“Publicar este libro es una reparación de derechos humanos, género y poesía”
Intelectual destacada en el ámbito de la literatura, cuenta con un vasto currículum vítae. Proscripta en los 80 y exiliada en Alemania, sus “Verdades como criptas” salen a la luz.
Era el año 1980 y Susana Romano Sued se presentaba por primera vez a un certamen literario. El concurso -que estipulaba la edición de 1.000 ejemplares y una suma considerable de dinerohabía sido convocado por la Subsecretaría de Cultura de la Municipalidad de Córdoba y la escritora resultó ser la flamante ganadora.
Pero a algunos funcionarios del gobierno de ese entonces les pareció encontrar entre las letras del libro mensajes cifrados y subversivos. La tapa del libro, diagramada por el artista plástico Miguel Cachoíto de Lorenzi, también fue duramente cuestionada.
El libro nunca vio la luz y los pocos ejemplares que se alcanzaron a imprimir quedaron enterrados en un sótano oscuro y solitario. Hoy, más de tres décadas después, el libro de Susana Sued es editado de la mano de la editorial Las Nuestras.
—¿Cómo fue la proscripción de tu libro en aquella época?
—Fue proscripto de una manera singular porque lo hizo el mismo municipio que había organizado el premio... Miguel (de Lorenzi) no quería una tapa convencional y había ido por unas paredes viejas. Interpretando el libro, escribió con tizas algunos signos y a partir de ahí salió esa tapa. Yo había ganado en 1980 y un año después me entrevista el secretario de prensa del municipio y me dice que la gente de inteligencia tenía dudas sobre esta tapa porque parecía contener un mensaje subversivo, que había que cambiarla. La otra opción era dejar la tapa y someterme a un interrogatorio sobre los contenidos del libro, que, según ellos, tenían mensajes cifrados. Yo tenía mucho miedo porque en el año 77 había tenido una experiencia de secuestro (Sued estuvo en el Campo de la Ribera durante dos meses) y todo lo que quería era irme, había conseguido una beca en una universidad alemana; entonces, sugerí cambiar la tapa, porque además quería llevarme el libro impreso. Lo que hizo De Lorenzi fue duplicar la contratapa y eliminar la tapa; se imprimieron unos doscientos ejemplares. Pero ese libro había nacido muerto.
—¿Cómo fue tu exilio en Alemania?
—Estuve seis años; allá me doctoré en Filosofía. Algunos de esos poemas que acá fueron proscriptos, los publicó una editorial de Frankfurt. Fui conocida antes en Alemania que en Argentina, porque yo nunca había publicado un libro acá, me había presentado a ese concurso, pero nunca imaginé que iba a ganar el primer premio. Por muchos años escribí solo para mí, le mostraba a algunos amigos. A mi vuelta, en el 87, gané una adjuntía en Teoría Literaria en la Universidad y en el 89, la cátedra de Estética y Crítica Literaria Moderna. Después, entré al Conicet, siempre investigando la literatura, la poesía, la tecnología. En general, literatura argentina y la teoría de la traducción de argentinos en otras lenguas y viceversa.
—¿Y de Verdades como criptas no supiste nunca más nada?
—Cuando volví del exilio ,me encontré con un poeta que trabajaba en la Municipalidad y me contó que husmeando en los depósitos, había encontrado las mil tapas eliminadas y los ejemplares que no me dieron en una pila en un sótano. De a poco los fue sacando, regalándoselos a alguna gente, algunos me los dio a mí…
—¿Qué significa para vos que se reedite este libro ahora?
—Esto es mérito de Griselda Gómez (subdirectora de Letras, Biblioteca Córdoba), que dijo: “Vamos a hacer una reparación histórica”, y fue más que eso, porque es una reparación múltiple: de derechos humanos, de género, de poesía. Esto me reinserta de nuevo en la cadena de producción poética cordobesa. Pero siempre tiene que estar la voluntad y la decisión de alguien, por eso, creo que el impulso de Griselda es muy importante, porque hay un compromiso ético, político, poético.