BELGRANO, EL ESCOLTA
En un partido intenso, Belgrano consiguió una agónica y valiosa victoria como visitante ante SIC por 24-22 y, disputadas doce fechas, quedó como único escolta, a una unidad del nuevo líder del torneo de la URBA, Alumni, que no tuvo que esforzarse mucho para imponerse 28-9 ante un Regatas que sigue deambulando entre los últimos de la tabla. En tanto, Pucará supo sacar ventaja de las pocas oportunidades que se le presentaron para vencer, como local, 2317 y, de esa manera, se prendió otra vez en la lucha por el campeonato.
En la goleada de la jornada, Newman aplastó 52-25 a Lomas, que cierra la tabla con apenas 3 unidades y ninguna victoria, mientras que Hindú le dio otro duro cachetazo a San Martín, al vencerlo por 59-27, y CASI se aprovechó del pésimo presente de CUBA, que marcha en la anteúltima posición con 11 unidades y lo venció 38-24.
Los encuentros de la próxima fecha son los siguientes: Newman-Alumni, San LuisRegatas, CASI-Pucará, San Martín-CUBA, BelgranoHindú y Lomas-SIC.
Si hubiera un manual periodístico sobre el tratamiento del fútbol femenino, debería decir que no habría que hacer referencias a jugadores varones al hablar de futbolistas mujeres, pero Amalia
“la Negra” Flores, la primera jugadora argentina en ser transferida a Europa, se fue a jugar a Italia, a un club del área metropolitana de Nápoles, en 1990. La sombra de Maradona, que por ese entonces le daba el segundo scudetto de la historia al Napoli y era el rey de esas tierras, es imposible de esquivar. “Tenía que hacer lo mismo que hizo él cuando llegó”, recuerda Amalia. Y así fue: no bien arribó a Italia, fue a un programa de televisión, participó de sesiones fotográficas y tuvo su presentación con los hinchas.
Amalia tenía 28 años y era la goleadora de Yupanqui, el mejor equipo argentino de fútbol de mujeres de ese momento. Un día la convocaron a un amistoso en el club. Amalia no sabía que un italiano, que luego quedaría fascinado con su juego, estaba en la tribuna. “Me llevo a la 11”, les dijo a los dirigentes de Yupanqui. Inmediatamente, arreglaron la transferencia entre los clubes y a ella le ofrecieron un monto por viáticos que triplicaba lo que cobraba en la Argentina. Una semana después, sin firmar ni un papel, Amalia se subió a un vuelo rumbo a Italia para vestir la camiseta del Caivano, un club del ascenso del fútbol de mujeres de ese país.
“No sé cómo se fijaron en mí, ellos venían a buscar una chica de 15 o 16 años, yo tenía casi 30. Nadie me explicó nada. Y tenía tantas ganas de ir que ni pregunté”, explica. “Allá estaba completamente sola, era la única extranjera. Me recibieron muy bien, pero al poco tiempo la cosa se complicó y empecé a tener problemas con el club. Me pedían que le diera una mano al presidente. Era todo política”, dice Amalia.
El presidente la llevó porque quería tener a su Maradona y el club necesitaba ascender a la máxima categoría. “Yo les dije: no vengo a hacer política, vengo a jugar a la pelota”, recuerda. El acuerdo inicial era por ocho meses, pero Amalia decidió volverse a los cuatro, a pesar de que le ofrecieron más plata para quedarse y de que jugadoras de la serie A, la Primera División del fútbol italiano, le dijeron que le veían futuro.
Amalia volvió a Yupanqui, luego pasó a River y terminó su carrera en Boca, a los 40 años. Hoy tiene 57, vive en Villa Bonich, partido de San Martín, y trabaja haciendo albañilería. Dice que no se arrepiente de aquella aventura en Italia, pero que cambiaría algo: si pudiera volver el tiempo atrás, buscaría un mejor asesoramiento.