“Los roles del baile no se intercambian”
Para Eduardo Arquimbau, reconocido bailarín de tango –junto a su mujer, Gloria–, las épocas van cambiando y el tango se adapta a eso. Sin embargo, a la hora de pensar en una competencia, considera que el baile tiene que ser entre un hombre y una mujer, como se hizo siempre en las milongas.
“Yo aprendí a bailar a los 12 años, y en los clubes, las prácticas eran entre muchachos. Las chicas aprendían en las casas con sus familares. Después íbamos al baile para bailar con una chica. Esa era la idea”, cuenta. “Los códigos de milonga son distintos a la práctica, donde bailan parejas de mujeres o de varones. Pero no tiene la misma gracia, porque lo que uno mira en el baile son las distintas posiciones, la actitud, la forma de caminar, cómo pisa, cómo lleva. Se necesita la parte varonil y la femenina, esos roles no se pueden intercambiar”, dice.
Así y todo, el año pasado fue jurado de un concurso donde todas las parejas eran de mujeres, y entiende que las épocas cambiaron. “Lo importante es hacerlo con alegría”.
En ese contexto, de romper con los roles asignados a un baile tan tradicional, surgen iniciativas como el Movimiento Feminista de Tango, que, según su presentación, “aparece como inquietud de un grupo de mujeres que transitamos el ámbito del tango. En sus pistas y escenarios hemos constatado cómo se reproducen y manifiestan las desigualdades que afectan a las mujeres en todas las sociedades”.
“Tenemos una visión distinta a la del tango tradicional, donde el varón lleva y la mujer sigue, para nosotras el tango hoy es una comunicación entre dos, que se conectan desde un lugar de compartir una danza, más allá de si sos varón o mujer. Cuesta cambiar la mirada, romper con lo binario y los roles atribuidos”, dice Anahí Pérez Pavez.