La fiesta de los empresarios en el año de los cuadernos y la megadevaluación
Las mayores y mejores empresas del país recibieron el galardón de la revista de negocios de Editorial Perfil. Marcelo Mindlin, Luis Pagani y Eduardo Eurnekian, entre los ganadores.
La alfombra roja de los Premios Fortuna volvió a desplegarse, en su 14ª versión, para reconocer el trabajo de los empresarios argentinos.
En el recinto de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires se dieron cita entonces las compañías más relevantes de la economía nacional, abarcando el amplio abanico de la actividad empresarial. Transporte, Energía, Servicios Financieros, Química, Agronegocios, Seguros, Salud, Bebidas y Alimentos, entre otros, compartieron codo a codo una jornada singular.
Allí estaban reunidas las locomotoras del país, hombres con sello propio como Eduardo Eurnekian, Alfredo Coto, Hugo Sigman, Marcelo Mindlin, Gustavo Grobocopatel y Luis Pagani, entre otros, la flor y nata del empresariado argentino. Una burguesía pujante que debería verse multiplicada por cientos en el sueño de una Argentina esplendorosa.
¿De qué hablaban los hombres de negocios sobre el mármol blanco del magnífico recinto? Había en ellos la mezcla extraña de preocupación y optimismo en armónico equilibrio. El ceño fruncido por un presente que atormenta, pero también la esperanza en un futuro cercano que la mayoría vislumbra como alentador, y de allí la proyección de inversiones que se repiten, pese a todo.
Palmadas en los hombros, apretón de manos y frases tales como “acá estamos, sobreviviendo”, se dejaban oír en la nutrida concurrencia a los Premios Fortuna 2018.
“El salto en el tipo de cambio significó un buen empujón, sobre todo porque exportamos el 60% de nuestra producción. Pero el efecto tiene que ser duradero y sostenerse en el tiempo”, contó Gastón Pérez Izquierdo, CEO de Bodega Esmeralda. Y añadió: “No cambiamos ningún plan de inversión, pero en la Argentina siempre hay que manejarse con cautela. No es fácil invertir a largo plazo en un escenario semejante”.
Esperanza. Pese a todo, en el salón de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, donde las pantallas de los monitores exhibían la cotización fluctuante de las empresas líderes, podía palparse un singular clima de optimismo. Reunidos allí, los empresarios hablaban también de un futuro venturoso.
Entre requisitorias varias y repetidos llamados telefónicos, Gustavo Grobocopatel tuvo tiempo para dar su visión del caso. “Operativamente estamos bastante bien. La verdad es que estoy tranquilo”, dijo, y dejó en claro que no hay volatilidad ni incertidumbre que lo inquiete.
“La sequía impactó de tal forma que representó 2 puntos del PBI. Sin este fenómeno adverso, la economía hubiera crecido en 2018 –argumentó–. Hay un fuerte optimismo hacia 2019”, completó.
Aunque el tema no estuviera puesto sobre la mesa, la corrupción del sector privado vinculado a la obra pública era como un velado fantasma que flotaba en la sala. A eso hizo mención Ceferino Reato, editor ejecutivo de la revista Fortuna y encargado de abrir la ceremonia: “Se han revelado muchos casos de corrupción, pero la solución empieza cuando vemos el problema. El futuro nos invita a ser optimistas”.
Fue Curutchet quien en su discurso resaltó la relevancia de una ceremonia destinada a destacar el rol de los empresarios argentinos: “Generalmente no son reconocidos por los valores que construyen. Hay que reconocer la trayectoria de las compañías”. Eduardo Eurnekian recibió el Premio al Empresario Destacado en el Exterior. “Aprendí que una de las características del empresario debe ser la adaptabilidad”, señaló al recibir el galardón.
Parafraseando a George Orwell, podría decirse que en materia de genética empresarial todos los hombres de negocios son iguales, pero algunos son más iguales que otros. Por caso, Luis Pagani, presidente de Arcor, es una figura única, de allí el reconocimiento recibido a la Trayectoria Empresarial. El cierre de la ceremonia estuvo a cargo de Jorge Fontevecchia, presidente de Perfil Network (ver aparte).