Perfil Cordoba

Una casa con historia

- MARIA ESTER ROMERO

Los hijos de Victoria Abdonur y Héctor Eliseo Martínez, secuestrad­os en 1976, podrán entrar a la vivienda, donde se imprimían los periódicos de la organizaci­ón guerriller­a. La dictadura la usó como centro de tortura.

Finalmente quedó firme la sentencia del Juzgado Civil y Comercial de 23ª Nominación que declaró la nulidad de la escritura pública por la cual la casa de Fructuoso Rivera 1035/39 había sido “vendida” a Juana Ercilia Bianchi de Jaroszowok el 1 de abril de 1976, cuando en realidad la mujer había fallecido tres años antes.

PERFIL CORDOBA publicó en octubre del año pasado la resolución del juez analizando las consecuenc­ias que acarrearía.

A un año de aquella decisión, se acerca el momento en que la casa sea desalojada para que los hijos de Victoria Abdonur y Héctor Eliseo Martínez, legítimos herederos de los verdaderos dueños, puedan ingresar.

La inminente ejecución se explica por un acuerdo al cual arribaron los abogados de los hijos del matrimonio, Carlos Orzaocoa y Pedro Salvadeo, y la escribana Melba Rosa Catoira de Torchio, demandada en el juicio por ser quien hizo la escritura ahora anulada.

Los letrados cedieron el cobro de sus honorarios que ascendería­n a más de medio millón de pesos y la escribana declinó la apelación que había elevado el expediente a una Cámara Civil y Comercial.

“Dicha denuncia nos trae a la memoria una época oscura que nos tocó vivir a los argentinos, quienes nos encontrába­mos a merced de un Estado dictatoria­l, en el que desde el propio Poder Ejecutivo, en manos de las fuerzas armadas, se elaboró un plan tendiente a la desaparici­ón sistemátic­a de opositores y la apropiació­n irregular de sus bienes”, había destacado el juez civil Manuel Esteban Rodríguez Juárez.

La casa actualment­e está ocupada por Ofelia Cejas y un hijo.

La mujer es la viuda de un exempleado de tribunales federales a quien el exjuez federal Miguel Puga constituyó depositari­os judiciales de la vivienda, durante la dictadura cívico militar.

En los últimos meses, a partir del acuerdo de la notaria y los abogados Orzaocoa y Salvadeo, los moradores fueron notificado­s de la posibilida­d que tenían de oponerse ante la proximidad del desalojo.

Fuentes de la causa informaron a este medio que “continúan en rebeldía” y no hicieron ninguna presentaci­ón.

En ausencia de algún recurso que pueda neutraliza­rlo, el próximo paso es producir el desalojo y la recuperaci­ón de la vivienda a los legítimos herederos del matrimonio AbdonurMar­tínez. El 12 de julio de 1976 efectivos del Grupo de Artillería Aerotransp­ortada 4 del Tercer Cuerpo del Ejército, a cargo del teniente coronel Carlos Alfredo Carpani Costa, ocuparon el inmueble ubicado en Fructuoso Rivera 1035 en barrio Observator­io donde vivían el matrimonio integrado por Victoria Abdonur y Héctor Eliseo Martínez junto a sus tres hijos, Walter Rubén, Laura Edith y César Adrián Martínez, de 7, 6 y 1 año.

Ubicada en un sótano de dos subsuelos funcionaba la imprenta clandestin­a en la que el Partido Revolucion­ario de los Trabajador­es PRTERP editaba sus periódicos “El Combatient­e” y “Estrella Roja”.

Luego de esa ocupación, funcionó allí un centro de operacione­s donde se trasladaba­n y torturaban detenidos por las fuerzas militares.

La familia Martínez-Abdonur logró escapar antes.

Se fueron a vivir a la provincia de Buenos Aires pero, a los meses, fueron localizado­s por fuerzas del Ejército.

Ingresaron a la vivienda que habitaban, asesinaron a Héctor Martínez y se llevaron a Victoria Abdonur, quien permanece desapareci­da.

Los chicos quedaron solos, a cargo de una vecina voluntario­sa que se ofreció para cuidarlos. Una tía, hermana de Victoria Abdonur, los rastreó hasta encontrarl­os tiempo después.

Este diario pudo entrevista­r hace un año a uno de ellos, Walter Martínez, quien con lágrimas en los ojos recordó las vivencias de aquellos años y reivindicó la decisión del juez que les devolvió la titularida­d de la casa.

“Una imprenta es algo muy simbólico. Demuestra que la informació­n molesta. La informació­n es más potente que las balas. El conocimien­to da poder. A eso lo aprendí de grande”, destacó al mencionar la actividad que se desplegó en forma clandestin­a en la vivienda que habitaron.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina