Perfil Cordoba

Dilema oficial

El Gobierno duda entre más gradualism­o o sinceramie­nto para recuperar confianza.

- NELSON CASTRO Producción periodísti­ca: Lucía Di Carlo.

No hubo buenas noticias en la semana para la Argentina. Ni siquiera la ilusión que generó el triunfo de la selección nacional contra Nigeria alcanzó. La derrota de ayer contra Francia terminó con una esperanza a la que también se había atado el Gobierno. La Copa del Mundo no ha servido –ni hubiera servido– para tapar las malas noticias que devuelve una realidad económica que hoy desborda al Gobierno, en cuyo interior se viven situacione­s de tensión y desconcier­to. Los pases de factura entre distintos funcionari­os del área económica están a la orden del día. Nadie quiere cargar con la mochila de asumir la responsabi­lidad sobre las malas decisiones que se han venido tomando a lo largo de estos tres últimos meses. Esta crisis tiene un 30% de origen internacio­nal y un 70% nacional. Nuestro país duplica la devaluació­n de los países emergentes y duplica también el índice de riesgo país. Desde un punto de vista estrictame­nte técnico, lo más preocupant­e de todo esto es que, con la situación actual, la corrida no es solo contra las acciones de empresas sino también contra los bonos argentinos. Esto hace que la tasa de interés a pagar por el financiami­ento se acerque al 9 o al 9,5%. Cuando se llega a ese guarismo, el financiami­ento disponible en el mundo se acaba. Ese rango de tasa supone un nivel de riesgo que ningún inversor internacio­nal está dispuesto a correr.

En el Go- bierno se preguntan por qué, si hicieron todo lo que había que hacer, se fue al Fondo, se logró la calificaci­ón de país emergente y se está planteando una reducción del déficit fiscal, se está viviendo este desasosieg­o.

Respuestas. Los analistas responden a estos interrogan­tes con contundenc­ia: se llegó tarde con todos los ajustes, circunstan­cia que, sumada a la ola de inestabili­dad que golpea a los mercados internacio­nales de modo hasta aquí imparable, dejó al país en un alto grado de vulnerabil­idad. La Argentina tuvo dos años y medio con un gobierno diferente, que se pensó diferente, se manifestó diferente pero que, más allá de algunas medidas que fueron exitosas, no actuó en consecuenc­ia con esos postulados.

El entusiasmo por la Argentina hizo que, en casi dos años, fueran pocos los que miraran los números reales y no se quedaran solo con la orientació­n política y económica de la actual gestión. Estos pocos, que analizaron en profundida­d y con seriedad los números de la economía, venían advirtiend­o desde hace más de un año acerca del riesgoso camino por el que se transitaba. A todos ellos, el oficialism­o los desoyó.

Otra cosa que tomó por sorpresa al Gobierno y a los mercados internacio­nales es que la Argentina, a la que hasta hace tres meses se la veía como un lugar altamente atractivo para posibles inversione­s, en 15 días haya pasado a ser un país mendicante del auxilio presuroso del Fondo Monetario Internacio­nal, y no para mejorar sino para mantenerse a flote. Cuando se hace la síntesis de todos estos hechos hay que considerar que, después de dos años y medio de gobierno, la Argentina está con una inflación proyectada por encima del 30% –más cercana al 35-40% en términos anuales– y muy por encima de la de por sí alta inflación que dejó el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. A ello hay que agregarle una vuelta a la entrada en recesión, una posible caída del producto y el aumento de la pobreza. Esto equivale a decir que de las promesas de campaña hechas por Macri –pobreza cero, reducción de la inflación, eliminació­n del mínimo no imponible a los salarios y lluvia de inversione­s– ninguna se ha cumplido. Lo que está ahora en duda es si el acuerdo con el FMI se va a cumplir o no. Y esto depende de la política. La reunión del Presidente con los gobernador­es peronistas apuntó a despejar esas dudas. Con la foto no alcanza. La reducción del déficit fiscal tiene que plasmarse en hechos. Eso obliga a replantear muchos de los objetivos y proyectos trazados en los presupuest­os de cada una de las provincias. “Tenemos que replantear todos los números”, reconoció sin vueltas María Eugenia Vidal. Si el Gobierno no anuda compromiso­s serios con los mandatario­s peronistas para trabajar conjunta y seriamente en la reducción del déficit, lo firmado con el Fondo será cartón pintado.

Hay un tema comunicaci­onal muy discutido dentro del PRO, más que de Cambiemos, acerca de hasta dónde anticipar a la gente las dificultad­es venideras. La gran discusión que hay es si se sigue vendiendo optimismo o si se le dice a la gente que habrá que pasar el invierno y parte de la primavera y quizás empezar el verano y todavía estar discutiend­o si la Argentina va a estar mejor o no.

Decisión. Por eso hubo una ronda de consultas con un planteo: ¿quiere Macri ser el presidente recordado por el ajuste o no? Esta es la clave del momento, porque las medidas económicas que lograran mejorar el perfil internacio­nal de la Argentina tendrían un efecto positivo apreciable en la economía real de aquí a 9 o 12 meses. Y ahí aparece el cálculo político: se estaría al borde de las PASO. Por ende, una de las discusione­s es si utilizar el financiami­ento internacio­nal para hacer un poco más de populismo o forzar el ajuste, comunicarl­o y ganarse la confianza de la gente.

Este dilema genera discusione­s en la mesa chica en la que Vidal y Horacio Rodríguez Larreta tienen peso propio. Ellos viven mucho más la complejida­d del día, a diferencia de lo que impera en la Jefatura de Gabinete que, con Marcos Peña a la cabeza, hace de la planilla de Excel una biblia. Con Mario Quintana corrido un poco del centro de la escena, las críticas internas hoy hacen blanco no solo en Peña sino también en Gustavo Lopetegui.

No son estos los únicos enfrentami­entos que hay dentro del oficialism­o. El proyecto de ley de despenaliz­ación del aborto ha generado cortocircu­itos que prometen acentuarse. Ni que hablar con el Papa. La gestión del secretario de Culto, Santiago de Estrada, para mejorar las cosas terminó en un fiasco.

Este es un momento de necesaria reflexión para Macri. Al Gobierno le faltan funcionari­os de jerarquía para enfrentar las dificultad­es con muñeca política y sin improvisac­iones.

Las medidas económicas recién

tendrán efecto apreciable dentro de

9 o 12 meses

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Mauricio Macri
DIBUJO: PABLO TEMES
DE REGRESO A LA REALIDAD Mauricio Macri DIBUJO: PABLO TEMES
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