El monopolio que resta: ¿quién le pone el cascabel a este gato?
Media docena de compañías globales, como Google, Facebook, Amazon, Netflix, Microsoft y Apple han crecido elaborando excepcionales productos que contribuyen a cambiar positivamente el mundo y nos facilitan la vida. Sin embargo, tienen de mercado globales insólitos (80% o 90%) a la vez que manejan un caudal de datos inimaginable sobre nosotros y el mundo.
Google y Facebook, asimismo, concentran cerca del 60%-70% de la publicidad online de un gran número de países y un quinto de toda la publicidad mundial. Mientras ambas prosperan, diarios, TV abierta y hasta medios digitales nativos decaen. Muchos creen que el periodismo, la música o la producción audiovisual deberán desarrollar un modelo de financiación nuevo y radicalmente distinto para subsistir.
¿Hay que poner algún límite a estas empresas? ¿Cómo hacerlo? ¿O es poner un límite a la innovación? Hay quienes argumentan que la esencia de un monopolio no es el share de mercado, sino la imposibilidad de elegir. En teoría, un nuevo buscador que ofrezca mejores servicios no tiene ningún impedimento legal ni técnico para aparecer y podrá crecer en tanto Google deje de prestar un buen servicio. Después de todo, es la forma en que los dominantes Yahoo o Altavista resultaron relegados hace casi 20 años.
Algunos destacan que aunque Google domine las búsquedas en forma abrumadora, sólo le toma 10 segundos a cualquier usuario seleccionar a Bing o Yahoo. De la misma forma, si Google no ofreciera el target o la relación costo-impacto que busca un anunciante publicitario, éste también puede cambiar muy fácilmente de vehículo. Y los medios tradicionales afectados por los “nuevos” deberán reajustarse a otras circunstancias, como ya lo hicieron varias veces.
¿Es un análisis que lleva a una acertada desdramatización de las circunstancias? ¿O se trata de planteos simplistas que no captan la gravedad de estas situaciones? Sólo el tiempo dará una respuesta precisa.