‘¡Chau, no va más...!’
principalmente europeos y sus descendientes. Otros van y vienen como mis padres. Para 2012, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) reportaba 8.533 personas nacidas en suelo argentino aún residentes en Venezuela. Se cree que esa cifra disminuyó significativamente en los últimos cuatro años.
Con sus afectos amalgamados entre sus dos patrias, hoy mis padres ya están contemplando seriamente la posibilidad del definitivo retorno a la Argentina. Cada vez más acorralados por la crisis, sienten estar experimentando una segunda migración forzada. Resulta paradójico que nuevamente sean militares quienes decidan tu destino. Con más de 77 años a cuestas y cuatro décadas de trabajo, retornar a Buenos Aires representa un nuevo comienzo con escaso capital, y acumulado cansancio. Pero la realidad se impone.
Como la gran mayoría de los ciudadanos y residentes extranjeros aún en territorio venezolano, a mis padres les cuesta cada vez más afrontar diariamente las causas y efectos de:
-La ruina económica (hiperinflación acumulada en 2017 de 2.616%; sueldo básico mensual en 37 dólares a marzo 2018; el 85% de las empresas venezolanas liquidaron a sus trabajadores).
-La inseguridad ciudadana (se registraron 26.616 muertes violentas en 2017; 163 muertes en protestas en 2017; 237 presos políticos en 2018; 141 saqueos y 714 protestas en enero de 2018).
-El retroceso social (indicadores sociales descienden por aumento de desnutrición infantil, tasa de mortalidad materna, vacunas e inseguridad; 80% de escasez de medicamentos en 2018; 80% de venezolanos aseguran haber comido menos en 2017).
-La censura informativa (cierre y censura a 54 medios de comunicación nacionales e internacionales en 2017).
-El menosprecio a los valores e instancias democráticas (La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) documenta ampliamente la crisis en el informe “Institucionalidad democrática, Estado de derecho y derechos humanos en Venezuela” del 2018).
Estas cifras gritan lo que callan los medios masivos oficialistas: la crisis política, económica, y social de Venezuela se agrava día a día y “no por la constante injerencia del imperio yanqui”. Mientras tanto oleadas de inmigrantes venezolanos siguen inundando la región, la comunidad internacional propone diálogos y canales humanitarios, y mis padres planeando, con el corazón en la mano, un “¡Chau, no va más...!”.