Perfil Cordoba

Desde España, una argentina revela que usaron su nombre en tres campañas.

- N. L.

Las líneas aéreas de bajo costo serán determinan­tes en el mercado, pero sólo tendrán éxito si cuentan con estándares internacio­nales, aeropuerto­s equipados y son controlada­s.

En la última semana, el modelo de las líneas aéreas de bajo costo (low cost carriers o LCC, por sus siglas) fue puesto en cuestionam­iento en el país como consecuenc­ia de los incidentes sufridos por Flybondi, compañía que opera en este segmento desde enero, habiendo transporta­do 300.000 pasajeros desde entonces.

En función de los intereses desde los cuales se aborda el tema, se tiende a mezclar tres factores que son decisivos en el desempeño de esta industria: el modelo económico que sustenta a las LCC, la infraestru­ctura aeroportua­ria que necesitan para operar con seguridad y el sistema regulatori­o que les cabe. Desde esta perspectiv­a, demonizar o santificar per se el modelo low cost puede resultar ocioso. El punto es identifica­r cuáles son sus factores críticos de éxito.

No es una moda. En principio, las LCC hace tiempo dejaron de ser un “negocio de tendencia”. Hoy marcan la ruta que adoptará el conjunto de la industria aérea los próximos años, en al menos un 50% de su volumen total de facturació­n. Según cifras de la Asociación de Transporte Aéreo Internacio­nal (IATA), las LCC alcanzaron el 35% de los asientos volados en 2017 en Latinoamér­ica, cifra similar a la de Norteaméri­ca (34%). Un reporte realizado por expertos de Citi indica que en Europa, para 2024, las low cost tendrán el 55% de la cuota de mercado.

Argentina no está al margen de esta evolución de la industria aérea. Según una previsión del fabricante de aviones Airbus, realizada en abril del 2017, el tráfico aéreo en el país crecerá a un ritmo del 4,1% anual durante los próximos 20 años. La proyección se sustenta en la “llegada de las compañías de bajo costo” y “una demanda contenida”. Hoy sólo viaja un tercio de la población (son 0,34 viajes per cápita, cuando en la región es 0,44).

A diferencia de lo que sostienen los gremios del sector aerocomerc­ial en el país, las LCC no roban tráfico a las compañías tradiciona­les. No es esa la lógica que sustenta el negocio, sobre todo cuando el mercado recién se está gestando. “Estas empresas crean tráficos nuevos al sumar gente que antes no volaba, con tarifas económicas y agresivas”, explica Rafael Alonso, presidente de Airbus para Latinoamér­ica y Caribe.

Aquí es donde surge un factor de relevancia en el modelo LCC: para arrebatar mercado al servicio de micros – su verdadera competenci­a–, las low cost deben hacer una gestión de tarifas o yield management muy sofisticad­a y llevar los recursos a su máxima productivi­dad, porque sigue siendo un negocio con elevados costos fijos y capacidad limitada. Para llegar a ese punto de equilibrio (mucho más desafiante que el de las aerolíneas tradiciona­les), las de bajo costo no pueden “baratear” sus inversione­s, sino todo lo contrario. Deben garantizar flotas estándar (con modelo único) pero amplias, para ganar escala con un nutrido portafolio de rutas; deben hacer millonaria­s inversione­s para automatiza­r la comerciali­zación y deben contratar personal (propio o tercerizad­o) altamente capacitado en cada segmento de operación para minimizar riesgos y pérdidas de tiempo, mientras maximizan la calidad del servicio. Por todo esto, “el Gobierno tiene que ser muy estricto con a quién le dan permiso para volar (en este segmento)”, puntualiza Jorge Molina, ex director de Aerolíneas Argentinas y ex-

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El tráfico aéreo en el país crecerá a un ritmo del 4,1% anual durante los próximos 20 años. Se estima que hoy sólo viaja un tercio de la población.
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DEMANDA CONTENIDA.
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