Carrió dice que no será candidata, pero igual impondrá condiciones
un desenlace abierto.
La jefa de la Coalición Cívica no renuncia a difundir públicamente su pliego de condiciones y demandas al macrismo. El Gobierno, sin embargo, no siempre lo acata. Al contrario, los principales archienemigos internos de la diputada, como Daniel Angelici, Silvia Majda- lani (vicedirectora de la AFI) y el ministro de Justicia, Germán Garavano, se mantienen firmes en el barco oficialista.
“Igual te va condicionando, te limita. Con Ricardo Lorenzetti pasó algo así”, se quejan cerca de Garavano. El pedido de juicio político contra Garavano correrá la suerte de los planteos en los que no existe acuerdo: se difuminará.
“A Lilita hay que leerla entre líneas y no tomar su literalidad. No ponemos ni sacamos ministros, pero de Garavano esperábamos una declaración más política que judicial”, traduce uno de sus dirigentes fieles. En concreto, Carrió esperaba que el ministro avalara la prisión preventiva para Cristina Kirchner. Los lilitos, a su vez, niegan que la jefa esté preparando el clima para un posible alejamiento de Cambiemos.
La puja con Garavano tiene un antecedente: a principios de 2016, el ministro le había ofrecido a la diputada designar una abogada en la (ya disuelta) Unidad-AMIA. Reunidos en el ministerio, Carrió eligió a la abogada Mariana Stilman. En marzo pasado Stilman renunció, en desacuerdo con la decisión oficial de no pedir penas contra los ex fiscales de la causa original, Eamon Müllen y José Barbaccia.
Los embajadores de Macri en la bilateral con Carrió son sus asesores José Torello y Fabián “Pepín” Rodríguez Simón. A veces se suman Marcos Peña y el alcalde Horacio Rodríguez Larreta. Se trata de un plantel dedicado a escucharla y amortiguar choques posibles: es más de lo que recibe la UCR, pese a la pretensión radical de presentarse como un aliado confiable e institucional.
En los últimos días, cuando la inquina entre la diputada y el macrismo parecía alcanzar su punto más alto, los cuatro dirigentes se comunicaron con ella y su entorno. “Está todo bien”, resume un delegado macrista. Así, se impuso nuevamente el siga-siga en la relación, sin necesidad de torcer el rumbo oficial.