Expedición guiada por la ciencia
Un docente de la Universidad de San Martín viajó de Chicago a Buenos Aires dictando talleres de Física para que alumnos y profesores aprendan a ensamblar detectores de rayos.
Se escucha decir que falta cierta articulación entre los contenidos que se dan en las universidades y la vida exterior, que es un desafío salir de las aulas. Sin embargo, hay casos como el de Federico Izraelevitch, físico, docente e investigador del Instituto de Tecnología Nuclear Dan Beninson de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam) que se toma la divulgación científica muy personal. El junto a su compañera y tres perros emprendieron su viaje desde Chicago a Buenos Aires, en su camioneta Ford Econoline. Esta travesía duró seis meses, pero en su vuelta al país fue dejando su enseñanza sobre Física en diferentes instituciones de América como en Chiapas, Guatemala, San José, Buracamanga, Pasto, Quito, Lima y La Paz. Allí, presentó su Proyecto Escaramujo, que se basó en talleres para estudiantes y profesores donde aprendieron a ensamblar detectores de rayos y para qué sirve.
—¿Cómo surgió la idea de poder divulgar la Física de esta manera?
—Hay mucha gente que me inspiró, que me motivó por el gusto por enseñar y compartir. Sin duda, colegas. El proyecto del viaje fue una oportunidad que se dio en un momento de mi carrera y de mi vida, las ganas de volver a Argentina después de un período de trabajo e investigación en Estados Unidos. La intención personal de aprovechar esta oportunidad y una experiencia personal y hacer una divulgación científica, dar a conocer y ver cómo se educaba en lugares de América Latina. Se fue dando de forma escalonada. La posibilidad de ir por tierra y poder llegar a lugares que no son tan solicitados, centro de mayor relevancia, de menor y lugares remotos. La idea del viaje fue a priori por tierra, y una vez ya planteado, nos pareció una buena idea para poder llegar divulgar la ciencia, la Física en particular.
—¿Cuál fue la repercusión? —El objetivo era tender un vínculo con estudiantes y colegas profesores que nos permitiera hablar un lenguaje común, en este caso un lenguaje científico y despertar en algunos estudiantes la vocación de seguir aprendiendo, progresando. Y en aquellos que ya estaban en su carrera de grado pudieran seguir avanzando, terminarla y comenzar una carrera de posgrado. Y en el día de mañana dedicarse a la actividad científica, a la actividad técnica. Esa fue un poco la idea y la respuesta que me encontré fue inmejorable. Tanto por los estudiantes que nos recibieron con las puertas abiertas y totalmente dispuestos a compartir en el taller y colaborar sin ninguna restricción. En algunos casos haciendo esfuerzos grandes porque llegamos en períodos de vacaciones o exámenes. Al ir por tierra, era difícil tener una agenda de la coyuntura