¿Le gusta Brahms?
Los melómanos que tienen predilección por Johannes Brahms han tenido esta semana la oportunidad de disfrutar en el CCK de los conciertos ofrecidos por la orquesta Staatskapelle Berlin dirigida por Daniel Barenboim en un programa que abarcó las cuatro sinfonías del compositor alemán.
Mientras escuchaba en mi butaca la recordé que mi primer acercamiento a la música de Brahms fue a través de una película basada en la novela de Françoise Sagan
(¿Le gusta Brahms?), de 1959, que narraba el dilema de una decoradora de interiores de 40 años de optar por continuar la relación con un empresario mujeriego de su edad o aceptar los galanteos de un joven abogado de 25 años que alegaba que estaba perdidamente enamorado de ella. En la película basada en esa novela, dirigida por Anatole Litvak y estrenada en 1961, esos tres personajes estaban a cargo de Ingrid Bergman, Yves Montand y Anthony Perkins.
En un escena, el joven abogado que muestra interés por la decoradora, mientras conversan en una vereda, observa un cartel pegado en una columna con el nombre Brahms y le pregunta si a ella le gusta ese compositor. La respuesta es que no está segura, y eso le da oportunidad al muchacho para invitarla a asistir a un concierto. En la secuencia siguiente se concreta la alusión a Brahms, cuando se ve a ambos personajes ingresando a la Salle Pleyel para escuchar un fragmento de una de sus sinfonías por L’Orchestre Symphonique S.P.F. dirigida por Jaques Météhen.
A media- dos de los años 50, para la gente que iba al cine pero no frecuentaba las salas de concierto, Brahms no era un nombre tan popular como Bach, Beethoven o Mozart, y aquel film atrajo la atención de ese público por su música. Algo parecido sucedió en otras oportunidades en que el cine despertó interés en la música clásica en personas ajenas a ese ámbito cuando en una película se incluían fragmentos de óperas, conciertos, sinfonías o sonatas o se narraba la biografía de algún compositor.
En el caso de Brahms sucedió, además, algo visto con cierto recelo por los puristas: el leitmotiv del tercer movimiento de su
fue adaptado y con el agregado de una letra se convirtió en una canción popular. La primera vez ocurrió en 1951 cuando Frank Sinatra grabó con la orquesta de Axel Stordhal La segunda vez fue cuando en una escena de
esa misma melodía transformada en la canción
es interpretada por Diahann Carroll en un bar donde el joven abogado va a beber para olvidar sus penas.