Ayn Rand y el futuro de Cristina
es una huelga de empresarios contra los políticos, y Atlas alude a que los emprendedores son los que sostienen el mundo.
Probablemente la cercanía del joven Macri a los principales empresarios argentinos, tan distintos a esos Atlas de Ayn Rand, les hizo pensar que ellos eran el síntoma de un sistema disfuncional, que se corregiría liberando las fuerzas no solo económicas sino también legislativas y judiciales del país.
Y el problema que ahora enfrenta siendo presidente es que los empresarios, algunos arrepentidos, otros imputados y otros involucrados en el Cuadernogate, son en su mayoría los mismos que construyen la obra pública del actual gobiercomo serios, más grave aún es cómo afectarán las posibilidades electorales de Cristina Kirchner e, indirectamente, las de su propia reelección.
Hay quienes consideran que el Cuadernogate es una rebelión de los poderes fácticos, que querían ver a Cristina Kirchner presa y, cansados de que Macri la sostuviera
su contrincante política, decidieron actuar por las suyas con determinación. Sea verdad o no, lo cierto es que las posibilidades de que la ex presidenta vaya presa son muy altas, y no todos en el Gobierno creen que eso pueda perjudicarla electoralmente.
A Lula, ir preso le subió la intención de voto algunos puntos pero, como el ex presidente brasileño tiene condena en segunda instancia, según la ley electoral de su país (Ley da Ficha Limpa) no puede ser candidato. En Argentina, aunque Cristina Kirchner tuviera condena en segunda instancia, igual podría ser candidata porque la Corte Suprema le permitió a Carlos Menem ser candidato a senador el año pasado, además del caso en 2001 de José Romero Feris, quien fue candidato estando detenido. Aun si la dupla Bonadio-Stornelli fuera rapidísimo y pasara a juicio oral el Cuadernogate antes de fin de año, y el juicio oral se concluyera antes de las elecciones de octubre, igual sería un fallo en primera instancia. Le quedarían varios años en la Cámara, luego el tribunal de Casación y después la Corte Suprema.
Para algunos analistas Cristina Kirchner podría ser mejor candidata presa que en libertad, porque parte de su campaña sería el momento en que la fueran a detener. Si en Argentina no se pudo hacer que compareciera Hebe de Bonafini,
imaginan una conmoción varias veces superior a la que precedió la detención de Lula en Brasil, quien además se entregó, sin minimizar la peor sensación que generaría el uso de la fuerza sobre una mujer.
Lo mejor electoralmente para Macri sería que Cristina Kirchner se la pasara yendo a Comodoro Py a declarar, pero sin ir presa. El problema es que Macri no controla la voluntad del juez Bonadio ni la de los senadores peronistas que tendrían que decidir el desafuero de la ex presidenta para que pudiera ser encarcelada. Y el peronismo está viviendo un momento en el que también sus fuerzas fueron liberadas al son impredecibles.
Por una parte, Miguel Pichetto lanzó su candidatura presidencial; por otra, Massa enfrenta un problema: a 17 de sus 21 diputados se les termina el mandato en diciembre próximo, lo que aprovecharía Felipe Solá para promover un “motín” en el bloque del Frente Renovador, según contó ayer en su columna en PERFIL Daniel Bilotta.
Hay que sentirse fuerte para adherir a la filosofía de Ayn Rand (además de tener otras condiciones), y Macri debió haber tenido su autoestima muy alta en su juventud mientras la leía. Sentimiento de fortaleza que debe haberlo acompañado para animarse a ser presidente y hoy arrojarse a los brazos de la fortuna confiando en el viejo proverbio: que por ser mujer, ama a los valientes.
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