Decepción de la Unión europea
La Unión Europea (UE) no obtuvo ayer garantías de que quedará exenta de los aranceles impuestos por el presidente Donald Trump al acero y el aluminio, tras advertir a Estados Unidos sobre el riesgo de una guerra comercial. Los europeos expresaron su decepción al representante estadounidense de Comercio, Robert Lighthizer, quien viajó a Bruselas para una reunión con la comisaria europea Cecilia Malmström. “Fue una franca discusión pero no obtuvimos claridad inmediata sobre el procedimiento para quedar exentos y las negociaciones continuarán la semana que viene”, indicó Malmström, tras el encuentro, que duró cuatro horas. “Somos un aliado cercano y un socio comercial de Estados Unidos y, como tal, la UE debe estar excluida de las medidas anunciadas”, agregó. Trump recogió el guante y respondió en duros términos: “Los maravillosos países de la UE, que tratan muy mal a EE.UU. en materia comercial, se quejan sobre las tarifas al acero y aluminio. Si ellos bajan sus horribles barreras y tarifas a los productos norteamericanos, haremos lo mismo”.
Influyente. Lighthizer, ex funcionario de Ronald Reagan, también estuvo vinculado a la industria siderúrgica. Fue lobbysta y abogado de compañías del sector. “Luchará por buenos acuerdos comerciales que den prioridad a los trabajadores estadounidenses”, dijo el presidente al anunciar su designación. Está al frente de las negociaciones con México y Canadá por el Nafta. “Es mil veces más valorado e importante para Trump que Ross”, explicó a PERFIL una fuente al tanto de la estrategia comercial de la Casa Blanca. Además, lideró la delegación estadounidense
ross y lighthizer trabajaron en compañías siderúrgicas norteamericanas
que visitó en diciembre Buenos Aires para la Conferencia Ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Política exterior. Los tres funcionarios son claves para articular el “America primero” que repitió una y otra vez Trump en la última campaña presidencial. “El cree que puede vencer en la guerra comercial. Piensa que otras naciones dependen tanto del mercado norteamericano que obtendrá suficientes concesiones para reivindicar el pulso que lanzó. Y que una administración que recompense a sus aliados y castigue a sus enemigos, reescribiendo las reglas comerciales, será difícil de desplazar”, escribió Walter Russell Mead, investigador del Instituto Hudson, en The Wall Street Journal.
Estados Unidos importa cuatro veces más acero del que exporta. “Nuestras industrias de acero y aluminio han sido diezmadas durante décadas por el comercio injusto y la mala política con países del mundo”, escribió Trump en su cuenta de Twitter.
La medida reavivó el temor a una guerra comercial con China, principal afectado por los aranceles diseñados por los “mosqueteros” proteccionistas que rodean al republicano en Washington. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, valoró ayer el rol de su par chino, Xi Jinping, en el incipiente acercamiento diplomático con Corea del Norte. “El presidente Xi me dijo que aprecia que Estados Unidos trabaje para resolver el problema diplomáticamente, en lugar de optar por la alternativa inquietante. China continúa ayudándonos”, escribió el mandatario, al dar algunos detalles del diálogo telefónico que mantuvo el viernes con el líder chino.
Trump y el líder norcoreano, Kim Jong-un, podrían reunirse por primera vez cara a cara a finales de mayo. “Corea del Norte no practicó más pruebas de misiles desde el 28 de noviembre de 2017 y prometió que no lo hará antes de nuestra reunión. Estoy convencido de que cumplirá con su compromiso”, afirmó ayer el mandatario norteamericano.
El lugar y la fecha de un eventual encuentro entre Kim y Trump aún no se anunció, pero debería ser “para mayo”, según afirmó el jueves el consejero nacional de Seguridad de Corea del Sur, Chung Euiyong.
Pyongyang no reaccionó oficialmente al anuncio, pero su embajador ante Naciones Unidas, Pak Song Il, declaró a The Washington Post que la invitación llegaba tras una “decisión valiente” de Kim Jong-un. Sin embargo, la prensa oficial de Corea del Norte fustigó ayer la continuidad de las sanciones internacionales contra su país, acordadas por Trump y Xi Jinping. “No dejaremos que los estadounidenses determinen la diferencia entre el bien y el mal según los dictados de su líder y que pisoteen la verdad y la justicia”, sostuvo el diario Rodong Sinmun en un duro editorial.
Aunque Trump aceptó celebrar una cumbre bilateral, la Casa Blanca puso el viernes paños fríos y condicionó la reunión a “acciones concretas” que debería tomar antes Pyongyang. Según el gobierno de Corea del Norte, Kim habría manifestado estar dispuesto a trabajar por la “desnuclearización” de la península, si obtenía a cambio un reconocimiento internacional a su régimen.
Histórico. De producirse el encuentro, sería la primera vez que los líderes de Corea del Norte y EE.UU. se reúnen tras casi setenta años de confrontación iniciados con la Guerra de Corea (1950-1953) y de 25 años de negociaciones fallidas y tensiones provocadas por el programa nuclear norcoreano.
Para muchos especialistas, esta nueva coyuntura es resultado de la presión ecónomica que ya comienza a sentir el régimen asiático. Entre otras sanciones internacionales, Corea del Norte afronta un embargo petrolero que jaquea su actividad industrial.
“La presión consiguió frenar el programa de misiles norcoreano y empujarlos a la mesa de negociación”, precisó Andrei Lankov, un experto en proliferación. “En este momento, Corea del Norte tiene dos objetivos: uno es que la comunidad internacional, incluido Estados Unidos, acepte su estatus nuclear. El segundo es relajar la presión económica”, declaró por su parte Zhao Tong, especialista en Corea del Norte del Centro Carnegie-Tsinghua de Beijing.
En cambio, otros analistas consideran que la jugada diplomática de Trump implica un riesgo, ya que tratará a Kim Jong-un “de igual a igual”, sin obtener nada a cambio.