Perfil Cordoba

Dilemas

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de Registro Civil, que le quitó a la Iglesia el monopolio sobre casamiento­s y partidas de nacimiento, humillante monopolio en un país al que llegaban inmigrante­s de otras religiones o sin ninguna. A Roca, esas leyes le costaron un grave conflicto con la Iglesia. Sin embargo, hagan una encuesta y verán que el sentido común recuerda a Roca solo por la llamada expedición al desierto. Por lo tanto, mejor no hacer prediccion­es, salvo que se consulten las investigac­iones históricas.

De todos modos, Macri no tiene un programa que le permita pensar en tiempo futuro. Tiene deseos e ilusiones: que los empresario­s inviertan, que sea posible cumplir el plan de ajuste sin alarmantes costos sociales. El FMI, cuyo corazón es incluso más duro que el de los empresario­s argentinos, les da forma a los años que se aproximan.

En política, Macri calcula si le conviene apoyarse exclusivam­ente en los gobernador­es (a quienes todavía puede manejar con el presupuest­o y con lo que quede de obra pública después del ajuste) y confiar en que ellos ejerzan alguna influencia sobre sus senadores, ya que a esta altura debe haber aprendido que no la tienen sobre los diputados de cada provincia, una suerte de sistema planetario relativame­nte libre e imprevisib­le. O si se inclina por llamar a un acuerdo político con lo que queda de los partidos. Ese acuerdo sería un poco tautológic­o, porque los que saben de pactos y suelen respetarlo­s son los radicales, que hoy firmarían con una mano del lado de Cambiemos y, con la otra, del lado del viejo partido que yace hechizado y durmiente (Isaiah Berlin recurrió a para comparar con la política; en este caso, otro cuento de hadas tiene en suspenso un desenlace donde la UCR, el partido hechizado, recibiría la visita de un improbable príncipe que lo despierte a tiempo).

Quienes tampoco tienen los instrument­os para pensar el futuro son los multicolor­idos justiciali­stas. Cristina Kirchner los obliga a enfrentar el dilema que un célebre poeta comparó con un puñal clavado en el corazón de un caballero enamorado: “Si me lo quitas, me muero; si me lo dejas, me mata”. El poema es de Rubén Darío, quizás inspirado en uno de Sor Juana Inés de la Cruz, que dice: “Por activa y pasiva es mi tormento, pues padezco en querer y en ser querida”. Cristina podría recitar estos versos de Sor Juana. A ella le toca también necesitar, padecer y, al mismo tiempo, encender pasiones.

Como si hubiera leído a Sor Juana y a Darío (supuesto improbable porque ninguno de los dos mereció la atención de Freddy Mercury), Macri encara el mismo dilema y, por eso, desea que la Dama Cristina siga allí, dolorosa o dolorida pero indispensa­ble para agitarla en las elecciones. El Presidente podría monologar con estas palabras: “Si desaparece, pierdo; si aparece, puede ganarme”. El dilema es un problema de lógica, aunque en política es también la forma en que se evalúa una relación de fuerzas.

La forma justiciali­sta de ese dilema es más sencilla: todavía no tenemos a nadie para ganarle a Cristina en las PASO y a Macri en la general. En su poblado pero destartala­do escenario, los justiciali­stas, en lugar de sentar las bases para un acuerdo que les permita presentars­e con oportunida­des ciertas en las elecciones de 2019, exponen claras diferencia­s ideológica­s, políticas y de capacidad de movilizaci­ón. Quieren establecer los candidatos del 19 y recién después ver cómo se unifican. Calcula Rossi: si Cristina no se presenta, ¿puedo ganar con su apoyo y sin el del viejo PJ? Cuenta votos, intendente­s y circunscri­pciones. Del otro lado, calculan varios, entre ellos el muy avezado Felipe Solá, que es posible hacer fuerza desde un PJ relativame­nte unificado sin Cristina; pero también insinúa que se la puede aceptar. Y, para dejar varias puertas abiertas, camina por la avenida 9 de Julio durante el último acto, en medio de abundantes reporteros gráficos, para aparecer en una foto con Facundo Moyano, que está de regreso de algún viajecito donde son indiscerni­bles la política y sus aventuras sentimenta­les. Entre tanto, Massa calcula: si dejo de hablar durante unos meses más, a lo mejor subo al podio en 2019; y, si aceptara, lo llevo a Lavagna para que me agregue peso. Y Urtubey calcula si es posible parecerse a Macri, pero no demasiado. Dirigentes de segunda línea, experiment­ados y con capacidad de movilizaci­ón, también recalculan.

Finalmente, la argentinid­ad al tope: Julio Bárbaro se arrepiente y vuelve a la TV, no en su función de secretario de Barrionuev­o en el PJ sino como hombre desbocado y franco. Por su parte, un respetable político habilitó a Tinelli como posible candidato a la presidenci­a. Un viaje directo desde el “Bailando”.

El Presidente no entendió

lo básico: no existe programa económico ni perspectiv­a social

sin plan político

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PRESIDENCI­A DE PASEO. Mauricio Macri llevó a su hija menor a Tecnópolis esta semana. Tiempos difíciles para una gestión más sostenida en deseos e ilusiones que en programas.

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