El petróleo, fuente de
muestra cómo el petróleo colocó a Estados Unidos en el
mapa.”
The Son,
Desde el 22 de octubre, se puede ver la serie The Son, los domingos a las 22 por AMC. Se trata de diez episodios que sintetizan la novela homónima, finalista del Premio Pulitzer en 2014. Escrita por Philipp Meyer, en ella se cuenta la historia de la familia McCullough, en las primeras décadas del siglo XX. El telón de fondo es el desarrollo de los Estados Unidos como potencia económica, y las sangrientas luchas por consolidar su territorio. Así pues, los blancos estadounidenses aplican indisimulada crueldad contra comunidades indígenas, comunidades afrodescendientes y mexicanos, en la zona de Texas.
El actor David Wilson Barnes es Phineas McCullough, el hijo mayor –de allí el título de la propuesta– de Eli McCullough, un sádico y poderoso empresario petrolero, interpretado por Pierce Brosnan. Wilson Barnes, quien previamente participó en The Blacklist, Law & Order y en la película Truman Capote, analiza esta nueva serie en entrevista exclusiva para PERFIL.
—¿Qué asociación propone “The Son”, entre el petróleo y el surgimiento de Estados Unidos en tanto imperio?
—La serie se desarrolla al comienza del boom petrolero y el uso de la industria del petróleo como una fuente de recursos minerales relativamente nueva. El petróleo es la materia esencial que conduce el siglo XX y se convierte en un camino de poder, porque la energía es poderosa. The Son muestra la transición desde un mundo más agrario, con hacendados como los McCullough, criadores de ganado, hacia una nueva era tecnológica que va a cambiar el mundo. En efecto, el petróleo colocó a Estados Unidos en el mapa. La forma en que utilizamos el petróleo durante la Primera y Segunda Guerra Mundial fue un cambio drástico. —Cuando Eli ya es un anciano, este hijo Phineas se convierte en el primer abogado de la familia y se hace cargo de las propiedades, desde el punto de vista legal. Para ello, pasa la mayor parte del tiempo en Boston, y no en el rancho. Quiere vivir como un político, pero manteniendo sus raíces.
—Magnífica. Fue realmente un líder en este proyecto. Es uno de los mejores actores de los Estados Unidos, un hombre generoso, amable, gran compañero. Para él, el trabajo siempre está en primer lugar. Recuerdo una escena en la que su personaje estaba atravesando un momento doloroso. Yo, como hijo, tomé sus manos entre las mías y, para confortarlo, debía besarlo en la frente. Se creó un clima muy íntimo y poco frecuente entre actores; perdí noción del tiempo transcurrido. Esto marcó nuestra relación. Es muy paternal, una persona maravillosa.
—Creo que en este momento la televisión está en su era de oro. Tiene una gran capacidad de contar historias profundas. El tiempo que nos llevó realizar The son, pocos programas de TV lo hacen. Se requiere mucho tiempo para lograr los detalles y los aspectos crueles de la historia. Estoy feliz de estar en la serie que utiliza la televisión como medio de difusión.
—¿Qué imagen brinda “The Son” sobre la comunidad mexicana y las comunidades aborígenes que habitaban el actual territorio de Estados Unidos?
—En nuestra serie, aparecen los comanches, tribu guerrera que atacaba y combatía los imperios español, estadounidense y mexicano. Mostramos la transición hasta su completo dominio y asimilación a la cultura de Estados Unidos, mientras tanto los estadounidenses como los mexicanos que vivían en esas regiones sufrían los ataques comanches y debían combatirlos para mantener sus propiedades. Entre los mexicanos, había grupos: bandidos, revolucionarios, familias mexicanas ricas y dueñas de tierras que fueron asimiladas por la cultura estadounidense. Pero los mexicanos nunca confiaron en los estadounidenses, de la misma forma en que los comanches no confiaban en nadie y sólo asesinaban colonos. Mostramos la posición del hombre blanco, es la historia de la conquista, de los derechos del imperio estadounidense. En una situación muy compleja, que da lugar, a la formación de grupos horribles, como el Ku Klux Kan..