La funcionaria que negociará con los más poderosos
A su corta edad, Laura Jaitman tiene un desafío enorme: moderar una mesa de 63 funcionarios y representantes del Tesoro y el Banco Central de las veinte principales economías mundiales, sus invitados y organismos internacionales. “Y que haya consenso”, remarca en diálogo con PERFIL la mano derecha del ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, en el universo del G20.
De su tarea como alterna del canal de Finanzas en tándem con Demian Reidel, vicepresidente segundo del Banco Central, dependerá el éxito de la primera gran cumbre del G20 en Argentina, entre el lunes y el martes. “En el Tesoro se concentra el grueso de la agenda”, señala esta economista de la UBA doctorada en Inglaterra que regresó al país tras una década en el exterior trabajando en la academia y luego para el Banco Mundial y el BID.
—¿Cómo se traduce en el G20 la lucha por la paridad de género?
—Las mujeres no abundan, no somos más del 10% de la mesa de Finanzas. Por supuesto que no es ajeno a mí estar en un ámbito semejante, aunque no sentí prejuicio alguno. En todos mis trabajos anteriores estuve en posiciones donde las mujeres no predominaban: mientras investigaba sobre temas de criminalidad y justicia, mis contrapartes eran ministros de seguridad y directores penitenciarios. En mi caso, pesa más que aparento menos años de los que tengo.
—Otro tipo de prejuicio... —Sí, medio que le tomé el gusto a la reacción inicial de los otros cuando te miran y te ponen a prueba. Mi estrategia y lo que me funcionó es sobredemostrar que uno sabe del tema y que si está ahí es por capacidad. De a poco se van acostumbrando. A lo que debe apuntar la política de paridad es a que valga la idoneidad más que el género.
—¿Cambia el tono cuando se negocia en nombre del Gobierno en vez de un organismo?
—La política está en todas partes, también en los organismos internacionales, no es un mundo ajeno a mí. Al contrario, este trabajo mezcla política con diplomacia e investigación académica. Según el momento, predomina una o la otra. Quizás ahora que se acerca la ministerial, la parte diplomática mande. Lo que es diferente es ser presidente del grupo, porque si bien la Argentina empuja ciertos temas, hoy el único sombrero válido es el de árbitro.
—Estados Unidos y China se sientan a la misma mesa, ¿se puede quedar bien con ambos?
—En el G20 son todos jugadores de peso pesado, las economías más importantes del mundo, con sus heterogeneidades e intereses. Y es muy difícil el momento que le toca a la Argentina para presidir: cada palabra de cada documento se habla con cada país, un trabajo full time. Yo estoy arriba a las 5 haciendo llamadas a Asia para avanzar en acuerdos.
—¿Cuál sería el “win-win” entre lo que Argentina propone y lo que puede conseguir?
—Nuestros objetivos son realistas. Lo que tenemos son determinadas medidas de éxito para cada uno. El más importante es que la Argentina se posicione como líder en una mesa que debata temas que tengan impacto real sobre la gente, como el empleo y la infraestructura. Ser deputy de la presidencia es una tarea única e irrepetible, al menos por veinte años.
—Es como que te llamen para la Selección...
—Y sí... espero estar a la altura de Messi.
“tenemos determinadas medidas de éxito para cada uno de
los objetivos.”