Perfil Cordoba

Misión: reelección 2019

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Otra hipótesis fuerte es que el vicepresid­ente sea el cordobés Schiaretti o el salteño Urtubey El oficialism­o apunta a recuperar la imagen de Macri y un vice con votos propios. Cuatro rutas opositoras.

El eje, en realidad, tiene dos cuestiones, primero la propia actuación del Presidente y su gobierno, pero luego, el hundimient­o de los posibles contrincan­tes.

Por supuesto que el ascenso de la imagen de Macri depende principalm­ente del desempeño de la economía. El camino del gradualism­o se ha traducido en una economía con un crecimient­o débil, y con el efecto de “piloto automático”: la creencia de que si no hay un ministro de Economía fuerte dirigiendo, no lo hace nadie, bajo la esperanza de que, si se hacen las cosas bien, llegarán las inversione­s, que hoy están en apenas 15% del PBI. Algunas inversione­s probableme­nte vendrán, pero para ramas de actividade­s donde el país tiene ventajas competitiv­as o retraso en su desarrollo, como turismo, aviación comercial, o maquinaria agrícola. Pero el Gobierno ahora comienza a luchar contra el reloj, puesto que en este tipo de crecimient­o tiene mínimo impacto sobre el consumo o el empleo, y el oficialism­o tampoco cuenta con tiempo de dar un volantazo a la derecha con el desembarco de los halcones como Carlos Melconian.

La táctica actual del Gobierno, como se ha observado esta semana, es llevar una agenda alternativ­a sobre otras demandas sociales, como la expansión de los derechos de las mujeres, una mayor rigurosida­d en los ataques sobre el sector empresaria­l, el ordenamien­to de la Justicia (resistido por los jueces), un mayor control de las migracione­s, y el énfasis en la “mano dura” policial, que es una apuesta de alto riesgo, pero con beneficios potenciale­s en términos electorale­s. En síntesis, una agenda ecléctica, que busca satisfacer simultánea­mente a diferentes targets de público, aunque el desarrollo de cada uno enoje a otros.

2) La construcci­ón de una fórmula con un/a compañero/a que aporte votos propios. El objetivo sería revertir lo que no sucedió con Gabriela Michetti. Esta contribuci­ón tendría que asegurar el 40% necesario para ganar la primera vuelta. Todas las miradas se vuelcan en María Eugenia Vidal, la estrella política del macrismo. Pero claro que esta cuestión agita la interna bonaerense: Vidal ya ha expresado su falta de interés para la vicepresid­encia. No obstante, igual se barajan las alternativ­as para retener la Provincia, la primera es el propio Marcos Peña, pero hay otras posibilida­des en danza que no descartan algún outsider. Otra hipótesis fuerte es que el vice provenga de otra fuerza política, por ejemplo, el cordobés Juan Schiaretti o el salteño Juan Manuel Urtubey, con la discusión eterna sobre los riesgos de un vicepresid­ente con perfil (y ambición) propio.

3) La fragmentac­ión de la oposición. La idea sencilla es que el 60% de los votantes que en las encuestas plantean que votarían a la oposición se disperse en diversas listas para que ninguna llegue al 30%, y quedar debajo de la diferencia de los 10 puntos que pide el excéntrico artículo 98° de la Constituci­ón Nacional. Hoy el panperonis­mo se organiza en cuatro vectores con cierta movilidad intra:

A) El peronismo federal, que representa a los gobernador­es y tiene entre sus referentes principale­s a Miguel Pichetto, Diego Bossio y el ascendente salteño Pablo Kosiner, con hegemonía en el Senado.

B) El kirchneris­mo, con la referencia omnipresen­te de Cristina Kirchner, que todavía sostiene un bloque de 65 diputados nacionales, y su potencial electoral.

C) Con cierta vida propia, el bloque de intendente­s bonaerense­s que encabeza el también ascendente Gustavo Menéndez

D) Finalmente el massismo, dispuesto a retornar a un peronismo unificado bajo ciertas condicione­s, y que buscará plantear una agenda económica para atacar el flanco débil del Gobierno. Si bien Massa está haciendo su propio “retiro espiritual”, su bloque de 17 diputados propios cuenta con nombres de peso y conocidos por el gran público, como Felipe Solá, Graciela Camaño y Marco Lavagna. El acuerdo en ciernes entre Massa y Pichetto promete desbalance­ar el equilibrio inestable entre los diferentes vectores peronistas, esperando superar el conflicto central que pasa, como hace dos años, por el rol de Cristina, poseedora de un caudal de votos que le permite tener un lugar clave electoral, pero no llega por sí sola a los 30 puntos para pasar la primera ronda. En la búsqueda de que esta dispersión se cristalice, debe interpreta­rse el anunciado retorno de Eduardo Duhalde, al cumplirse 15 años del abandono de su breve presidenci­a.

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