‘Movilizar ayuda, pero el feminismo no debería prescindir de partidos políticos’
La vice de Uruguay dice que la “horizontalidad” del movimiento de mujeres no la convence. Su visión del peronismo, Macri, América Latina y su marido, Pepe Mujica.
Lucía Topolansky es, ante todo, un cuadro político. Hace medio siglo que milita en el mismo espacio. Desde la guerrilla tupamara en los 70 hasta la vicepresidencia de Uruguay en la actualidad, siempre perteneció a una vieja cultura política para la que primero viene la organización, el partido, y después todo lo demás. Tal vez por eso Topolansky dice que no la convence la “horizontalidad” del feminismo. Dice, de hecho, que ella no se siente feminista, aunque eso le valga discusiones con sus compañeras jóvenes del Frente Amplio.
De visita oficial en China, donde casi por casualidad se cruzó con este corresponsal, la vicepresidenta uruguaya recibió a PERFIL para hablar sobre el movimiento de mujeres y otros temas que dominan la agenda rioplatense, a veinte mil kilómetros de aquí. A sus 73 años, Topolansky dice lo que piensa con una transparencia que ya es su marca registrada. Por ejemplo, que el acuerdo de Argentina con el FMI es “horrible”, que el peronismo “se cavó su propia fosa”, que le gustaría ver a más empresarios presos por corrupción y que su marido José Mujica “ya se ganó el derecho a vivir un poco”.
—No es feminista. ¿Por qué? —Considero que la lucha por los derechos de la mujer no necesariamente debe llevar a posiciones extremas. Eso no ayuda al funcionamiento social.
—Todos los movimientos transformadores son radicales.
—No sé. Veremos qué se logra así. Además estos movimientos son horizontales. Como mujer de partido, desconfío de eso. Se dan explosiones de expresión, pero luego no hay una solución de continuidad. En Uruguay, el 8 de Marzo es la mayor movilización después de la marcha de la memoria. Pero, después, toda la energía que aparece ese día no se traduce en trabajos concretos por la igualdad de género. Y el machismo no se corrige con consignas.
—¿Qué le dicen sus compañeras jóvenes cuando usted plantea estas cosas?
—Discutimos con mucha libertad, aunque no todas las jóvenes están en esa postura. En el Parlamento uruguayo, las únicas mujeres con responsabilidad pertenecen a mi sector. Y es porque tuvimos la voluntad política, no porque seamos mejores que otras. El feminismo no debería prescindir de los partidos políticos. Agitar y hacer movilizaciones ayuda, pero después hay que incidir políticamente para producir el cambio cultural, porque eso es lo que cuenta. La inclusión universitaria, la ley de divorcio, el voto femenino… fueron decisiones políticas.
—¿Cómo la afectó el machismo durante su carrera política?
—Nunca lo padecí porque tengo un carácter de peleadora. Me defendí como pude, pero jamás pedí “por favor, una cuota de género para mí”. Lejísimos de mi mentalidad. Creo que también ayudó el tipo de organización en la que siempre milité.
—¿Siguió el debate por el aborto en Argentina?
Lucía Topolansky es la vicepresidenta de Uruguay desde septiembre de 2017.
Se inició en la política en los 60, cuando empezó a militar en la guerrilla MLN-Tupamaros.
Fue presa política de la dictadura y luego una de las fundadoras del Frente Amplio.
Es la esposa del ex presidente José Mujica, aunque prefiere que la llamen su “compañera”.
Fue legisladora del Parlamento uruguayo durante veinte años.
—Sí, obviamente hubo una decisión de algunos sectores para que no saliera la ley. Ustedes tienen a la Iglesia vinculada con el Estado. Craso error. Las mujeres pobres pagan el costo.
—¿Qué opina del acuerdo de Macri con el FMI?
—Horrible, horrible. Me preocupa por el pueblo argentino. No es una buena noticia que se vuelva al condicionamiento del FMI. Creíamos que eso era cosa del pasado.
—Argentina y Brasil están en crisis. Uruguay, no. ¿Por qué?
—Aprendimos de la crisis de 2002, cuando nos barrió la caída argentina. Ahí introdujimos una serie de modificaciones económico-financieras que nos desacoplaron de efectos exteriores a los que estábamos muy atados. Esto no significa que no vayamos a sentir el impacto, porque Argentina y Brasil son demasiado grandes como para que quedemos totalmente a salvo. Pero tenemos estabilidad, reservas, buena nota de las calificadoras de riesgo. Estamos creciendo menos, pero creciendo. Y trabajando fuerte en la diversificación de destinos comerciales.
—¿Cómo se explica el retroceso de las “izquierdas” en América Latina?
—Es difícil pensar en una misma razón para todos los países. Veníamos de una década con “presidentes con cara de gente”, como dijo alguna vez Frei Betto. Pero tal vez los procesos no se habían consolidado. Además de tiempo, es probable que nos haya faltado darle más encarnadura teórica a esos procesos.
—Algunos ex líderes de esas “izquierdas” denuncian una persecución mediático-judicial en su contra. ¿Qué piensa?