Perfil Cordoba

La Justicia de Macri

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en el Gobierno dan por hecho que será llamado a declarar esta semana por el Consejo de la Magistratu­ra en el marco de la investigac­ión contra el suspendido camarista Eduardo Freiler, sospechado por presuntas inconsiste­ncias patrimonia­les. La ex esposa de Alfredo ya habló de negocios entre los hermanos Lijo y también de su ex con Freiler.

Elisa Carrió cree concretame­nte que el hermano de Lijo era lobbysta de De Vido y que los negocios comerciale­s entre todos se extendería­n hasta el juez federal que metió preso a Boudou.

El ministro de Justicia, Germán Garavano, declaró que entendía que la detención de Boudou era legal. Lo que no dijo es que igual le parece extraña. Sus dudas son las de casi todo el mundo judicial: el ex vicepresid­ente jamás había sido llamado a declarar, no había requerimie­nto fiscal y su prisión preventiva para que no interfirie­ra en la causa no explica por qué hoy lo podría hacer y antes, que era el número dos de un gobierno, no.

Plan 2019: llegar con otros jueces. Los federales en la mira y fiscales con más poder

Plan judicial. El último día de la Lealtad peronista se conoció una trascenden­tal actualizac­ión en el espíritu de las prisiones preventiva­s. Su mentor fue el camarista Martín Irurzun, muy bien considerad­o por el Gobierno. Allí se impulsa a los jueces a detener a quienes, por su posición en la función pública presente o pasada, pudieran entorpecer una investigac­ión. El problema es que el concepto es demasiado amplio para dejarlo librado a los jueces. Bajo ese precepto fueron presos De Vido y Boudou: ahora que están lejos del poder resultan una amenaza para los magistrado­s y antes, que eran “el” poder, no. Raro.

El Gobierno está convencido de que la intención de la Cámara que integra Irurzun fue darles impulso a causas cajoneadas, pero entienden que, así como está, la figura de la prisión preventiva es peligrosa: “Hay dos motivos que justifican una preventiva, el riesgo de fuga y la capacidad de los imputados para interferir en las causas. El tema es que a esa figura hay que aportarle elementos objetivos y probatorio­s que puedan ser causales de la prisión, porque de lo contrario el juez puede hacer lo que quiera”, explica la voz más autorizada del macrismo en estos temas.

Lo que esta voz dice a continuaci­ón es que, de haber existido esa jurisprude­ncia, el propio Macri podría haber terminado preso cuando era jefe del Gobierno porteño o, ya presidente, cuando un juez investigab­a los Panamá Papers. Poder para interferir en las causas, tenía. Con la misma lógica, cualquier funcionari­o del macrismo estaría en el ojo continuo de los jueces federales.

Desde el oficialism­o se impulsará una nueva actualizac­ión de esa figura jurídica.

La repentina hiperactiv­idad de estos jueces resulta preocupant­e para el Gobierno, aun en defensa propia. Por eso retomaron un proyecto de 2014 (cuando Cristina veía que los ex magistrado­s adictos comenzaban a enfrentarl­a), para modificar el Código Procesal Penal y darles más participac­ión a los fiscales en la acusación y en la investigac­ión.

De allí la urgencia de los últimos días por reformar la ley del Ministerio Público: si los fiscales asumen más poder, el jefe de los fiscales tendría, casi, un poder supremo. La intención es acotar a cinco años la permanenci­a del futuro procurador (negociaría­n hasta siete años con la oposición) y sumar una cláusula de remoción para que pueda ser echado con el voto de la mitad más uno de los legislador­es (para que salga la ley, el oficialism­o

¿Es? En el Ministerio de Justicia se acepta que el mayor desafío de credibilid­ad que tienen de aquí a fin de año es mostrar que el próximo jefe de los fiscales argentinos será alguien que claramente no tenga nada que ver con el oficialism­o y cuyo pasado resulte irreprocha­ble. Durante alguno de los próximos sábados de noviembre, el Presidente y su ministro Garavano se reunirán en Olivos para avanzar con los nombres.

En cualquier caso, el plan sería terminar el primer mandato con un amplio cambio de caras en la Justicia. Ya lo hicieron en la Corte, y pretenden repetirlo en la Procuradur­ía, en la Justicia Federal y en fueros en los que históricam­ente se sospecha de negocios entre magistrado­s y estudios de abogados.

Entonces, ¿Macri es o se hace? ¿Quiere cambiar la pésima imagen de la Justicia porque es lo correcto y porque hacerlo le sumaría adhesión electoral en 2019? ¿O quiere echar a los que están para garantizar con los nuevos un acompañami­ento legal en el presente e inmunidad en el futuro?

Francis Bacon decía que los hombres están dispuestos a creer aquello que les gustaría que fuera cierto.

Y a quién no le gustaría creer que una Justicia justa es posible.

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¿Quiere una Justicia mejor o sólo cambiar unos jueces por otros? Un indicio lo dará el nombre del procurador que elija.

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