Duro, triste y real
que, a la vez, era viable y sustentable económicamente por el presupuesto de un Estado nacional que si bien no tenía más ingresos que egresos, por lo menos podía financiarse con deuda externa o interna. Fue la manera de sobrevivir durante los últimos años.
Aquel diseño, aquellos sueños y aquellos recursos de nuestro país que no existen más, aquellos deseos de ser desarrollados nos permitieron ambicionar que con los recursos de un Estado superavitario, podíamos financiar muchos medios de comunicación públicos que con contenidos sociales, educativos y culturales, sin aportes o dependencia de la inversión publicitaria comercial, podrían cumplir un rol educativo, formativo e informativo a lo largo y lo ancho del país.
Aquel país que tuvimos y que tenía un Estado con recursos económicos suficientes pudo crear un sistema nacional de medios de comunicación públicos con un canal estatal, casi medio centenar de radios, edificios, plantas transmisoras, antenas, personal, equipos, estudios y móviles. También pudo funcionar durante muchos años difundiendo lo que los medios de comunicación privados no tenían interés o no les resultaba comercialmente atractivos de emitir.
Aquel país de hace tantos años pudo soñar, diseñar, financiar y concretar un conjunto de medios de comuni- cación públicos que hoy no puede ni siquiera mantener. Entonces ¿de qué estamos hablando cuando hablamos de los medios públicos? ¿Del diseño del país que los creó o de la foto del país que no puede financiarlos? Son dos imágenes totalmente diferentes. Son dos ambiciones e intenciones totalmente distintas. Son dos realidades económicas absolutamente opuestas. Tan opuestas que, a las visiones y ambiciones del país del pasado, hoy debemos contrastarlas con los ajustes y reducciones presupuestarias del país del presente.
Si le sumamos a todo esto la fuga masiva de los públicos de la televisión y la radio a las plataformas digitales, el desinterés de los menores de 30 años por los medios de comunicación tradicionales, la penetración y adhesión a las redes sociales en la búsqueda, consumo e intercambio de contenidos e información de todo tipo, las amenazas que se ciernen sobre el sistema de medios públicos resultan fatalmente reales, amenazas que podrían enfrentarse si tuviéramos las visiones, las ambiciones y los recursos económicos que crearon los medios públicos de este país y que hoy no tenemos.
Como dije al principio de esta nota: es tan duro como triste y es tan triste como real.