Con ritmo acelerado y elenco a la perfección
En el año 2016 se conoció a estos mismos autores ingleses, Henry Lewis, Jonathan Sayer y Henry Shields, con la obra traducida aquí como
Ellos, junto a otros comediógrafos, integran el grupo Mischief Theatre, egresados de la academia londinense de arte dramático y música. Se fueron especializando en estrenar comedias siempre con distintos temas, pero ajustando casi una fórmula. Obtuvieron varios premios Laurence Olivier. En aquel estreno mostraban las complicaciones en el mundo del teatro alternativo y cómo sus actores iban resolviendo cada uno de estos conflictos sobre la marcha. Ahora, casi con el mismo equipo creativo, se conoció otra historia centrada en un delincuente que escapa de la cárcel para robar un diamante que está supuestamente custodiado en un banco. Por eso el título original es:
pero aquí se lo redujo a Ya que en esta ficción cada personaje va demostrando su inclinación delictiva de manera evidente, sin importar la edad ni el sexo.
Es una comedia que exige numerosos cambios en mínimo tiempo y, aunque el director, Manuel González Gil, es un especialista en el tema junto con su escenógrafo –Daniel Feijoo–, les falta ajustar algunos detalles a pocos días del estreno. El ritmo es acelerado y todo el elenco lo sigue a la perfección, porque sus integrantes son excelentes comediantes. Tanto Marcelo de Bellis como Marcelo Mazzarello, Diego Reinhold, Nicolás Scarpino, Ana Acosta, Gonzalo Suárez o Fernanda Metilli entran y salen de las secuencias, bailan, cantan y se cambian, en algunos casos frente al espectador, siempre con perfección. La historia se desarrolla desde la cárcel hasta este pueblo tan particular y por momentos el escenario les queda pequeño para tantas acciones. Y sin quitar sorpresa, hay una secuencia en la que el público verá modificado su punto de vista.
El humor no suele ser siempre universal, pero la traducción y seguramente adaptación de Pablo Rey consiguen que estos gags sean efectivos. La reiteración de frases y el simple malentendido son de una efectividad notable. Cada uno de los lenguajes escénicos, como la música (Martín Bianchedi), la iluminación (Marcelo Cuervo) o el vestuario (Pablo Battaglia), están al servicio de la teatralidad. Robos y mentiras representados con humor y guiños son la base de esta comedia. tiene la intención de hacer reír, de transportar al público a un mundo ficticio, aunque cercano, y sus integrantes lo consiguen con creces.