Mundo nuevo
militar mientras le aparecían varios desafiantes, con el actual, en el que esa situación la atraviesa Estados Unidos. Encuentra el mismo paralelismo hoy con la emergencia de los monopolios tecnológicos como Google, Facebook y Amazon con los monopolios también previos a la Primera Guerra Mundial, como los del acero de la familia Carnegie, del ferrocarril de los Vanderbilt, del petróleo de la familia Rockefeller, entre otros, a los
anticipando el triunfo de Trump en Estados Unidos y la insignificación de la socialdemocracia en Europa. ¿Y en Argentina? Hay indignación en la clase media con este ajuste, que se trató de evitar en 2016 pero ahora se hace con el doble costo de la deuda externa acumulada. Si no fuera por el recuerdo inhibidor de 2001, la clase media argentina estaría saliendo indignada a la calle y sería el catalizador de una crisis institucional que hoy está contenida por la experiencia traumática de 2002 y el asistencialismo a la clase baja.
Frente a su indignación con la pérdida de calidad de vida, la clase media argentina autocensura la expresión de su bronca como si estuviera siguiendo los consejos del discurso de Slavoj Zizek en Occupy Wall Street, cuando les dijo a los manifestantes: “No se enamoren de ustedes mismos. Lo estamos pasando bien en esta protesta, pero recuerden: los carnavales son baratos, lo que importa
es el día siguiente. Cuando volvamos a nuestra vida normal, ¿habrá cambios entonces? No quiero que alguna vez recuerden estos días como, ‘oh, éramos jóvenes y fue muy bonito’. Tengan en cuenta cuál es nuestro mensaje fundamental: que tenemos derecho a pensar alternativas. La regla se ha roto. No vivimos en el mejor de los mundos posibles, pero hay un largo camino por delante. Nos enfrentamos a cuestiones ciertamente difíciles. Sabemos lo que no queremos, pero, ¿sabemos lo que queremos? ¿Qué organización social puede reemplazar al capitalismo? ¿Qué nuevo tipo de líderes queremos?”.
Ese es el salvoconducto de Macri: la sociedad argentina sabe lo que no quiere pero no encontró aún lo que quiere. El “nuevo peronismo” tiene la oportunidad de construir su alternativa y el propio Cambiemos, de recalcular el mundo que imaginó. Si creyera que la ayuda de Trump y los Estados Unidos es para que Macri sea reelecto, se equivoca. A Estados Unidos y a Trump les interesa que Argentina no vuelva al populismo pero no les desagradaría una alternancia con el peronismo racional. Y Macri debe tener en cuenta que el triunfo de Bolsonaro en Brasil será bueno en función de romper el eje Lula-Cristina, pero Bolsonaro no piensa en el Mercosur ni en los hermanos latinoamericanos de la patria grande, como los políticos tradicionales.
Mundo nuevo precisa nuevos enfoques.