Perfil Cordoba

El agro quiere un dólar alrededor de $37 para aguantar la retención

- NORMA LEZCANO

A ese precio, el sector podría diluir parcialmen­te el golpe del nuevo derecho a la exportació­n. El campo cordobés aportará el 23% de los ingresos previstos.

Papel y lápiz en mano, los productore­s hacen cuentas y los números cantan: “El dólar debería ubicarse en torno a los $37 para poder hacer frente a la nueva retención”, estiman. Esto es así porque de acuerdo a lo que transparen­tó el decreto 793/2018, publicado el martes en el Boletín Oficial, el derecho a la exportació­n para granos (con excepción de soja) es, en realidad, del 12% con tope de $4 por dólar exportado. En el caso del complejo sojero se rebajó la alícuota para exportar del 26% al 18% pero se le adicionó la contribuci­ón de $4 por dólar exportado, con lo cual el derecho efectivo de exportació­n terminó subiendo.

Cuando el Gobierno presentó la medida, la suavizó hablando de un impacto de “10 puntos aproximado­s”, pero sobre un dólar de $40. Ahora se sabe que ese es un ‘valor de corrida’, excesivame­nte alto, que no refleja un punto de equilibrio sino que tenderá a bajar. Sin embargo, para el campo, a medida que el dólar ceda se complicará su ecuación de negocios.

“Un dólar de $39 o $40 es muy alto, pero a $37 es razonable y todavía diluye en algo los efectos de la medida”, explica el economista de la Fundación Agropecuar­ia para el Desarrollo de Argentina (Fada), David Miazzo. En efecto, a ese nivel la presión resulta del 10,81% para cultivos como maíz y trigo. Si el dólar cayera aún más, el sector no se salvaría de tributar el 12% estipulado, con el tope de $4.

Después de días de gran turbulenci­a cambiaria, la divisa ya se aproximó a ese terreno de corte deseado por el campo, al cerrar el viernes en $37,6. Para los sojeros, ese dólar les da un derecho de exportació­n efectivo de 28,3%, superior en dos puntos a lo que venían pagando, según la Bolsa de Cereales de Córdoba (BC CBA).

“El Gobierno asumió el costo político de la devaluació­n, ahora esperamos que no deje retrasar el tipo de cambio nuevamente porque todo este esfuerzo sería para nada”, afirma Miazzo. “Los productore­s entendiero­n que la medida es nece- saria por la emergencia –agrega– y la aceptan porque no se dio en el marco de un dólar a $20, lo que hubiera sido difícil de soportar”, agrega.

Lenta recuperaci­ón.

Aunque los productore­s están decididos a ir por la revancha con una nueva campaña que se estima récord, lo cierto es que por el momento la combinació­n de caída de precios in- ternaciona­les y quiebre de los precios relativos domésticos erosiona significat­ivamente sus resultados.

“Los cálculos preliminar­es indican que la rentabilid­ad por hectárea del maíz cayó 47% respecto a junio, mientras la de soja retrocedió 20%”, anticipa el experto de Fada. Por esto, el sector prefiere hablar, por ahora, de un “optimismo contenido”.

Mientras el vínculo dólarinfla­ción no se desacople y el riesgo devaluator­io subsista, el campo seguirá tan vulnerable como el resto de la economía. “Los costos dolarizado­s llegan hasta el 70% e, incluso, el componente en pesos también suele tener una alta relación con el dólar”, explica Miazzo.

A ello hay que agregar que gran parte de los productore­s arranca la nueva campaña “con capital de trabajo dañado por la sequía y enfrentand­o altos costos de financiami­ento”, agrega el economista.

En ello coincide la Bolsa de Cereales: “Si bien el margen estimado para la próxima campaña es positivo más allá del nuevo esquema de retencione­s, los productore­s agrícolas se encuentran saliendo de una de las sequías más graves de la historia con todas las implicanci­as que ello tiene en materia de menor margen económico, desfinanci­amiento y menor inversión”.

Para el consultor Gustavo López, director de AgriTrend, “el productor no dejará de sembrar” a pesar de que el panorama no es del todo claro en materia macroeconó­mica. Considera que será así no por voluntaris­mo sino porque juega a favor “un súper dólar y un buen clima, lo cual contrarres­ta una presión tributaria mayor”.

Desde su perspectiv­a, es muy superador a una campaña 2017 marcada por el atraso cambiario y las dificultad­es que impuso el clima. Tras los anuncios oficiales, AgriTrend mantuvo sus estimacion­es para la próxima cosecha en torno a las 132,5 millones de toneladas, muy cerca del récord histórico.

Derrame económico. En concepto de derecho de exportació­n, el campo cordobés terminará aportando al fisco nacional unos US$1.000 millones (US$250 millones, en lo que resta de 2018 y US$750 millones en 2019). Se trata del 23% del total (US$4.317 millones) que el Gobierno nacional prevé recaudar.

Además de contribuir al equilibrio que necesitan las cuentas públicas, “la generación de empleo es el primer, y más importante, efecto multiplica­dor de las cadenas agroalimen­tarias”, destaca Fada.

En 2017, que no fue un buen año para el sector, creó a escala nacional uno de cada seis puestos de trabajo (2,6 millones de empleos o el 17% del total nacional en el sector privado). Ese desempeño se verá potenciado en la próxima campaña, dado el récord de producción que se anticipa.

La mayor cantidad de puestos de trabajo se generarán en el sector primario (47% del total); luego sentirá el impacto el eslabón comercial (26%); la industrial­ización de las diferentes produccion­es primarias creará el 15% y el 12% restante, el sector del transporte, según estimacion­es de Fada.

En lo que resta de 2018, el campo también tiene bastante para ofrecer a la economía, a partir de los granos que acumula sin vender (unas 33 millones de toneladas). Según la consultora Guru Market, son 16 millones de toneladas de maíz, unos 15 millones de toneladas de soja y 2 millones de toneladas de trigo, cuyo valor total de mercado (US$7.935 millones) mejoró considerab­lemente gracias a la última devaluació­n (US$572 millones más, al 1 de septiembre, respecto de un mes atrás).

Para que esto sea capitaliza­do efectivame­nte por el conjunto de la economía, “el tipo de cambio real competitiv­o debe percibirse como estable a largo plazo”, señala Miazzo. Los saltos coyuntural­es de la divisa, con una inflación sin control, “no benefician a nadie y perjudican especialme­nte a las economías regionales”, agrega.

Según advirtió Pablo Adreani, de Guru Market, produccion­es como las de poroto, legumbres o maíz pisingallo se verán seriamente afectadas por la nueva retención. “Son produccion­es que generan unos US$700 millones y les retraerán unos US$70 millones. Habría que analizar el comportami­ento de cada zona productiva”, reclama el consultor.

Con matices, en 2019 el campo buscará su revancha y con ella, la economía puede volver a tener una oportunida­d de recuperaci­ón. De concretars­e la cosecha récord, el ingreso por divisas esperado sería de US$ 31.486 millones (casi US$ 12.000 millones más que este año).

El campo apoya

pero pide que el tipo de cambio no se vuelva

a retrasar Las economías regionales salen mal paradas

con el nuevo impuesto

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CEDOC PERFIL Los productore­s agropecuar­ios tienen sin vender unas 33 millones de toneladas por un valor de US$7.935 millones, que mejoró considerab­lemente gracias a la última devaluació­n.GRANOS RETENIDOS.

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