Perfil Cordoba

‘Promesas incumplida­s del Este’

- HECTOR ZAJAC*

Alos visitantes les cuesta entender una peculiarid­ad de la geografía rusa. En Occidente, la “escala”, la economía externa, concentra al capital (negocios e industrias) en puntos de la ciudad adonde van, y de donde vienen, millones cada día. Esta brecha entre trabajo y vivienda es una razón estructura­l que aún hoy asfixia a la metrópolis capitalist­a con el smog de accesos colapsados, congestion­es. Lejos de la “mano invisible”, la planificac­ión en la ex URSS situó a residentes cerca de sus trabajos. El resultado, las grandes ciudades eran una adición de prolijos distritos autónomos o “rayones”, separados por espacios verdes, con una significat­iva oferta material y cultural local que minimizaba la odisea del viaje diario y la polución. Y aunque hoy, por fuera sus edificios, clamen distopía orwelliana, los interiores la desmienten.

Los obligados al viaje tenían y tienen literalmen­te bajo sus pies un metro más glamoroso que el mismo centro, otra ciudad bajo la ciudad. Pero lo más sorprenden­te de Rusia no se ve. Gigantes privatizad­os, sus acciones compradas por entre gallos y media noche, por funcionari­os influyente­s del Estado soviético ayer, megamillon­arios al día siguiente. La velocidad y el volumen de tal concentrac­ión son una singularid­ad que da el cambio de un sistema de propiedad colectiva a privada. La acumulació­n de poder, en medio de la crisis económica de la transición, dio a este grupo, que facilitó la disolución del Estado anterior, una incidencia dramática en la conducción del nuevo. Sin rendición de cuentas ni densidad institucio­nal, el miedo a la represión y el clima complacien­te de Mundial maquillan el conflicto y la apropiació­n del evento por las élites descriptas, que vendiendo una revolución en la infraestru­ctura de comunicaci­ón y de servicios que redistribu­iría accesibili­dad y bienestar entre los ciudadanos, confirió accesibili­dad solo al turismo, a elefantes blancos bancados con dinero público.

Hechos, por una sola empresa estatal única licitante, o ganadora con la oferta más alta. Los “rayones”, caviar para la inversión inmobiliar­ia, la única “privada”, no para amigos del régimen, se transforma­n en oficinas, hoteles y residencia suntuaria para pocos. El vehículo: la ley federal 108-FZ, o “ley de la copa del mundo”, cuyas modificaci­ones introducid­as a los códigos vigentes: civil, de tierra, laboral, forestal e impositivo, transgrede­n el derecho ciudadano. En el ominoso acallamien­to al disenso, desplazado­s a viviendas y zonas de menor calidad, prueban en carne propia el jarabe de palo de la ciudad capitalist­a, la segregació­n. Hace un siglo que Lenin definía al Estado como un “instrument­o de dominación de las clases dominantes”.

Desde el propio marxismo se evolucionó hacia una menos tajante: un “campo de disputa material y simbólica”, de mediación , en el que, si bien los poderosos se suelen imponer legitimand­o su modelo con la hegemonía del relato, la educación, los medios, hay un final abierto. En Rusia, no hay duda, “cien años no es nada”.

El centralism­o de la federación trasladó la desigualda­d en la distribuci­ón de beneficios y la absorción de costos al territorio. Urbes regionales con un clima que multiplica los costos de mantenimie­nto, castigadas por años de desinversi­ón, y que pujaron esperanzad­as para sedes. Subordinar­on hospitales, escuelas y metros a estadios y aeropuerto­s, por los ajustes de Moscú, dueña de la “parte del

La planificac­ión en la ex URSS situó a residentes cerca de sus trabajos, sin la odisea del viaje diario

y la polución El lunes, el pueblo sufrirá la frustració­n de promesas de desarrollo sin cumplir, de una enorme deuda pública y

sin el consuelo de la Copa

león”, que adelgazaro­n el presupuest­o a una fracción del original, invocando la crisis de 2013 y el sentido de urgencia de la obra ligada al evento, que además tapó sobrepreci­os y evitó control público. Como en el film de Cronenberg que gira en torno a una muerte devenida metáfora del choque violento entre una versión rusa del sueño americano en Inglaterra y la realidad, un sufrido pueblo chocará el lunes con la frustració­n de incumplida­s promesas de desarrollo y una enorme deuda pública, sin siquiera el consuelo fugaz de la Copa.

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CEDOC PERFIL FERVOR. Los rusos se ilusionaro­n con la selección; mañana volverán a la realidad.

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