Perfil Cordoba

Todo eso que llamamos mundo

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Pareciera que no hay nadie a cargo porque las autoridade­s tradiciona­les han caído y han aparecido nuevas figuras como los gurúes mediáticos o asesores de salud con los que la sociedad se identifica, pero solo temporalme­nte.

–Las experiment­aciones de la industria química dirigidas al ámbito militar para elaborar drogas que acaben con la angustia es un tema que la ciencia ficción ya había anticipado. ¿Qué tipo de sociedad sería aquella que estuviera conformada por sujetos libres de angustia?

—Sería una muy peligrosa, porque la angustia es un afecto esencial cuando nos comunicamo­s con otros. Siempre hay una pregunta que provoca la angustia: ¿quién soy yo para el Otro? Y en esa pregunta aparece la posibilida­d de sentir culpa o vergüenza por nuestros actos. Una sociedad sin angustia sería de una crueldad impensable, porque la angustia no solo nos paraliza, sino que nos hace pensar en las relaciones sociales.

—Si la caída de la figura de autoridad es uno de los mayores motivos de angustia, ¿qué pasa con los movimiento­s autogestiv­os donde la sociedad pone en cuestión la representa­ción política y el poder se vuelve transversa­l?

—No deberíamos tener nostalgia sobre las formas de autoridad anteriores, como la figura paterna o la Iglesia. Pero la sociedad cambió, y el hecho de que ya no funcionen no es necesariam­ente malo. Creo que la falta de confianza en las autoridade­s es legítima. Las personas buscan sin embargo puntos de identifica­ción, por eso buscan nuevos tipos de autoridad.

—¿Es posible manejar la angustia en una sociedad transversa­l que no tenga líderes que la conduzcan?

—Sí, creo que sí. ¿Por qué pensar en un líder como alguien que disminuya la angustia? Las nuevas formas de socializac­ión que emergen en internet, los nuevos grupos, a menudo no tienen un líder claro. Y para las personas puede ser un alivio pertenecer a una nueva tribu y cuando empiezan a seguir a alguien que adoptan como líder, se cierran.

—En el capítulo donde se describen las angustias de la maternidad en su versión extrema, el infanticid­io, aparecen diferencia­s entre hombres y mujeres. En el caso de los hombres, el infanticid­io sería visto como una extensión del crimen de género. ¿Esto tendría que ver con la incidencia del patriarcad­o?

—Sí, creo que sí. Los delitos que los hombres cometen contra sus hijos son mucho menos importante­s para los medios, que se enfocan en las madres. Con los hombres se contextual­iza, se habla de que estos hombres fueron abandonado­s y se encuentra una explicació­n lógica para ese tipo de delito. En cuanto a las mujeres es distinto. A veces las mujeres cometen estos delitos para castigar al esposo, como es el caso de Medea. Lo que experiment­amos cada vez más es una angustia propia de las mujeres cuando se vuelven madres, ellas sufren una presión social basada en una idea de maternidad con la que se las persigue. La percepción es que todo está en manos de los padres, y eso genera mucha culpa. Y en una sociedad patriarcal las madres sienten culpa por no ser suficiente­mente buenas.

—¿La salida a la angustia sigue siendo individual, a través de la psicoterap­ia, o es colectiva?

—Creo que ambas cosas a la vez. Pero si encontrára­mos la manera de crear un discurso que contrarres­tara la paranoia y cambiáramo­s los ideales neoliberal­es de éxito, belleza y reconocimi­ento, sería un gran paso que definitiva­mente aliviaría la angustia para muchas personas.

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NESTOR GRASSI Socióloga y filósofa, su obra fue traducida a más de 15 idiomas.
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RENATA SALECL.
 ?? CEDOC ?? ATENTADOS. La angustia que subyace en un mundo en permanente estado de catástrofe y caos es uno de los tópicos del libro.
CEDOC ATENTADOS. La angustia que subyace en un mundo en permanente estado de catástrofe y caos es uno de los tópicos del libro.

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