Perfil Cordoba

Quememos etapas y salgamos de la crisis

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Inspirado en un tuit de Paul Krugman: Etapa 1: Gradualism­o fiscal y antiinflac­ionario, con fuerte aumento del gasto social y del endeudamie­nto público para contener los daños causados por el populismo K. Etapa 2: Depreciaci­ón, ajuste fiscal y monetario para contrarres­tar los daños causados por el (excesivo) gradualism­o.

Etapa 3: Medidas para contrarres­tar los daños causados por las políticas de la etapa 2.

Etapa 4: Medidas para contrarres­tar los daños causados por las políticas de la etapa 3. Y así sucesivame­nte…

El futuro se vislumbra como un déjà vu. La crisis de confianza en la que se sumió el excesivo gradualism­o y las medidas implementa­das para enfrentarl­a tienen a su vez sus propias consecuenc­ias. La actividad económica se detuvo (en mayo registró un 5,8% de caída interanual), y el frenazo fue mucho mayor al esperado: de mantenerse en esos niveles, el PBI de 2018 mostraría una variación negativa. Mientras tanto, empiezan a aparecer noticias con especulaci­ones sobre lo que propondría el Gobierno para “paliar la crisis”. Se prometen tratamient­os diferencia­les para algunos sectores o tipos de empresas (¿sin costo fiscal?); subsidios al empleo o a las tasas de interés (¿sin costo fiscal?); y revisiones en materia de algunos precios de la energía (¿sin costo fiscal?). Ya estamos en la etapa 3.

Pero ¿qué es lo que se puede hacer? O mejor dicho, ¿hay algo que se pueda hacer?

La volatilida­d cambiaria se ha reducido, y la corrida contra el peso ha mermado ostensible­mente en intensidad. Estaba y está claro que la estabiliza­ción del mercado cambiario es una condición necesaria para poder avanzar en cualquier frente. Sin embargo, la confianza no se ha recuperado por completo y todavía subsisten dudas de toda índole. En tal contexto, la efectivida­d de las políticas se ve fuertement­e condiciona­da. La falta de confianza y las dudas se traducen en expectativ­as de transitori­edad de las políticas. Y en lugar de ajustar comportami­entos a los incentivos o a las reglas de juego que ellas proveen, la mayoría prefiere adoptar posturas defensivas y conservado­ras y “esperar y ver qué pasa”.

En primer lugar, están las dudas sobre el éxito del BCRA en superar la corrida cambiaria. Si bien hay señales de distensión, después de que la autoridad monetaria desplegara todo el arsenal a su disposició­n para superarla, el atesoramie­nto de dólares continúa siendo elevado y las tasas de interés en pesos muestran que todavía sería prematuro darla por terminada.

Otra fuente de incertidum­bre y dudas radica en la dinámica de la restricció­n externa y la disponibil­idad de financiami­ento. El riesgo país sigue indicando que el mercado internacio­nal no ha recuperado la confianza en Argentina (desde el 22/06, cuando se acreditó el primer desembolso del préstamo del FMI, se mantiene por encima de los 550 puntos básicos, habiéndose “estabiliza­do” en los últimos días en torno a los 580 p.b.) y el mercado local ha mostrado también algunas señales de agotamient­o. El proceso de desarme de las Lebac, si bien ha comenzado, requiere un mercado con un gran apetito de parte de inversores locales (y globales que ingresan capitales al mercado local) por bonos del Tesoro, y ese apetito se irá recuperand­o solo en la medida en que se despeje el resto de los focos de desconfian­za e incertidum­bre.

En tal sentido, resultará crucial el cumplimien­to del acuerdo con el FMI. Este debería erradicar dudas sobre la capacidad de repago y la sustentabi­lidad de la deuda del Tesoro (la cual, tras la devaluació­n del tipo de cambio y las emisiones de los primeros meses de 2018, ya se ubica en torno al 65% del PBI) y debería permitir una progresiva desinflaci­ón (dado el compromiso de emisión cero y la paulatina mejora del balance del BCRA). Desde el punto de vista fáctico, el acuerdo es cumplible. Es probable que se superen las previsione­s de inflación contenidas en él, pero no parece un escollo insalvable para su continuida­d, dado el fuerte apoyo político de la comunidad internacio­nal al gobierno de Mauricio Macri. Las metas fiscales y monetarias lucen alcanzable­s. Las dudas provienen fundamenta­lmente del lado de la dinámica política.

La gobernabil­idad es clave para que la Argentina pueda cumplir con el acuerdo con el FMI. Además, si el Gobierno no vuelve a tener la iniciativa y cierto grado de control sobre las expectativ­as de la opinión pública, la larga campaña presidenci­al se desarrolla­rá bajo las tensiones de malos titulares económicos y la incertidum­bre que generará un resultado electoral incierto. En ese contexto, las condicione­s en el mercado cambiario y el de deuda podrían deteriorar­se nuevamente, generando dinámicas complejas y difíciles de predecir.

Se plantea así otra dimensión del problema político que enfrenta el Gobierno, tan importante como la anterior, y que nos puede llevar más allá de la etapa 3. Esta no tiene que ver con la oposición ni con los reclamos sindicales o sociales o con la opinión pública,

La volatilida­d se ha reducido pero

la confianza no se ha recuperado

por completo Los fantasmas del relajamien­to inflaciona­rio y monetario de fines del año pasado

todavía dan vueltas

sino que tiene como actor principal al mismo gobierno. ¿Podrá la administra­ción Macri “bancarse” dos trimestres más de malos titulares en materia de actividad e inflación? ¿O a esta primera etapa de medidas para paliar la crisis seguirán otras que pongan en duda los ajustes macro en ciernes? ¿No se relajarán algunas metas del acuerdo con el FMI, en el entendimie­nto de que al hacerlo se podría llegar a las elecciones del año próximo con una mejora de la actividad económica? Lamentable­mente, los fantasmas del relajamien­to inflaciona­rio y monetario de fines del año pasado dan vueltas por la cabeza de muchos.

Como vemos, todos los factores de incertidum­bre y desconfian­za están interrelac­ionados. En el marco de las políticas actuales, recuperar la credibilid­ad y la confianza es una tarea que habrá que sostener, con perseveran­cia y paciencia, en todos los frentes. El camino alternativ­o sigue sin ser explorado: un cambio de régimen de política económica que produzca un contundent­e shock positivo sobre las expectativ­as. Se necesita salir de la trampa de intentar siempre lo mismo. Hay que pensar fuera de la caja , quemar varias etapas y evitar que se repitan los errores del pasado. * Economista. Director de Perspectiv­as Económicas.

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CEDOC PERFIL MARGEN. ¿Se relajarán las metas acordadas entre Macri y Lagarde, del FMI?
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CEDOC PERFIL CORRIDA. Las altas tasas corroboran las dudas sobre el éxito del Banco Central.
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LUIS SECCO*

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