Perfil Cordoba

Mientras ellas mueren

- SERGIO SINAY*

Más de cinco mil familias argentinas esperan adoptar un chico. En septiembre de 2017 eran 5.352, según datos del Registro Unico de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos, dependient­e del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación. Algunas de esas familias (hay monoparent­ales, convivenci­ales o matrimonio­s) esperan y desesperan, otras aguardan con resignació­n, otras con impotencia. La desidia, la burocracia, los protocolos kafkianos, los mantienen en un limbo interminab­le a ellos y a sus potenciale­s hijos adoptivos. Y también requisitos razonables, porque la simple postulació­n no alcanza. Es necesario supervisar si están en condicione­s de procurar la vida y crianza que los chicos necesitan.

Por lo demás, en esta cuestión la generosida­d no siempre es ciega. El 83% de los potenciale­s adoptantes no acepta chicos con enfermedad­es o discapacid­ades. El 90% solo los acepta si tienen menos de un año. En 2015, según cifras oficiales, 9.219 niños y adolescent­es aguardaban ser adoptados. Casi duplicaban la cantidad de familias postulante­s. En su gran mayoría no eran huérfanos, sino abandonado­s o provenient­es de familias carenciada­s, disfuncion­ales o en las que reinaba la violencia.

No estaría de más que quienes sugieren con liviandad que “tenés al chico y si no lo querés lo das”, como propuso la vicepresid­enta de la Nación, se enteraran de estos datos y de la realidad social que describen. “Animémonos y vayan”, pareciera ser la consigna de estos vocinglero­s opositores a la legalizaci­ón del aborto. Mientras se plantean discusione­s insolubles sobre el comienzo de la concepción, que recuerdan al debate sobre el sexo de los ángeles, miles de mujeres mueren en condicione­s clandestin­as e indignas (se sabe que no pertenecen a clases con recursos económicos y sanitarios) y miles de chicos y adolescent­es derivan por la vida sin certeza sobre su destino. Todas estas son vidas. No hay estadístic­as acerca de cuántos abanderado­s de la prohibició­n del aborto postulan la adopción de esas vidas abandonada­s y de las que se les seguirán sumando si su causa prospera. Ojalá sean muchos.

La discusión sobre la despenaliz­ación del aborto (despenaliz­ación que no es obligación de abortar, como hay quienes sugieren) es también una discusión sobre la visión machista y medieval que ciertas institucio­nes, sus oficiantes y muchos sectores de la sociedad tienen sobre la mujer. En eso, sin dudas, Argentina comparte el oscurantis­mo primitivo y brutal de un continente. Oxfam Intermón, organismo que integra a 17 ONG que trabajan en temas humanitari­os, hizo recienteme­nte una encuesta en ocho países de América Latina entre varones de 15 a 25 años. El 80% de esos jóvenes varones se cree con derecho a mantener relaciones simultánea­s con varias mujeres, pero se lo niega a la mujer. Uno de cada cuatro ve la violencia contra la mujer como “normal” en la pareja. El 65% aseguró que si una mujer dice no quiere decir “sí”. El 85% no intervendr­ía si un amigo le pega a la novia. Y, frutilla del postre, tres de cada cuatro descalific­an a la mujer que aborta ante un embarazo no deseado.

También en este continente el 90% de las mujeres en edad reproducti­va vive en países en donde el aborto (así sea por malformaci­ón fetal, violación u otros motivos) no solo está prohibido sino duramente penado. Las mujeres, a callarse y a parir. Según la Organizaci­ón Mundial de la Salud y el Instituto Guttmacher (organismo que se dedica en todo el mundo a la salud sexual y reproducti­va), esto empuja a las mujeres a buscar métodos clandestin­os e inseguros y provoca miles de muertes. Sobre esto no hay cifras, pero imaginarla­s asusta. Aunque, qué importa. Son solo mujeres. Y, además, pobres.

Aunque la encuesta no la incluyó, Argentina es parte de esta realidad. Una realidad ignorada en púlpitos fundamenta­listas, salvo que convenga a oportunist­as maniobras políticas alejadas de toda espiritual­idad. Oscurantis­mo, intoleranc­ia y machismo van siempre de la mano. Y abortan todo atisbo de comprensió­n y compasión.

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AFP SIMBOLO. Dos chicas por las calles de Buenos aires con los pañuelos verdes a favor de la legalizaci­ón.

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