Sucesor de Lula.
El PT anunciará esta semana a Fernando Haddad como su candidato.
El intelectual es la antítesis del ex mandatario: frío, sin sintonía con las bases ni pasado sindical. La izquierda apuesta a la transferencia de votos.
“Viví en la piel lo que leí en los libros”. Fernando Haddad resumió, mejor que nadie, cómo fue su paso de los claustros universitarios a la actividad política, cuando sintió en carne propia el rigor de las críticas de la prensa a su gestión en la alcaldía de San Pablo, de la oposición y, en ocasiones, de sus compañeros de militancia. Abogado, magíster en Economía y doctor en Filosofía, el actual candidato a vicepresidente se convertirá entre mañana y el martes en el presidenciable del Partido de los Trabajadores (PT), la figura que reemplazará a Luiz Inácio Lula da Silva en las elecciones del 7 de octubre.
Durante una caminata por San Pablo admitió ayer que “probablemente” sustituirá a su jefe político, inhabilitado por el Tribunal Superior Electoral (TSE), tras las condenas en primera y segunda instancia por corrupción pasiva y lavado de dinero. Así, Haddad reconoció que está ante la gran oportunidad: será la carta del PT para intentar recuperar el poder, tras el impeachment de 2016 a Dilma Rousseff. Pero para lograrlo deberá culminar aquella metamorfosis que describió un año atrás en la revista
y “lulizar” su campaña. Ex ministro de Educación, Haddad es una rara avis en el PT. No cultiva un perfil cercano a la militancia de base, como Lula, ni tiene un pasado sindical. Se siente más cómodo en la Universidad de San Pablo que en el nordeste del país, donde el ex presidente es una estrella de rock.
Según la cúpula del partido intenta convencer al 39% del electorado, que en las últimas encuestas dice que votaría por el ex presidente, de que “Haddad es un Lula sin barba”. Para eso, la estrategia de la campaña apunta a mimetizar al candidato con el líder del partido, para lograr la tan ansiada transferencia de votos que le permita disputar una segunda vuelta.
El politólogo José Alvaro Moisés, juez de su tesis de maestría y compañero en la Universidad de San Pablo, lo define como un buen intelectual, pero critica su actividad partidaria. “Como político tuvo un buen gobierno en San Pablo, muy orientado a la clase media. Hizo mucho menos de lo que se esperaba para la población de bajos recursos”, confió a PERFIL. Al inicio de su mandato, se opuso al aumento del transporte que ordenó Rousseff y provocó protestas violentas en las calles.
“En cuanto a su posición en el PT, no recuerdo haber visto una condena suya con respecto a la implicación de su partido y del ex presidente Lula en hechos de corrupción, algo que desde el Mensalão fue muy claro y decepcionó a muchos seguidores”, cuestionó.
La campaña busca
convencer a los votantes de que el ex ministro es el Cámpora de Lula
El PT sabe que el reloj de arena está por agotarse. El plazo que concedió el Tribunal Superior Electoral (TSE) para que cambie su fórmula presidencial vence el 11 de septiembre, a menos de un mes de las presidenciales. Con eso en mente, Lula recibirá mañana a Haddad en su celda, donde definirán cómo y cuándo será el enroque electoral. El anuncio será ese mismo día o, a más tardar, el martes.
Según la última encuesta de Ibope, divulgada el jueves