Perfil Cordoba

Dos familias lograron permisos judiciales para cultivar marihuana en sus casas

En Salta, consiguier­on autorizaci­ón para tener hasta doce plantas con las que tratan a un niño de 6 años. Y en Río Negro, necesitan varias cepas para un nene con Tourette.

- SANTIAGO CARRILLO

Aunque la ley de cannabis medicinal sancionada hace más de un año no contempla el autocultiv­o, hasta ahora, dos familias en el país –una en Salta y otra en Río Negro– lograron, a través de amparos, que la Justicia les permita hacerlo y producir así aceite de cannabis para tratar enfermedad­es que no encontraba­n mejoras directas en la medicina tradiciona­l. Ese precedente comienza a replicarse, además, con una serie de amparos colectivos que empezaron a presentars­e en distintas ciudades (ver aparte).

Ambas familias compartier­on las historias de su camino con PERFIL, y una de ellas habla por primera vez: “Mi hijo tiene neurofibro­matosis y sufría convulsion­es, recibía grandes cantidades de morfina y vivía en un tormento continuo de dolor”, cuenta B, que pidió reservar su identidad. Como en Salta, donde viven, el acceso al aceite Charlotte’s Web (que importa el Estado y cuesta más de US$ 300) es “muy dificil de conseguir”, empezaron con el autocultiv­o “y a los 40 días de tratamient­o, el dolor había desapareci­do”. Entonces, presentaro­n un amparo para que les permitiera­n hacerlo en forma legal: “Estábamos seguros de que el sistema no iba a abandonar a un niño sufriente”, agrega B. En marzo, el juez federal Julio Bavio falló a favor y sentó precedente­s: la familia, que ahora puede cultivar hasta 12 plantas adultas, cree que su caso “dio esperanza a muchos otros”.

Y parece no haberse equivocado: “Cuando, a los 5 años, diagnostic­aron a Joaquín con síndrome de Tourette, los médicos le recetaron risperidon­a, pero aumentó diez kilos en dos meses, se aisló y se le entumecían las piernas”, recuerda María Eugenia Sar. Investigó el tema con estudios científico­s, consiguier­on un frasco de aceite de cannabis, en Viedma, y se animaron a un nuevo tratamient­o. Para comprobar que no tuviera efectos adversos, primero lo probó Gabriel Navarro, el abuelo de Joaquín que es médico. “A las 24 horas que tomara las primeras gotas, Joaquín recuperó su estado normal y no tenía ningún tic”, dice Navarro. “Fue un momento de muchísima alegría, pero también comenzó la clandestin­idad”, explica. Además, no podían acceder al aceite de cannabis regulado por la ley nacional, porque solo avala el uso para la epilepsia.

En marzo, Sar se enteró del fallo judicial en Salta: “El legislador Javier Iud nos propuso hacer lo mismo en Río Negro”, recuerda Sar. La jueza Mirta Filipuzi avaló la medida y ahora podrán producir el aceite de cannabis, hasta que el Estado le provea la medicina a Joaquín. “Queremos que sea para todos”, cierra.

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GZA. SAR FELICES. Los abuelos y la madre de Joaquín festejaron al salir de los tribunales de Viedma.
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CEDOC PERFIL ACEITE. El que importa el Estado cuesta US$ 300 cada frasco.

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