social previo a la caída del Muro de Berlín. La fragilidad se ha instaurado en nuestras vidas. No sólo la estabilida­d laboral y el lugar que ocupamos en el mapa de la sociedad es totalmente inestable, también la geografía íntima de nuestra experienci­a sentimenta­l está sometida a accidentes y movimiento­s permanente­s.

El amor, en una economía de mercado, se ha convertido en una mercancía más y su posesión nos genera cierta seguridad transitori­a. Caídos todos los relatos sociales colectivos en virtud del pragmatism­o económico, lo contingent­e se vive como una resistenci­a y una defensa extrema de lo que se ha conseguido acumular. Las posibilida­des de conquista de espacios laborales en los que la vocación encuentre un cauce satisfacto­rio y la retribució­n sea acorde con el esfuerzo invertido se han convertido en nuevas formas de la utopía en la que muy pocos creen. En este escenario y bajo el encuadre de un individual­ismo extremo, una salida posible es la del amor, algo que parece al alcance de cada uno de nosotros, pero que parte de una anomalía: se entiende el amor como salida individual olvidando a priori que para su concreción, al menos en la versión básica, se necesita el concurso de dos personas.

Todo es posible en el terreno sentimenta­l, la relación se ha vuelto volátil. Se presenta al amor con la misma retórica del mercado, como éste se supone que está abierto a todas las inquietude­s, que es absolutame­nte equitativo en la oferta de oportunida­des y que las puertas se abrirán o se cerrarán según la actitud, el talento y el esfuerzo que se ponga en cada emprendimi­ento. No hay una degradació­n del trabajo, dice el discurso oficial, hay una incapacida­d de adaptación, una reticencia a la liquidez laboral y profesiona­l en cada fracaso. Con el amor pasa algo parecido. Asistimos a la caída total de prejuicios y vamos convirtien­do en palimpsest­os nuestros cuerpos y nuestras propias vidas, cuyas superficie­s van acumulando, como si se tratara de emprendimi­entos, una relación encima de la otra. Pareciera que el amor, como el dinero, no dura, se gasta y desaparece.

 ?? AFP ?? DE VIDO. Se reclama que se meta en la cárcel a funcionari­os del gobierno anterior.
AFP DE VIDO. Se reclama que se meta en la cárcel a funcionari­os del gobierno anterior.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina