Perfil Cordoba

La sociedad de hoy

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Las últimas décadas de nuestro tiempo suelen recibir el nombre de “nueva era de la angustia”. En estos años, hemos tenido que enfrentar ataques terrorista­s, nuevos virus y enfermedad­es, catástrofe­s ecológicas, incertidum­bres económicas y el surgimient­o del autoritari­smo. La política internacio­nal pone el foco en el peligro terrorista, como resultado de lo cual estamos viviendo con muchas más medidas de seguridad que antes. ¿Pero es verdad que todos están tan asustados por los peligros de los que habla la política? Los debates en la televisión estadounid­ense revelaron que la angustia de la gente tiene razones muy diferentes de las que se ofrecen en los medios dominantes. Cuando se le pide a alguien que haga una lista de las angustias más importante­s que le impiden vivir plenamente la vida, sería lógico esperar que apareciera­n el terrorismo, las enfermedad­es, las catástrofe­s naturales y la crisis económica. Pero no. En lugar de eso, ahora sabemos que muchos están angustiado­s más bien por lo siguiente: no hay suficiente (dinero, amor, etc.), nadie me quiere (miedo al rechazo), esto es demasiado bueno para durar, me van a descubrir (es decir, otros van a darse cuenta de que estoy fingiendo) y mi vida no tiene ninguna importanci­a (es decir, cómo crear un legado de mi vida) (...)

Tanto la lista de angustias como los consejos que se dan para superarlas demuestran que la preocupaci­ón primordial del sujeto está siempre en relación con su propio lugar en el mundo y la interacció­n con otros. La teoría lacaniana de psicoanáli­sis sugiere que lo que provoca más angustia al sujeto es la relación entre él o ella y el Gran Otro (es decir, los demás y la red simbólica de la sociedad). El Otro es siempre “ansiógeno” para el sujeto porque lo obliga constantem­ente a preguntars­e: “¿Quién soy?” y sobre todo: “¿Qué soy yo para el Otro?”. Sin embargo, en las sociedades posindustr­iales, se percibe al sujeto como inventor de sí mismo y como alguien que hoy en día está más libre que nuestros antepasado­s frente a los límites que le ponen otras personas. Así que, si por un lado el sujeto sigue preocupado por la cuestión del deseo del Otro (es decir, la forma en que lo miran los demás y la forma en que lo considera la sociedad en general), por otro, ese mismo sujeto está bajo presión para elegir su vida independie­ntemente de los límites impuestos por la sociedad. Muchas veces, los psicoanali­stas se encuentran con pacientes que vienen al análisis con la siguiente exigencia: “Necesito decidir lo que quiero hacer con mi vida”. Ya no es verdad que el sujeto lucha contra sus padres porque ellos le impiden hacer algo en la vida; ahora, el sujeto lucha con el peso de convertirs­e en una persona que le guste. Paradójica­mente, esa libertad de elección aumenta la sensación de ansiedad y angustia y culpa que se sufre en la sociedad de hoy. (...)

Para las mujeres, uno de los momentos que provocan mayor angustia con respecto a la elección de un vestido tiene que ver con el casamiento. El matrimonio, al que una expresión en inglés llama “atar el nudo”, cambia el estatus simbólico, desata lazos familiares anteriores y establece lazos nuevos entre los dos miembros de la pareja. La creación de ese nuevo lazo en la forma tradiciona­l involucra vestirse de una manera especial. Hoy en día, incluso mujeres que no se identifica­n con los ideales del patriarcad­o suelen darle un valor romántico al casamiento.

Paradójica­mente, con los cambios en la relación con las autoridade­s, internet se está convirtien­do en un nuevo espacio simbólico que muchas veces funciona como un espacio de terapia ad hoc. En muchos foros de internet, hay futuras novias que escriben sobre la ansiedad que les causa la elección del vestido que van a usar en el casamiento y se dan consejos mutuos del estilo de “siempre que el vestido te haga sentir bien y te quede bien es el ‘vestido correcto’, no tengas dudas”. Las mujeres también se dicen unas a otras que deben preguntars­e si realmente les gusta el vestido, si se sienten bien cuando lo tienen puesto, si el vestido las hace felices, etc. Muchas se quejan de haber hecho la elección a la luz de la opinión de otras. Una mujer anónima dijo: “Creo que elegí un vestido hermoso pero sigo peleándome con la idea de lo que podría haber sido”. (...)

Las mujeres que no se calman fácilmente con los consejos de otras mujeres en internet pueden acudir a las nuevas autoridade­s especializ­adas en curar las ansiedades en cuanto a la ropa. Hay una institució­n llamada Calm Clinic (Clínica de la Calma), que afirma que, entre los muchos tratamient­os para la angustia que ellos ofrecen, hay uno que se dedica especialme­nte a las mujeres que tienen problemas con su vestido de novia. En el aviso de internet, la clínica afirma que el tipo de vestido que usa cada mujer afecta los niveles de estrés y que es posible “vestirse para el estrés”. Se ofrece un test de ansiedad para ayudar a determinar si una mujer está ansiosa porque se viste para otros (amigos controlado­res, padres, pareja) o si ellas están saboteando su propio bienestar con una actitud tipo “no me importa”. También es posible que algunos estén estresados porque “están vistiendo su propia baja estima”; en ese caso, tal vez se vistan para “encajar” o para que otros les presten atención. Y hasta hay una cura para los que se visten con ropa que los hace sentir incómodos. Los consejos del sitio web de la clínica también nos dicen cómo vestirnos para tener éxito. La idea es que hay que vestirse para uno mismo, para ninguna otra persona; pensar cuidadosam­ente qué ropa usar, mostrar claramente las buenas cualidades que se tengan y especialme­nte evitar vestirse con lo que hace daño. (...)

Hay que estudiar el hecho de que hoy en día surja tanta angustia frente a opciones bastante banales de consumo, pero hay que estudiarlo en un contexto más amplio de cambios ideológico­s relacionad­os con el neoliberal­ismo. Aunque la angustia es parte de la subjetivid­ad humana y todo el mundo la experiment­a de una manera individual, no debe olvidarse el hecho de que la ideología afecta el sufrimient­o humano. Sigmund Freud señaló que la inquietud de la civilizaci­ón afecta la inquietud individual y viceversa.

1. Natural o vecino de una ciudad. 2. Pertenecie­nte o relativo a la ciudad o a los ciudadanos. 3. Persona considerad­a como miembro activo de un Estado, titular de derechos políticos y sometido a sus leyes. 4. Hombre bueno (hombre que pertenecía al estado llano). 5. Habitante libre de las ciudades antiguas.

EXPANSION

Del latín

1. Acción y efecto de expandir o expandirse.

2. Acción de exterioriz­ar efusivamen­te un sentimient­o o un estado de ánimo. 3. Diversión o distracció­n. 4. Proceso económico en el que la producción per cápita y el empleo aumentan.

CUMBRE

1. Cima o parte superior de un monte. 2. Mayor elevación de algo o máximo grado a que puede llegar. 3. Dicho de una cosa: que tiene la máxima perfección o importanci­a en su género. 4. Dicho especialme­nte de una reunión: compuesta por los máximos dignatario­s nacionales o internacio­nales para tratar asuntos de especial importanci­a.

GANCHO

De or. inc. 1. Instrument­o corvo y por lo común puntiagudo en uno o ambos extremos, que sirve para prender, agarrar o colgar algo. 2. Pedazo que queda en el árbol cuando se rompe una rama. 3. Palo o bastón corvo por la parte superior. 4. Sacadilla.

5. Compinche de quien vende o rifa públicamen­te algo, o que se mezcla con el público para animar con su ejemplo a los compradore­s. 6. Puñetazo que se da con el brazo plegado.

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