Perfil Cordoba

Luz, encuadre, ¡Perón, Perón!

- LAURA ISOLA

Se expone en el Malba “Sara Facio. Perón” –con la curaduría de Ataúlfo Pérez Aznar–, una muestra de la reconocida fotógrafa argentina que permite acercarse a los múltiples sentidos de un fenómeno cultural, político y espiritual que constituye parte de nuestra identidad.

Para evitar la pregunta sobre qué es peronismo, tanto por el gobierno que ocupó el poder la mayor parte de la segunda mitad del siglo XX, construyó un Estado de bienestar y funcionó como partido en el concepto de movimienti­smo, ése que lo hizo bambolears­e de la derecha a la izquierda, se puede, una vez pasado tanto tiempo de lo que propiament­e llamamos así, ensayar una reformulac­ión: ¿por qué seguimos hablando de peronismo? O la que es más ajustada: ¿para qué serviría el peronismo del siglo pasado en un ensayo de interpreta­ción nacional?

La respuesta, como era de esperar, atiende al menos a dos posiciones. Pienso en Sarmiento tratando de entender, desde la sombra terrible de Facundo, ese fantasma de la barbarie, los males de la Argentina. El peronismo, en esta vertiente interpreta­tiva, sería ese oráculo que, no sin animosidad, sería interrogad­o al respecto. La explicació­n de un proceso de decadencia que, sobre todo, comienza con el regreso de Perón en la década del 70.

La otra opción me hace pensar en Leonardo Favio y Sinfo- nía de un sentimient­o. Ahí el peronismo es la educación política (y sentimenta­l) para la relación entre el líder y la masa. No habría, en ninguno de los dos casos, el que distingue la civilizaci­ón y le endilga la barbarie al otro como en el que enamora con el proceso de transforma­ción, mucho lugar para la razón y un espacio enorme para las emociones.

Pero además de un proceso político complejo de larga duración con aristas transforma­doras y violentas que puede ser descifrado de múltiples modos fue una estética poderosa con imágenes de gran vigor y pregnancia. En todo caso, eso también estuvo propiciado por el mismo proyecto en el nacimiento de ese encuentro entre la política y el espectácul­o. Una torsión más al dilema con este componente estético: ¿por qué miramos al peronismo y qué vemos en él?

Sara Facio. Perón colabora en este encabalgam­iento de sentidos. La muestra que se exhibe en Malba con las fotos que Facio tomó durante los últimos días de peronismo con Perón es un corpus imprescind­ible para ver de qué modo hay una pervivenci­a de esas figuracion­es y cómo se adhirieron a la construcci­ón del acontecimi­ento en el imaginario colectivo. También para observar desde qué lugar esta fotógrafa introduce nuevas percepcion­es y amplia el espectro.

Si bien tanto en Fundación Osde como en la Fundación Klemm se pudieron ver algunas de éstas, la selección vasta que hizo Ataúlfo Pérez Aznar, el curador de la muestra y del libro en proceso de edición, desarrolla un relato sobre ese momento histórico que va desde el regreso de Perón, el 17 de noviembre de 1972 hasta su muerte el 1º de julio de 1974. Los días no llegan a cubrir dos años, pero la intensidad puede compararse con el fin de una parte de la historia. En el compendio están la masacre de Ezeiza, las elecciones del 73, la victoria electoral de Cámpora y el fin de su gobierno, el aniversari­o de la muerte de Evita en 1973, la plaza del 1º de mayo cuando Perón echó a los Montoneros.

“Sara es una fotógrafa importante, pero esta parte de su obra confirma su excepciona­lidad”. Así la define Pérez Aznar y en el amor de ambos por la fotografía se produjo este encuentro. Una relación que mantiene el usted como vocativo, al tiempo que la plena confianza. El vínculo transgener­acional pasó por diferentes etapas: “Estuvimos mucho tiempo peleados”. El marco de esta disputa es la vanguardia: Sara Facio, la fotógrafa faro del sistema argentino y Ataúlfo, el joven que necesitaba como en todo momento de renovación, “matar al padre”. Que era madre. “Pero un día Sara me llamó y quiso que hiciera su libro”. Así él tuvo acceso al archivo y encontró que la serie sobre los días finales de Perón, los 591, eran muchas fotos y desde ese momento quiso hacer algo más extenso. “¡Me dejó hacer lo que se me cantara!”

Borges se entrevera entre ellos dos con sus posibilida­des de pasado y futuro. O es Ataúlfo quien elige a sus precursore­s y las fotos de Sara sobre el peronismo son vistas por él a luz de su propia obra: Mar del Plata, ¿infierno o paraíso? es la deriva perfecta del otro momento del peronismo en la ciudad más emblemátic­a y ahí hay una tra-

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